Fui a los
bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos
esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que
enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había
vivido.
El poema de la
creación es perenne pero pocos son los oídos que lo escuchan.
La mayoría de los hombres
viven una vida de tranquila desesperación. Lo que llamamos resignación no es
más que una confirmación de la desesperación. De la ciudad desesperada
pasamos al campo desesperado.Hasta detrás de los llamados juegos y diversiones de
la humanidad se encuentra una desesperación estereotípica, aunque
inconsciente. No hay diversión en ellos, porque esta viene sólo después del
trabajo. Pero no hacer cosas desesperadas es una característica de la
sabiduría.
Nunca es demasiado tarde para renunciar a nuestros
prejuicios. No se puede creer firmemente, sin pruebas, en alguna forma de
pensar o de hacer, por antigua que sea. Lo que hoy todo el mundo repite y
acepta como verdadero, puede convertirse en mentira mañana, una mera opinión
de humo que algunos creyeron fuera nube que daría agua fertilizadora para
los campos. Tratad de hacer aquello que la gente antigua afirma ser
imposible de realizar, y demostrad que sí podéis. Los hechos antiguos
pertenecen a las generaciones antiguas, y los nuevos, a la nueva generación.
Estamos obligados a vivir
concienzuda y sinceramente, reverenciando nuestra vida y negando la
posibilidad de un cambio. Decimos que este es el único camino; pero hay
tantos caminos como radios pueden trazarse desde un centro. Cualquier cambio
es un milagro digno de ser contemplado; pero es también un milagro que
ocurre a cada instante. Preveo que cuando un hombre haya convertido un hecho
de la imaginación en un hecho de su entendimiento, todos los hombres a la
larga establecerán sus vidas sobre esa base.
Lo necesario para la vida del
hombre que vive en este clima puede ser clasificado con exactitud bajo estos
títulos: alimento, refugio, ropa y combustible. Porque hasta que no nos
hayamos provisto de estos, no podremos considerar con libertad y posibilidad
de éxito los problemas de la vida.
La mayor parte de los lujos, o
las llamadas comodidades de la vida, no son solamente innecesarios, sino
también impedimentos para la elevación de la humanidad. En lo que se refiere
a los lujos y comodidades de la vida, diré que los más sabios siempre han
vivido vidas más simples y pobres que las vidas de los mismos pobres.
Nadie puede ser un observador
sabio e imparcial de la raza humana si no se encuentra en la ventajosa
posición de lo que deberíamos llamar pobreza voluntaria. Hoy en día tenemos
profesores de filosofía, pero no filósofos. Sin embargo, enseñarla es
admirable porque en un tiempo también lo fue vivirla. Ser un filósofo no
consiste en tener pensamientos sutiles meramente, ni en fundar una escuela,
sino en amar la sabiduría tanto como para vivirla de acuerdo con sus
dictados, para llevar una vida de simplicidad, independencia, magnanimidad y
confianza. Consiste en resolver no sólo teóricamente algunos problemas de la
vida, sino también prácticamente.
¿Cuál es la razón por la cual
el hombre se ha arraigado a la tierra, sino para poder elevarse hacia los
cielos en la misma proporción? Porque las plantas más nobles son valoradas
por el fruto que llevan al fin al aire y a la luz lejos del suelo, y estas
no son tratadas como las plantas comestibles más humildes, que a pesar de
ser bienales, son cultivadas solamente hasta que han perfeccionado su raíz,
y a menudo son cortadas en la punta con esta intención, en forma tal que la
mayoría de la gente no las reconocería en su época floreciente.
Si me atreviera a contar de
qué manera deseaba pasar mi vida años atrás, sorprendería mucho a los
lectores que la ignoran. Sólo voy a indicar algunas de las empresas que he
acariciado. En cualquier época y en cualquier hora del día o de la noche,
siempre he estado ansioso por mejorar la oportunidad que se me presentara y
también por documentarla; por pararme sobre el encuentro de dos eternidades,
el pasado y el futuro, que es precisamente el momento presente: por acatar
esa regla.
