MATTHIEU RICARD: EL PLACER SE CONSUME A SÍ MISMO

 

Matthieu Ricard fotografo

 

Matthieu Ricard nació el 15 Febrero 1946 en Aix Les Bains, Francia. Es hijo del filósofo Jean François Revel y de la pintora Yahne Le Toumelin. Es biólogo molecular por el Instituto Pasteur, fotógrafo, escritor y monje budista. Es intérprete al francés del Dalai Lama y fue discípulo y asistente de Dilgo Khyentse Rinpoche. Actualmente reside en el Monasterio Shechen en Katmandú, Nepal en una pequeña habitación y sus posesiones son dos pares de zapatos y la alegría de poder ayudar a miles de personas.

Al finalizar los estudios, en un principio fue a la India, a Darjeeling, había visto documentales sobre los grandes maestros espirituales del Tíbet que habían huido de la invasión china del Tíbet. Estaba tan impresionado que pensó que debía ir y conocer a estos maestros.

No lo sabía aun, sólo lo hacía por pura curiosidad, pero luego de conocerlos, se dio cuenta que ellos eran personas realmente extraordinarias. Entonces fue y volvió durante muchos años. Y luego de seis años, en 1972, terminó su doctorado y decidió irse a vivir allí, a Darjeeling para concentrarse en la práctica del budismo tibetano abandonando su carrera científica.

 

Matthieu Ricard y el Dalai Lama

Al comienzo fue el encuentro con esas personas asombrosas. Había algo en ellos, algo muy difícil de describir relacionado con la sabiduría, la compasión, la serenidad, la paz interior. Ellos eran el ejemplo de lo que enseñaban.

Se interesó en la relación de la ciencia y el budismo, el estudio y desarrollo de los efectos del entrenamiento mental sobre el cerebro en particular de los efectos de la meditación sobre la compasión y llevarla a la acción.

En el año 2004, ya con una larga carrera como monje budista, y bajo la dirección del neurocientífico Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin, Ricard y otros meditadores de larga experiencia fueron sometidos durante meses a un exhaustivo experimento con escáneres cerebrales para detectar su nivel de estrés y medir las consecuencias de un tipo de meditación concreto en el que se genera un estado de amor y compasión pura no enfocada hacia nada ni nadie en particular. El nivel de estos meditadores era mucho mayor que el resto de la población y podían mantenerlo durante más tiempo.

 

Matthieu Ricard y Richard Davidson

 

Los resultados de Ricard mostraron niveles por encima de lo conocido hasta entonces de emoción positiva en el córtex prefrontal izquierdo del cerebro mientras que la actividad del lóbulo derecho justo en el área relacionada con la depresión disminuía como si la compasión fuera un buen antídoto contra la depresión y también disminuía la amígdala relacionada con el miedo y la ira. Su cerebro estaba relajado, feliz y atento cuando meditaba. Esto hizo que los periodistas apodaran a Ricard «el hombre más feliz del mundo».

Ricard logró estos resultados gracias a la plasticidad de la mente que es la capacidad humana de modificar físicamente el cerebro por medio de los pensamientos que elegimos entretener. Resulta que al igual que los músculos del cuerpo, el cerebro desarrolla y fortalece las neuronas que más utilizamos. A más pensamientos negativos, mayor actividad en el córtex derecho del cerebro y, en consecuencia, mayor ansiedad, depresión, envidia y hostilidad hacia los demás. En otras palabras: más infelicidad autogenerada.

Por el contrario, quien trabaja en pensar bien de los demás y ver el lado amable de la vida, ejercita el córtex izquierdo, elevando las emociones placenteras y la felicidad. No se trata de decidir ver la vida en rosa de un día para otro, sino de trabajar sistemáticamente en debilitar esos músculos de infelicidad que tanto hemos fortalecido creyéndonos víctimas del pasado, de los padres o del entorno, y paralelamente, comenzar a ejercitar los músculos mentales que nos hacen absoluta y directamente responsables de nuestra propia felicidad. Ser feliz necesariamente sucede al dejar de culpar a los demás de nuestra infelicidad y buscar la causa en nuestra propia mente. Vivir las experiencias que nos ofrece la vida, es obligatorio; sufrirlas o gozarlas, es opcional.

Ricard recomienda entrenarse en la benevolencia y la solidaridad hacia los demás, lo que genera un estado emocional positivo. Para alcanzar la felicidad aconseja ser altruista y preocuparse más por el prójimo, hay que dejar de creer que necesitamos a los que nos rodean para hacernos sentir mejor o ayudarnos a lograr lo que queremos.

Matthieu Ricard y Richard Gere

Ayudar al otro da bienestar emocional, lo que genera sentimientos de felicidad y alegría. Esto reduce el estrés, aumenta la autoestima y mejora el sistema inmunológico, todo ello alarga la vida. La felicidad nunca es una sola y se puede alcanzar cambiando nuestros pensamientos. De este modo el cerebro cambia estructuralmente, alejando las emociones negativas y atrayendo la felicidad.

Lejos del producto de consumo, la felicidad es un estado en el que podemos vivir la mayor parte del tiempo. Para ello debemos dejar de lado la idea de que la felicidad es una sucesión de eventos estimulantes o que proviene de tener más o acumular productos y experiencias. La felicidad verdadera se encuentra en la bondad, en el dar y en la gratitud, acciones que han demostrado que nos sólo nos hace más felices sino también más sanos y armónicos con los que nos rodean. La felicidad no debería confundirse con la sucesión interminable de episodios placenteros. Esa es la receta para el agotamiento, no para la felicidad.

