Dr. Viktor Frankl
Son las metas las
que nos hacen seguir adelante. ¿Te has dado cuenta de que te sientes más
feliz en mitad de un proyecto que al finalizarlo? ¿Has observado que cuando
concluyes un proyecto, te abocas a buscar uno nuevo?
Por naturaleza
establecemos metas. No podemos vivir sin ellas, al menos, no por mucho
tiempo. Por lo tanto, si todavía no has establecido tus metas, no tardes en
hacerlo. No importa tanto la meta, sino el hecho de tenerla.
Algunas personas
se las ingenian para posponer continuamente aquello que les gustaría hacer
en la vida, Como no están totalmente seguras de que la meta que tienen en
mente sea la que más les conviene, ¡nunca hacen nada!
La «precesión»
es el principio por el cual, al buscar una meta invariablemente obtenemos
muchas más cosas. Lo importante no es el solo hecho de alcanzar la meta,
sino aprender y perfeccionarnos en el proceso. Los logros que obtengas al
perseguir tus metas no tienen mayor importancia. Lo que realmente interesa
es en qué te transformaste.
Cuando te empeñes
por alcanzar una meta, vale la pena que recuerdes cómo operan las cosas en
este planeta. Nada se mueve en línea recta. Ninguna meta se alcanza sin
antes haber librado diversos obstáculos.
Los obstáculos son
parte de este mundo. Desafortunadamente, ciertas personas pretenden
progresar sin tener en cuenta esta situación. Las personas con éxito no son
tan brillantes, ni tan especiales, ni tan talentosas.
Sencillamente
entiendes cómo funcionan las cosas, y saben que el progreso personal tiene
que ocurrir en concordancia con los principios que gobiernan todo lo que
existe a su alrededor.
Ellos comprenden
que el logro de nuestras metas se debe a que nos corregimos continuamente.
Nos salimos de curso, corregimos y recuperamos la dirección correcta.
Si tienes metas
claras en tu mente, tus pensamientos te ayudarán a llegar a ellas. Si no
tienes metas, tus pensamientos de todas formas te llevarán hacia aquello en
lo que más piensas. Tu mente te proyectará en dirección de tus pensamientos
dominantes, suponiendo que tus pensamientos dominantes sean tus metas.
Redacta tus metas;
a pesar de que sabemos que las listas funcionan, muy pocos de nosotros las
empleamos para ordenar nuestras vidas. En el evento más importante de todos,
la vida, la mayoría de la gente deambula sin tener la más mínima intención
de elaborar una lista de lo que quiere y sí, en cambio, todo el tiempo se
pregunta por qué nunca logra nada.
Elaborar una lista
no es lo único que debemos hacer, pero constituye un método y una estructura
que nos ayuda para lograr lo que deseamos en la vida.
Las metas son
vehículos que pueden llevarnos a lograr más de lo que ahora somos.
Necesitamos metas no tanto por los resultados finales, sino porque, al
perseguirlas, nos transformamos.
Lo único que
limita nuestros logros, es la idea de que no seamos capaces de lograrlo. No
es novedad para nadie el hecho de que quienes dicen que pueden, pueden; y
quienes dicen que no pueden, no pueden. Las limitaciones que nos pongamos
son responsabilidad nuestra. Desechar las etiquetas que nos colgamos es el
primer paso hacia una vida feliz.
Siempre que
dudemos de nuestra capacidad para lograr algo, vale la pena evaluar los
obstáculos que otros han superado. Lo que cuenta no es dónde empiezas, sino
donde decides terminar. Las desventajas son una bendición si optamos por
verlas como tales, y las utilizamos como incentivos para mejorar cada vez
más.
Continuamente nos
topamos con grandes oportunidades bajo el magistral disfraz de un problema
sin solución. Tenemos la capacidad para resolver problemas y para descubrir
nuevos métodos para hacer cosas. Los problemas son parte integral del mundo
y nos mueven a aprender, a experimentar, a ponernos en acción.
Lo singular de los
seres humanos es que podemos experimentar mucho más que las demás criaturas.
Podemos crear de la nada. El hecho de que seamos seres humanos implica
problemas, pero también supone que podamos amar, reír, llorar, intentar
algo, caer, levantarnos. Quien piensa positivamente afirma que un problema
es sólo una oportunidad para aprender.
Los jóvenes salen
a la vida con un ímpetu maravilloso e incansable. Algunos de los mayores
retos en tu vida tuvieron lugar en tus años mozos, ¡y lo lograste!. Por
alguna razón, quienes de niños fueron conquistadores temerarios, de adultos
son extremadamente miedosos, tan tímidos que el menor de los propósitos les
parece un monstruo invencible.
¿No es absurdo el
hecho de que se espere más de los niños que de los adultos? A los niños les
damos a entender que más les vale actuar de manera correcta o tendrán que
atenerse a las consecuencias. ¡Desafortunadamente muchos adultos no reciben
esta misma advertencia!
En determinada
etapa de sus vidas, algunos adultos engendran la idea de que la vida
automáticamente debe recompensarlos por no haber hecho ningún esfuerzo. ¡No
deberíamos los adultos ser exigentes con nosotros mismos, como lo somos con
los niños, y preguntarnos qué hemos aprendido en los últimos doce meses o
qué no hicimos el año pasado que en éste si podemos hacer. Los problemas nos
hacen crecer.
Los errores
son la retroalimentación de nuestro desempeño. Los ganadores cometen muchos
más errores que los perdedores. Por eso son ganadores. Reciben una mayor
retroalimentación a medida que intentan un mayor número de posibilidades.
El problema con
los perdedores es que conciben los errores como sucesos desmesuradamente
terribles y no aciertan a reconocerles el lado positivo.
Las personas con
éxito consideran a los errores como experiencias valiosas, mientras que las
personas fracasadas juzgan que las equivocaciones sólo traen frustraciones.
Aprendemos más de
nuestras derrotas que de nuestras victorias. Cuando perdemos, abrimos los
ojos, analizamos, nos reorganizamos, planeamos una nueva estrategia. ¡cuando
ganamos, nos limitamos a celebrar y aprendemos muy poco! ¡He aquí otra razón
para aceptar de buen grado los errores!
Las equivocaciones
en realidad no lo son. Debemos hacernos a la idea de cometer ciertos errores
de juicio y acogerlos de buen grado como parte del proceso de aprendizaje.
Además, no en todo se tiene que ser férreamente estricto: es mucho más
fácil vivir con unos cuantos errores. Fracasar no es vergonzoso, lo
vergonzoso es no hacer el intento.
Andrew Matthews
En los valles buscas
las montañas. En las montañas buscas los ríos,
no hay a dónde ir. Estás dónde perteneces.
Puedes vivir la vida que soñaste.
Judy Collins
En una ocasión
cierto caballero me preguntó qué había sentido al fracasar tantas veces en
mis intenciones por fabricar una bombilla eléctrica. Le respondí que nunca
había fracasado, ¡sino que había descubierto exitosamente miles de maneras
en que no debía fabricarse una bombilla eléctrica!.
Thomas Edison