Con el
fin de eliminar para siempre un trastorno, hemos de trabajar primero en
disolver la causa mental. He aprendido que para cada trastorno en nuestra
vida hay una «necesidad»; de otra manera no lo tendríamos. El síntoma es
sólo un efecto externo.
Debemos entrar en nuestro interior para disolver la causa mental. A esto se
debe que la Voluntad y la Disciplina no funcionen, porque se limitan a
luchar contra el efecto externo. Es como cortar la mala hierba en lugar de
arrancarla de raíz.
Así
pues, antes de comenzar las afirmaciones de nuevas pautas de pensamiento, es
necesario trabajar en la buena disposición a dejar marchar la necesidad de
cigarrillos, exceso de peso o de lo que sea.
Cuando
la necesidad haya desaparecido, el efecto externo también desaparecerá.
Ninguna planta puede vivir cuando se la arranca de raíz.
Las
pautas mentales causantes de la mayoría de los malestares del cuerpo son la
crítica, la rabia, el resentimiento y la culpa. Si uno se entrega a la
crítica durante un tiempo suficiente, suele conducir a enfermedades como la
artritis. La rabia se transforma en cosas que hacen hervir, queman e
infectan el cuerpo.
El
resentimiento que se alberga durante mucho tiempo se encona y corroe el yo
conduciendo finalmente a la formación de tumores y cáncer. La culpa siempre
busca castigo y conduce al dolor.
Es
mucho más fácil dejar marchar estas pautas de pensamiento negativas cuando
estamos sanos que tratar de erradicarlas bajo la influencia del pánico y
ante la amenaza del bisturí.
Hace unos años me diagnosticaron un cáncer
de vagina. No era en absoluto extraño que tuviera cáncer en la región
vaginal habiendo sido violada a los cinco años de edad, y habiendo sido una
niña maltratada.
Cuando se manifestó la enfermedad ya
llevaba varios años como profesora de sanación, por lo cual fui muy
consciente de que en ese momento se me daba la oportunidad de practicar y
demostrar en mí misma lo que enseñaba a otros.
Como cualquier persona a la que se le dice
que tiene cáncer, me invadió el terror. Y sin embargo, yo sabía que la
curación mental era efectiva. Consciente de que el cáncer proviene de una
actitud de resentimiento muy hondo que se mantiene durante mucho tiempo
hasta que literalmente corroe el cuerpo, sabía que tenía que hacer muchísimo
trabajo mental.
Comprendí que si me operaban para quitarme
el cáncer y no quitaba la pauta mental que lo había creado, los médicos
irían cortando trozos de mí hasta que no hubiera más de mí que cortar.
Si me hacían la operación y al mismo tiempo
yo quitaba esa pauta mental que lo causaba, entonces no reaparecería el
cáncer.
Cuando el cáncer, o cualquier otra
enfermedad, reaparece no creo que se deba a que el médico «no quitó todo»,
sino más bien a que el paciente no ha hecho ningún cambio mental y por
consiguiente vuelve a crear la misma enfermedad.
También sabía que si conseguía eliminar la
pauta mental que había creado el trastorno llamado cáncer, no tendrían
necesidad del médico.
Me puse a trabajar con mi maestro para eliminar ese
viejo resentimiento. Hasta ese momento yo no tenía el menor conocimiento de
que albergaba ese profundo rencor. Muchas veces estamos ciegos a nuestras
propias pautas.
Era necesario que trabajara mucho en el perdón así como
desintoxicar completamente mi cuerpo y en seis meses conseguí que los
médicos estuvieran de acuerdo con lo que yo ya sabía: que ya no tenía
ninguna forma de cáncer.
Sé que por muy horrible que parezca la situación, si se
está dispuesto a realizar el trabajo de liberar y perdonar, se puede curar
prácticamente cualquier cosa. La palabra «incurable» que tanto atemoriza a
muchas personas, en realidad sólo significa que ese trastorno en particular
no se puede curar por métodos «externos» y que para efectuar la curación
debemos «entrar adentro».
El trastorno
se originó de la nada y volverá a la nada.
Louise Hay
Muchos de nosotros
nos hemos dejado influir fuertemente por los medios, convirtiendo lo que
éstos consideran «aceptable» o «hermoso» en nuestro criterio para juzgarnos
a nosotros mismos y a los demás. Cuando aceptamos sus criterios de juicio,
de hecho estamos regalando nuestro poder, pues evaluamos a todo el mundo
según los medios de comunicación.
El resultado es
que terminamos sintiéndonos descontentos con nosotros mismos y con muchas
otras personas de nuestra vida. De acuerdo con los criterios que proponen
los medios, somos demasiado gordos, demasiado flacos, demasiado bajos o
demasiado altos.
Hay partes de
nuestro cuerpo que no nos gustan, y cuando nos obsesionamos con lo que no
nos gusta, esas partes se convierten en enemigas nuestras. Muchos terminamos
por odiar el tamaño o la forma de nuestra nariz, dientes, labios, orejas,
ojos, pechos, genitales, nalgas, muslos y demás.
