Won era un campesino tibetano, viejo y sabio, que vivía en las montañas del
Himalaya. Quizás más por viejo que por sabio, Won había aprendido a
reconocer sus propias limitaciones y a no fatigarse enfrentándolas, sino a
hallar la felicidad en armonía con ellas.
Cierta
vez Won salió en busca de unas semillas para su humilde sembrado. Tomó por
el camino de los desfiladeros y al cabo de un rato advirtió que un tigre le
seguía los pasos.
Sin
inquietarse, Won comenzó a caminar más aprisa, pero pronto descubrió la
existencia de otro tigre. Este estaba en el mismo camino, sólo unos cuantos
pasos adelante y venía cautelosa y amenazadoramente a su encuentro.
Won
dirigió entonces su mirada hacia abajo y alcanzó a divisar en el fondo del
abismo a un centenar de tigres aguardando su caída. Won comprendió de
inmediato que su fin era inminente.
Pero
recogiendo su mirada, logró ver que sólo unos cuantos metros más abajo
un viejo cerezo extendía su tronco y ramas desde la ladera de la montaña.
Sin dudar un instante Won se lanzó hábilmente y quedó abrazado al tronco del
árbol. Su corazón estaba agitado y sus sentidos turbados pero Won se
mantenía fuertemente aferrado al viejo cerezo. Advirtió entonces que del
extremo de una de las ramas pendía una espléndida cereza.
Se desplazó muy cuidadosamente hacia ella hasta que, extendiéndose, la
alcanzó. La tomó entre sus dedos. Contempló con deleite su forma y su color.
Palpó su estirada piel. Se regocijó con su exquisito aroma. Y se la llevó a
la boca. Le hincó sus dientes justo en el momento en el cual la rama se
quebró.
Won, asido de la rama, cayó al abismo. Won
no opuso resistencia a
la caída puesto que había aprendido a reconocer sus limitaciones y a
encontrar su felicidad en armonía con ellas. Naturalmente, Won Murió. Pero
murió disfrutando de su última cereza.
Relato zen versión de Daniel Mato
A pesar de su sencillez, la
frase «ir con la corriente» tiene en realidad una gran profundidad
espiritual; la existencia se renueva constantemente y, aun así, nuestra
tentación es contestar siempre con reacciones viejas.
Cuando nos sorprendemos
resistiéndonos a algo, que es, básicamente, decir no, en general estamos
tratando de imponerle una creencia o una costumbre vieja a una situación
nueva.
La ley del menor esfuerzo nos
pide que reconozcamos la frescura de la vida permitiendo su libre
desenvolvimiento. Nos dice que debemos vivir el momento, buscar la ayuda de
la naturaleza y dejar de culpar a los demás o a las cosas externas.
En su fluir, el espíritu
organiza los millones y millones de detalles que sostienen la vida, desde
los infinitos procesos requeridos para mantener viva una célula, hasta las
enormes complejidades del universo en evolución. Al conectarnos con el
espíritu, navegamos con el poder organizador del cosmos y lo aprovechamos.
Sin embargo, para mucha gente
el concepto del menor esfuerzo es difícil. Aunque nuestra tecnología busca
constantemente maneras de ahorrar trabajo con máquinas más eficientes,
traducir eso al plano humano no es fácil. El mayor obstáculo es nuestra
ética del trabajo, según la cual el mayor esfuerzo trae más recompensas.
Pero hay dos fallas en esto.
Primero, la naturaleza misma opera a través del menor esfuerzo: según las
leyes de la física, todo proceso, desde la rotación de un electrón hasta la
rotación de una galaxia, debe funcionar de acuerdo con el gasto de energía
más eficiente, ofreciendo la menor resistencia posible.
Segundo, las fuentes del
progreso humano han sido siempre las ideas, la inspiración y el deseo, los
cuales nos llegan espontáneamente. No hay forma de forzar la inspiración, o
el deseo o, incluso las buenas ideas.
A las personas se les puede
enseñar ideas relacionadas como no oponer resistencia, no estar a la
defensiva y asumir responsabilidad por la manera como elegimos trabajar. La
aceptación es un concepto clave porque cada vez que oponemos resistencia
desperdiciamos gran cantidad de esfuerzo.