Poder anticiparse no sólo a la salida del sol y la aurora, sino
también, si fuera posible, ¡a la misma naturaleza! Es verdad que nunca ayudé
materialmente a la salida del sol, pero el solo hecho de estar presente era
de suma importancia para mí. ¡Cuántos días de otoño y de invierno pasé en
las afueras de la villa, tratando de oír lo que había en el viento, de
escucharlo y manifestarlo prontamente!
El hombre que no cree que cada
día contiene una hora más temprana, más sagrada y rosada que la que él ya ha
profanado, ha desesperado de la vida, y está avanzando por un camino
descendente y oscuro. Luego de un paro parcial de su vida sensitiva, el alma
de un hombre, o más bien sus órganos, se refortalecen cada día, y su Genio
de nuevo ensaya si puede hacer otra vida noble. Debiera decir que todos los
sucesos memorables ocurren durante la mañana y en una atmósfera matutina.
Debemos aprender a volvernos a despertar, y a mantenernos despiertos, no con
ayuda mecánica, sino por medio de una infinita espera de la aurora, que no
nos abandone en nuestro sueño más profundo. No sé de un hecho que anime más
que la incuestionable capacidad del hombre para elevar su vida gracias a un
esfuerzo consciente.
La más elevada de las artes consiste en alterar la calidad del
día. Todo hombre tiene como tarea hacer su vida digna, hasta en sus menores
detalles, de la contemplación de su hora más elevada y crítica.
No quería vivir lo que no
fuera la vida; ¡es tan hermoso el vivir!; tampoco quise practicar la
resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir
profundamente y extraer toda la médula de la vida, vivir en forma tan dura y
espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida, cortar una amplia
ringlera al ras del suelo, llevar la vida a un rincón y reducirla a sus
menores elementos, y si fuera mezquina, obtener toda su genuina mezquindad y
dar a conocer su mezquindad al mundo, o si fuera sublime, saberlo por propia
experiencia y poder dar un verdadero resumen de ello en mi próxima salida.
Los niños, que juegan a la
vida, discriminan mejor su verdadera ley y sus relaciones, con más claridad
que los hombres que no logran vivirla dignamente pero que se creen más
sabios por su experiencia, es decir, por sus fracasos.
En la eternidad hay realmente
algo verdadero y sublime, pero todos esos tiempos y lugares y ocasiones
existen ahora y aquí. El mismo Dios culmina en el momento presente, y nunca,
en el lapso de todas las edades, será más divino. Y podemos percibir todo lo
que es sublime y noble tan sólo por la perpetua inspiración e instilación de
la realidad que nos rodea. El universo responde a nuestras concepciones,
constante y obedientemente; ya sea que viajemos con rapidez o lentitud, el
camino está abierto para nosotros. Por lo tanto, dediquemos nuestra vida a
concebirlo. El poeta o el artista no han tenido nunca un designio tan bello
y noble que al menos alguien de su posteridad no pudiera cumplirlo.
El tiempo sólo es el río en el que voy a pescar. Bebo en él; pero
mientras bebo, veo el lecho arenoso y descubro cuán superficial es. Su fina
corriente se desliza a lo lejos, pero la eternidad permanece.
Si estuviéramos siempre
ganándonos la vida y regulando nuestra vida de acuerdo con la última y mejor
forma de vivir que hemos aprendido, nunca nos acosaría el tedio. Sigue a tu
genio bien de cerca y no dejará este de mostrarte un panorama nuevo cada
hora.
En mí casa tenía tres sillas:
una para la soledad, dos para la amistad, tres para la sociedad. Cuando
inesperadamente venía un gran número de visitantes, sólo estaba la tercera
silla para todos ellos, pero por lo general economizaban espacio quedándose
de pie.
Todo hombre edifica, según un
estilo puramente propio, un templo que se llama su cuerpo para el Dios a
quien adora, y no puede escaparse de ello poniéndose a martillear el mármol.
Todos somos escultores y pintores, y los materiales que empleamos son
nuestra propia carne, sangre y huesos. Cualquier nobleza comienza enseguida
a refinar los rasgos del hombre, cualquier bajeza o sensualidad empieza a
embrutecerlos.
