NOS MANTENEMOS SIEMPRE PENDIENTES DE LO EFÍMERO

 

 

 

 

 

 

La vida se nos presenta como una selva de imprevistos, situaciones de angustia, o un mar de lo mismo todos los días. Pareciera que es la angustia o el aburrimiento y el vacío lo que domina nuestras vidas.

 

Mientras, pasa el tiempo y esperamos el momento de la muerte sin darnos cuenta de ello. No puede ser que la vida se vaya entre vivir en la inquietud, el apuro y el estrés o vivir en el hastío, el tedio y la falta de objetivos dejando atrás la armonía, la responsabilidad, el amor, la empatía y la capacidad de encontrarnos.

 

Cuando se trata de la cura de nuestra mente, de nuestros sentimientos y de nuestro cuerpo evitamos responsabilizarnos de nosotros y de nuestros estados de conciencia. Optamos por una salida externa aparentemente fácil y objetiva que casi siempre se traduce en fármacos que eliminan el síntoma. Y esta opción se profundiza como la única posible porque nos han acostumbrado a tenerle miedo al dolor.

 

A veces no nos damos cuenta, nos mantenemos siempre pendientes de lo efímero y en el olvido de los recuerdos, en la incomprensión de nosotros y de los demás, anestesiando nuestros sentimientos y sensaciones.

 

El ser humano es un buscador de significados, pero casi nunca está consciente que los significados los construye él mismo porque están dentro de sí..

 

La mente ayuda a dar forma a lo acontecimientos. Podemos hablar de la mente como un sistema que se retroalimenta a sí mismo y a la realidad en una danza continua. No podemos dejar de danzar, pero sí elegir los pasos de la danza, experimentar nuevos pasos, cambiar el ritmo y la melodía, participar de otros ritmos.

 

De aquí la importancia de prestar atención a nuestros pensamientos automáticos, a nuestras repeticiones mentales, que como «mantras» negativos nos mantienen en un horizonte de parálisis, angustia y desesperación.

 

El hombre, en vez de comunicarse con su parte inconsciente y su alma y así construir un nuevo tipo de pensamiento y sabiduría que lo lleven a vivir mejor, lo que desarrolla testarudamente es una competencia de fuerza a ver quién vence; y nunca vence el hombre.

 

La conciencia es la atención focalizada en una determinada parte de la realidad y la capacidad autorreflexiva que tenemos todos. La atención siempre está centrada en algo. Pero la conciencia que tiene conciencia de sí misma, no tiene conciencia de todo.

 

Creer y sentir que el ego somos nosotros, ha llevado a la mayoría de las personas a pensar que no pueden distanciarse de él, como si el ego los tuviese firmemente agarrados por la garganta.

 

El hacer algo es escoger algo, pero muchas veces escogemos sin darnos cuenta y luego sufrimos las consecuencias.

 

Si existe una lucha entre consciente e inconsciente siempre el inconsciente ganará. Tome conciencia de que ese inconsciente del cual usted es parte está tratando de protegerlo. Entonces luchar con él no sirve, enfrentarse a una parte de usted que está tratando de protegerlo es una locura.

 

Dr. Miguel Posani

 

 

He entrevistado a cientos de personas que han sido diagnosticadas con enfermedades pero cuyo cuerpo se ha regenerado por sí solo sin la ayuda de una intervención médica convencional. Observé que una de las causas principales de esas remisiones espontáneas era que habían cambiado su forma de pensar. Cuando afirmo que nuestros pensamientos se convierten literalmente en materia, me baso en la más pura vanguardia científica. Básicamente, esos individuos cambiaron la arquitectura neurológica de su cerebro. Todas esas personas que tenían una remisión espontánea compartían cuatro cualidades específicas.

 

 Lo primero es que todas aceptaron, creyeron y entendieron que había una inteligencia superior dentro de ellos, da igual si la calificaban de divina, espiritual o subconsciente. Lo segundo es que todas aceptaron que fueron sus propios pensamientos y sus propias reacciones las que crearon su enfermedad. Hay un floreciente campo científico llamado psiconeuroinmunología que demuestra la conexión existente entre la mente y el cuerpo. La tercera característica común es que cada persona decidió reinventarse a sí misma para llegar a ser otro, y los estudios actuales en neurociencias muestran que esto es totalmente posible.

 

 Por último, tenían en común que durante el periodo en que intentaban meditar o imaginar en qué querían convertirse, hubo tiempos largos en que perdieron la noción del tiempo y el espacio. El lóbulo frontal representa un 40% ciento de la totalidad del cerebro, y cuando estamos de verdad concentrados o focalizados, el lóbulo frontal actúa como un control de volumen. Como tiene conexiones con todas las demás partes del cerebro, puedo rebajar el volumen del tiempo y del espacio.

 

En otras palabras, los circuitos que tienen que ver con mover tu cuerpo, sentirlo, percibir lo que hay fuera y percibir el tiempo pasan a un segundo plano, y el pensamiento se convierte en la experiencia en sí, es más real que cualquier otra cosa. De este modo el lóbulo frontal elimina todo lo que no es prioritario para focalizarse en un único pensamiento, y es en ese momento en que el cerebro rehace su cableado.