La indefensión, o el no estar
a la defensiva, es una actitud relacionada con la aceptación, porque el
hecho de tener que defender nuestro punto de vista crea conflicto y caos,
los cuales representan un desperdicio enorme de energía.
Tratar de salirnos siempre con
la nuestra es una tentación que muy pocos podemos resistir, aunque la ley
del menor esfuerzo nos dice que podemos obtener lo que deseamos a través de
medios diferentes de la lucha y el conflicto.
Podemos seguir el flujo del
espíritu, confiados en que su infinito poder organizador se ocupará de
nuestras necesidades. Así, la ley del menor esfuerzo nos aporta la fe y la
paciencia. A todos nos han enseñado que el camino del éxito está sembrado de
luchas y batallas.
En realidad, es mucho más
importante tener fe en nuestros deseos. Si creemos que los demás existen
para cerrarnos el camino de la realización de nuestros deseos, no tenemos
otra salida que estar constantemente a la defensiva. Por tanto, debemos
saber que existe un poder que otorga nuestros deseos, el cual está mucho más
allá del poder de las otras personas.
El éxito y la realización
vienen de adentro y que lo único que importa es el interior. Todos somos
responsables por lo que sentimos, lo que deseamos y la forma como
enfrentamos los desafíos de la vida.
La manera de cumplir la más
elevada de las responsabilidades no es trabajar hasta el cansancio, sino
realizar el trabajo del espíritu con una actitud de alegría y creatividad.
Esta es la única manera de hacer posible una vida sin lucha.
Haz todo lo que puedas
por organizar tu vida, pero recuerda que la naturaleza es la organizadora
por excelencia. No trates de controlar el curso del río. En
los momentos de mayor productividad y creación, la naturaleza no trabaja,
juega. El mejor trabajo sale de nosotros sin esfuerzo. Al final de nada sirve oponer resistencia a la vida. Ábreles la puerta a los dones del espíritu. Hoy mi
conciencia se mantendrá establecida en la no defensa. Renunciaré a la
necesidad de defender mi punto de vista.
Deepak
Chopra
Coopera con tu destino,
no vayas en contra de él, no lo sofoques. Ayúdalo a realizarse.
Nisargadatta Maharaj
La vida es como un río.
No se puede entrar en el mismo punto dos veces.
Heráclito
Los problemas
significativos que afrontamos no pueden solucionarse en el mismo nivel de
pensamiento en el que estábamos cuando los creamos.
Albert Einstein
Vive lo más cerca
posible del arroyo por el que fluye tu vida.
Henry David Thoreau
El arte de ser sabio es
el arte de reconocer lo que debemos pasar por alto.
Henry James
El universo cuenta con
un programa de ayudas que se corresponde con la situación, pero para acceder
a él tenemos que dar el salto, y sin garantías.
Dorothy Fadiman
Si luchas contra la
vida, la vida siempre gana. Si quieres tener más paz mental, deja de
etiquetar como «bueno» o como «malo» todo lo que pase.
Andrew Matthews
Lo más elevado que el
hombre puede alcanzar es su capacidad de asombro; y si los fenómenos
esenciales le hacen asombrarse, dejadle que sea feliz; no puede recibir nada
más elevado, y nada debe buscar más allá de esto; aquí está el límite.
Johann Goethe
No vayas diciendo por
ahí que el mundo te debe esto y aquello. El mundo no te debe nada. El estaba
aquí antes.
Mark Twain
Siempre que Dios quiere
enviarnos un regalo, lo envuelve con un problema. Cuanto más grande sea el
problema, más grande es el regalo.
Norman Vincent Peale
Soltar es el acto de mayor amor que un ser poderoso puede realizar hacia
alguien o algo. Es una acción de máxima confianza que sólo puede llevarla a
cabo un ser que viva desde su poder ilimitado y sea consciente de que se
encuentra en el centro de un Universo armónico, donde todo lo que es y todo
lo que sucede sirve para honrar ese poder que protagoniza.