Si uno avanza confiado en la
dirección de sus ensueños y acomete la vida que se ha imaginado para sí,
hallará un éxito inesperado en sus horas comunes. Dejará atrás algunas
cosas, cruzará una invisible frontera; unas leyes nuevas, universales y más
liberales, principiarán a regir por sí mismas dentro y alrededor de él; o
las viejas leyes se expandirán y serán interpretadas en beneficio suyo en un
sentido más generoso, y vivirá con el permiso de seres pertenecientes a un
orden más elevado. En la proporción en que haga más sencilla su vida, le
parecerán menos complicadas las leyes del universo y la soledad no será
soledad, ni la pobreza será pobreza, ni la debilidad será debilidad. Si uno
ha construido castillos en el aire, su tarea no se perderá; porque ahí están
bien edificados. Que tan sólo ponga ahora los cimientos bajo esos castillos.
¿Por qué hemos de tener una
prisa tan grande en triunfar, y en empresas tan desesperadas? Si un hombre
no marcha a igual paso que sus compañeros, puede que eso se deba a que
escuche un tambor diferente. Que camine al ritmo de la música que oye,
aunque sea lenta y remota. No importa que madure con la rapidez del manzano
o del roble. ¿Cambiará él su primavera en estío? Si todavía no existe la
coyuntura de las cosas para las que fuimos creados, ¿con qué realidad las
reemplazaríamos? No debemos encallar en una realidad hueca. ¿Construiremos
con trabajo un cielo de vidrio azul sobre nosotros, para que cuando esté
hecho nos afanemos en contemplar, más lejos y arriba, el verdadero cielo
etéreo, como si no existiera el anterior?
Por menguada que sea tu vida,
enfréntala y vívela; no la esquives, ni le apliques rudos apelativos. Ella
no es tan mala como tú. Parecerá más pobre cuanto más rico seas tú. Aun en
el paraíso hallará faltas el crítico. Ama tu vida por pobre que sea. Puedes
tener horas agradables, emocionantes y gloriosas hasta en un asilo. El sol
poniente se refleja en las ventanas de un hospicio con igual brillo que en
la mansión del hombre opulento; en la primavera, la nieve se funde ante su
puerta tan pronto como en otras partes. Un alma reposada puede vivir ahí tan
contenta y tener pensamientos tan alegres como en un palacio. Con frecuencia
me parece que los pobres de la villa viven una vida más independiente que
cualquier otra persona. Quizá son sencillamente lo bastante grandes para
recibir sin desconfianza. Cultiva la pobreza como una hierba de jardín, como
la salvia.
No te intereses mucho en conseguir cosas nuevas, ya sean vestidos
o amigos. Da vuelta los viejos vestidos; vuelve a los viejos amigos. Las
cosas no varían, nosotros sí. Vende tus ropas y conserva tus pensamientos.
Dios verá que no te haga falta la sociedad. Si yo estuviera confinado en el
rincón de una buhardilla de por vida, igual que una araña, el mundo sería
para mí exactamente tan grande como antes, mientras mantuviera mis
pensamientos conmigo. No busques tan ansiosamente desarrollarte, ni
someterte a muchos influjos; todo eso es disipación. La humildad, como la
oscuridad, revela las luces del cielo.
Las sombras de la pobreza y de la miseria se acumulan a nuestro
alrededor y ¡qué maravilla!, la creación se ensancha ante nuestros ojos.
Recordemos a menudo que si se nos confiriera la riqueza de Creso, nuestros
objetivos deberían ser los mismos, y nuestros medios idénticos en esencia.
Si además, la pobreza restringe tu actuación, si, por ejemplo, no puedes
comprar libros ni periódicos, te limitarás a las experiencias de mayor
significación y más vitales; ello te obligará a ocuparte del material que
rinde más azúcar y más almidón. La vida más dulce es la que está más próxima
a los huesos. No podrás ser una persona frívola. Nada pierde el hombre en un
nivel inferior por su grandeza en un nivel superior. Con riqueza superflua
no se puede comprar sino cosas superfluas. No hace falta dinero para cosa
alguna necesaria para el alma.
La luz que enceguece nuestros ojos es oscuridad para nosotros.
Sólo alborea el día para el cual estamos despiertos. Hay aún muchos días por
amanecer. El sol no es sino una estrella de la mañana.