Cuando adoptamos
los criterios sobre el cuerpo creados en los medios, caemos en la trampa de
no estar nunca totalmente satisfechos con el aspecto de nuestro cuerpo.
Terminamos anhelando parecernos a otra persona o incluso a algún ideal
sobrehumano que hemos creado en nuestra mente a partir de toda una colección
de modelos presentados en los medios.
Cuando creamos
estos ídolos en nuestra mente, nos exponemos a sentirnos separados de los
demás ye temerosos, y a ver como enemigos tanto a nuestro cuerpo como al
mundo exterior. No son nuestros cuerpos sino nuestras actitudes las que
deben cambiar, si queremos sentir amor.
Dr.
Gerald Jampolsky
Buenos días,
cuerpo. Hoy quiero agradecerte el que me hayas acompañado durante tanto
tiempo por los senderos de mi vida. No siempre te presté el interés, el
afecto o sencillamente, el respeto que merecías. A veces, incluso he llegado
a maltratarte o tratarte duramente haciéndote violentos reproches; te he
ignorado con miradas de indiferencia y rechazado con silencios llenos de
dudas. Eres el compañero del que más he abusado, al que más he traicionado y
hoy, hacia la mitad de mi vida, te descubro de nuevo con tus cicatrices
ocultas, tu cansancio, tu admiración y tus posibilidades.
Cuerpo,
yo te soy fiel. No a mi pesar,
sino aceptando plenamente todo tu amor. Sí, he descubierto que me amabas,
cuerpo mío, que cuidabas de mí y que respetabas mi presencia ¡Con cuántas
violencias has tenido que enfrentarte para dejarme nacer, para dejarme
crecer contigo!¡Cuántas enfermedades me has
evitado,
cuántos
accidentes has tenido que afrontar para salvarme la vida!
Cuerpo, ahora
que te he encontrado, jamás volveré a dejarte. Iremos hasta el final de
nuestra vida común, y pase lo que pase, ¡envejeceremos juntos!
Jacques Salomé
Veré mi cuerpo
como a un amigo y no como a un enemigo.Recordaré
que mi mente controla mi cuerpo, y no al revés.
Elegiré no atacar a mi cuerpo con pensamientos críticos acerca de mí misma o
de otras personas.Recordaré que la esencia de mi
ser es espiritual y que mi vida no está limitada a la realidad de mi cuerpo.
Hoy me concentraré en el amor que brindo a los demás antes que en mis
pensamientos respectos de nuestros cuerpos.Hoy
procuraré amar mi cuerpo tal como es.Hoy estaré
más abierta a considerar maneras de lograr más armonía entre mi mente, mi
espíritu y mi cuerpo.
Diane
Cirincione
La humanidad
adulta es muy insana al haber cedido o dejado de lado el amor a la vida, el
sentido de privilegio y gratitud simplemente por estar vivos, cualquiera sea
su posición social. Descubrí que no importaba si le sacaba un tumor a un
paciente si su vida seguía podrida. Pensé que así no estaba solucionando
nada, sólo dando diez años más de vida miserable.
Dr. Hunter
«Patch» Adams
Tuve
en tratamiento a una paciente de 54 años, internada en un hospital, a la
que le resultaba totalmente imposible conciliar el sueño si no tomaba
somníferos. A las diez de la noche, salió de su habitación y me pidió un
somnífero:
-¿Puede darme una píldora para dormir?
-Lo
siento, se han acabado y la enfermera se ha olvidado de traer más.
-¿Cómo voy a dormir ahora?
-Por
esta noche tendrá que arreglárselas sin somníferos.
Dos
horas más tarde reapareció de nuevo:
-¿Qué
le parece, si vuelve a acostarse, y, para variar, en vez de dormir,
intenta pasar en vela toda la noche?
-Siempre he creído que estoy algo tocada de la cabeza, pero me parece
que a usted le ocurre lo mismo.
-Vea
usted, a veces me gusta hacer un poco el loco. ¿No puede entenderlo?
-¿Habla en serio?
-¿Sobre qué?
-Que
debo intentar pasar la noche sin dormir.
-Por
supuesto que hablo en serio. Inténtelo. Vamos a ver si de verdad puede
estar toda la noche sin dormir. ¿De acuerdo?
-¡De
acuerdo!
Al
día siguiente, cuando la enfermera fue a llevarle el desayuno a su
habitación, la paciente seguía profundamente dormida.
Dr.
Mohammed Sadiq
El cuerpo es una diminuta cerca que rodea a una pequeña
parte de una idea que es completa y gloriosa.
Un Curso de
Milagros
Ver el cuerpo
como un medio por el cual el mundo se transforma, y no como un fin en sí
mismo, es verlo de una manera saludable. Ver el cuerpo como un fin y no como
un medio, atribuirle propósitos egoístas o faltos de amor, es imponerle una
carga para la cual no está hecho. Se trata de un pensamiento enfermo que
crea enfermedad en el cuerpo.