 

Aquello en lo que pensamos y en lo que concentramos nuestra atención con más frecuencia es lo que nos define a escala neurológica. Un reciente estudio demuestra que las grandes ideas surgen cuando uno está relajado, pensando en otras cosas. Entre la intención y el rendirse.

 

Antes se creía que la parte derecha del cerebro es la parte emocional o sentimental, el lado creativo, y la izquierda, la racional o lógica. Pero de hecho, el lado derecho del cerebro es el responsable de procesar la novedad cognitiva, las nuevas ideas que, cuando ya están memorizadas, cuando se convierten en familiares, pasan al lado izquierdo del cerebro. Es lo que conocemos como rutina cognitiva.

 

Cuando un neófito escucha música la oiga con el lado derecho del cerebro, pero un músico profesional lo haga con el izquierdo. Esto significa que tenemos la oportunidad de aprender cosas nuevas y recordarlas, es la manera que tiene la evolución de hacer conocido lo desconocido. Podemos cambiar nuestra mentalidad. Al crear nuevos cableados y fortalecerlos con nuestro pensamiento, dándoles prioridad, los que no utilizamos tienden a desaparecer. La inteligencia espiritual es la misma inteligencia que organiza y regula todas las funciones corporales.

 

Esta fuerza hace que nuestro corazón lata ininterrumpidamente unas cien mil veces cada día sin que nosotros pensemos siquiera en ello, y se encarga de las sesenta y siete funciones del hígado, aunque la mayoría de la gente ni siquiera sabe que ese órgano realiza tantas tareas.

 

Esta inteligencia sabe cómo mantener el orden entre las células, los tejidos, los órganos y los sistemas corporales, porque ha sido ella quien ha creado el cuerpo a partir de dos células individuales. El cerebro no puede cambiar el cerebro porque es sólo un órgano, y la mente no puede cambiar el cerebro porque es un producto del cerebro. Así que tiene que existir algo que está operando en el cerebro para que cambie la mentalidad.

Se trata de la búsqueda del ser, la ciencia nos permite explicar que efectivamente tenemos control sobre nuestra mente y nuestro cerebro, es decir, que no somos un efecto de nuestros procesos biológicos sino una causa. Básicamente, más allá de mis estudios sobre las remisiones espontáneas de enfermedades, lo que intento transmitirle es que nuestros pensamientos provocan reacciones químicas que nos llevan a la adicción de comportamientos y sensaciones y que cuando aprendemos cómo se crean esos malos hábitos, no sólo podemos romperlos, sino también reprogramar y desarrollar nuestro cerebro para que aparezcan en nuestra vida comportamientos nuevos.


La investigación científica de vanguardia está mostrando que la genética tiene la misma plasticidad que el cerebro. Los genes son como interruptores, y es el estado químico en que vivimos el que hace que algunos estén encendidos y otros apagados, los genes son igual de plásticos que nuestro tejido neuronal.

Cada vez que pensamos fabricamos sustancias químicas; estas sustancias a su vez son señales que nos permiten sentir exactamente cómo estábamos pensando. Así que si tienes un pensamiento de infelicidad, al cabo de unos segundos te sientes infeliz. El problema es que en el momento en que empezamos a sentir de la manera en que pensamos, empezamos a pensar de la manera en que nos sentimos, y eso produce aún más química.

Es un círculo vicioso y así se crea lo que llamamos el estado de ser. La repetición de estas señales hace que algunos genes estén activados y otros apagados. Memorizamos este estado como nuestra personalidad, así que la persona dice que es una persona infeliz, negativa, o llena de culpa, pero en realidad lo único que ha hecho es memorizar su continuidad química y definirse como tal.

 

Nuestro organismo se acostumbra al nivel de sustancias químicas que circulan por nuestro torrente sanguíneo, rodean nuestras células o inundan nuestro cerebro. Cualquier perturbación en la composición química constante, regular y confortable de nuestro cuerpo dará como resultado un malestar.

Estamos enganchados a nuestra química interna, haremos prácticamente todo lo que esté en nuestra mano, tanto consciente como inconscientemente y a partir de lo que sentimos, para restaurar nuestro equilibrio químico acostumbrado. Es cuando el cuerpo ya manda sobre la mente.

No se trata sólo de cambiar la química cerebral, también los circuitos cerebrales, el cableado. Si podemos forzar al cerebro a pensar con otros patrones o secuencias, estamos creando una nueva mente. El principio de la neurociencia es que si las células neuronales se activan conjuntamente, se entrelazan creando una conexión más permanente. Una persona ante una situación, por nueva que sea, recurre a esa conexión, es decir, repite el mismo pensamiento una y otra vez y da las mismas respuestas, su cerebro no cambia, vive con la misma mente cada día.


Se interrumpe el ciclo a través del proceso de conocimiento y de la experiencia podemos cambiar el cerebro. Es buena idea examinar constantemente qué podemos cambiar dentro de nosotros. Si cada mañana nos planteáramos cuál es la mejor idea que podemos tener de nosotros mismos, tendríamos otro tipo de mundo.

La mayoría de las personas cree que las emociones son reales. Las emociones y los sentimientos son el producto final, el resultado de nuestras experiencias. Si no hay experiencias nuevas o vividas de otra manera, vivimos siempre en la actualización de sentimientos pasados. Se trata del mismo proceso químico vez tras vez. Una pregunta que ayudaría a cambiarnos es saber qué sentimiento tengo cada día que me sirve de excusa para no cambiar.

 

Si las personas empiezan a decirse que pueden eliminar la culpa, la vergüenza, las sensaciones de no merecer, de no valer, si podemos eliminar esos estados emocionales destructivos, empezamos a liberarnos, porque son estos estados emocionales los que nos impulsan a comportarnos como animales con grandes almacenes de recuerdos. ¿Cuál es el mayor ideal de mí mismo? ¿Qué puedo cambiar de mí mismo para ser mejor persona? ¿A quién en la historia admiro y qué quiero emular?

El conocimiento es lo que precede a la experiencia. Aprender una información es personalizarla y aplicarla. Debemos modificar nuestro comportamiento para poder tener una nueva experiencia que a su vez crea nuevas emociones. El conocimiento es para la mente; la experiencia, para el cuerpo. Tenemos que enseñar al cuerpo lo que la mente ha entendido intelectualmente. Si seguimos repitiendo esa experiencia, se archiva en un sistema nuevo en el cerebro, y eso permite pasar del pensar al hacer, al ser.

El hábito más grande que tenemos que romper es el de ser nosotros mismos, porque la neurociencia y la psicología dicen que la personalidad ya esta formada antes de los 35 años, eso significa que tenemos los circuitos hechos para poder enfrentarnos a cualquier situación y, por lo tanto, vamos a pensar, a sentir y actuar de la misma manera el resto de nuestros días. Pero los últimos estudios muestran que es posible cambiar la personalidad en todas las etapas de la vida, para eso hay que convertir el hábito inconsciente en algo consciente, llegar a tener conciencia de esos pensamientos y sentimientos inconscientes.

Aunque llegues a entender intelectualmente que tu padre era muy dominante, eso no cambia tu condición. El primer paso siempre es aprender. Mientras vamos aprendiendo nueva información y empezamos a pensarla, la contrastamos con nuestras creencias y la analizamos, estamos cambiando nuestro cableado, construyendo una nueva mente. Una vez esa nueva mente está establecida, tenemos que empezar a pensar cómo mostrarla, y ahí entra el cuerpo. Cualquier proceso de cambio requiere el desaprender y el reaprender.

 

Joe Dispenza
 

 

Abou Ben Adhem, ¡Dios haga crecer su tribu! Se despertó una noche de un profundo sueño de paz, y vio a la luz de la luna que iluminaba su habitación, haciéndola esplendorosa como un lirio en flor, a un Ángel que escribía en un Libro de oro.
El largo reposo había hecho descarado a Ben Adhem, por lo que le dijo a la presencia de su habitación:
-¿Qué escribes?.
La visión levantó la cabeza y con una mirada toda llena de dulzura contestó:
-Los nombres de aquellos que aman al Señor.
¿Y está el mío? -dijo Abou.
-Pues no, no está, -replicó el Ángel.
Abou habló entonces más bajo, pero todavía seguro de sí:
-Te ruego, pues, que me escribas como uno que ama a sus semejantes.
El Ángel escribió y desapareció. A la noche siguiente se apareció de nuevo, en medio de una brillante luz y mostró los nombres de los escogidos por el amor de Dios; y, he aquí que el nombre de Ben Adhem precedía a todos los demás.
 
James Henry Leigh Hunt

 

 

Esto es lo que engaña a la gente: un hombre es un contador de cuentos, vive rodeado de sus cuentos y los cuentos de otros, ve todo lo que le pasa a través de ellos e intenta vivir su propia vida como si estuviera contando un cuento.

 

Jean Paul Sartre

 

 

Así como hay gente despierta, hay gente dormida toda la vida.

 

Éon d´Étoile, hereje del siglo XI

 

 

La verdadera psicoterapia es perder la mente y volver a los sentidos.

 

Fritz Perls

 

 

El proceso de vida normal es un libre abrirse y cerrarse a las experiencias como movimiento hacia lo externo o adentrarse en las experiencias internas. La verdad no es eterna: es un programa.

 

Carl Jung

 

 

Si no fuera por el punto quieto, no habría danza alguna.

 

Thomas Stearns Eliot

 

 

 

Jasmin Esculpi

 

 

 

En el mundo de la mente, la nada -lo que no es- puede ser una causa. En el mundo de las ciencias exactas preguntamos por las causas y esperamos que existan y sean «reales». Pero recuerde que cero es diferente a uno, y porque cero es diferente a uno, el cero puede ser una causa en el mundo psicológico, el mundo de la comunicación. La carta que usted no escribe puede provocar una respuesta airada.

 

Gregory Bateson

 

 

No sé quién sería el que descubrió el agua, pero estoy seguro de que no fue un pez.

 

Marshall McLuhan

 

 

 

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