Para ayudarnos en este propósito acudimos a la meditación que nos ayuda a conseguir los recursos internos para lidiar con los altos y bajos de la vida. Con ella uno es menos vulnerable, menos inseguro. Entonces uno sabe que, sin importar lo que ocurra, uno va a estar bien incluso ante pequeñas tormentas o dificultades. La meditación es un entrenamiento de la mente, nos entrenamos en la atención, en el equilibrio emocional, en la benevolencia.

Es importante entender, explica Ricard, que nuestro estado mental, la forma en que interpretamos lo que nos sucede es lo que realmente determina nuestro grado de felicidad y bienestar interno. Pensamos que ese tumulto de emociones y pensamientos que nos acosan a diario nos son propios, que son la naturaleza misma de la mente.

Cada imagen es un estado mental que se sucede uno a otro de manera casi ininterrumpida. Creemos que esa sucesión de imágenes hermosas, dolorosas o diabólicas forman parte de nuestra naturaleza intrínseca. Sin embargo, para los budistas como Ricard, esas imágenes, las emociones y los pensamientos son proyectados en nuestra pantalla cerebral pero no pertenecen a la mente, no son parte suya.

Los meditadores son capaces de percibir y enfocar su atención en lo que hay detrás del flujo continuo de pensamiento, es decir a la claridad de la pantalla, a esto lo denominan «el aspecto luminoso de la mente» o conciencia pura en donde yace la capacidad de conocer. Subestimamos la capacidad de transformar nuestra mente, sin embargo, entrenarnos en fijar nuestra atención en dicha claridad nos ayuda a lograr un estado de ecuanimidad o imparcialidad interna que evita que nuestras emociones y pensamientos nos arrasen.

Si conseguimos modificar nuestra mente podemos cambiar nuestro mundo interior: una tarea más fácil y más a nuestro alcance que el cambiar las circunstancias externas del mundo en que vivimos.

Siendo un escritor de gran éxito, Ricard destina los beneficios de sus publicaciones así como de los eventos donde participa a decenas de proyectos de desarrollo en la India, Nepal y Tíbet con su asociación «Karuna Shechen» en las áreas de educación, salud y servicios sociales beneficiando a miles de personas, lo que él denomina «compasión en acción».

Recopilado por Elias Benzadon

Matthieu Ricard Karuna Shechen 

No nos importa eso de ser felices, necesitamos vivir con pasión, nos gustan los altibajos de la vida; nos gusta el sufrimiento porque se siente tan bien cuando cesa por un instante.

El bienestar no es meramente una sensación de placer, sino una sensación de profunda serenidad y realización; un estado que impregna y subyace en todos los estados emocionales y todas las alegrías y penas que se atraviesan en el camino.

Una de las claves para el bienestar se encuentra en el vínculo con los demás. Si uno se siente menos vulnerable está más abierto a los demás. Entonces la relación con los demás mejora y eso es algo enorme para tener menos estrés, menos enojo, menos resentimiento. Tener una relación con los demás naturalmente buena es un gran activo en esta vida.

Uno tiene una mente y debes lidiar con ella desde la mañana hasta la noche. Esa mente puede crearte un montón de problemas, pero también puede producirte un montón de satisfacción y felicidad. Del mismo   modo en que nos ocupamos de nuestra salud física y nuestro aspecto físico, ¿por qué no ocuparnos de nuestra mente, que algunas veces puede ser nuestro mejor amigo y a veces nuestro peor enemigo? Si todo parece lucir bien en el exterior pese a que tu mente esté totalmente deprimida luego no vas a disfrutar de nada. Pero si tu mente está equilibrada, fuerte, libre, incluso enfrentando alguna dificultad, no serás tan débil o fácil de desestabilizar. Entonces es crucial lidiar con nuestras propias mentes.

 

Matthieu Ricard y Richard Davidson

La felicidad no es una sucesión interminable de placer que terminan por agotamiento sino una forma de ser.

Para permitir aflorar la compasión y la naturaleza buena que todo ser humano lleva dentro, la ciencia está descubriendo los beneficios de la meditación. Aprender a meditar puede ayudarnos a convivir con una mente más clara y más hábil a la hora de lidiar con las emociones negativas y fomentar las emociones positivas.

Es importante conseguir la libertad interior de este proceso mental de odio, celos, arrogancia, deseo obsesivo con el altruismo y compasión que surgen de esa libertad. Necesitamos una sociedad más compasiva, en la que tengamos consideración por los demás, nos preocupemos por el prójimo.

Creo que la simplicidad es algo maravilloso. La simplicidad de la mente, la simplicidad al hablar, la simplicidad al actuar. La mente, la inteligencia, puede ser tu mejor amigo y tu peor enemigo. La gente a veces se complica mucho: la esperanza, los miedos, la nostalgia, nos crean muchos problemas. No significa que uno sea estúpido, significa que uno construye sus propios problemas. Una vida simple surge de un corazón simple.

En el budismo, la raíz de la compasión es el amor altruista. Es el deseo de que todos los seres vivos, no sólo los humanos, sino todos los seres vivos, encuentren la felicidad y la causa de la felicidad. Cuando esta bondad, este amor altruista, no sólo hacia los seres queridos sino hacia todos, se encuentra con el sufrimiento, se transforma en compasión. Por lo que tanto es muy profundo, porque la compasión quiere remover las causas más profundas del sufrimiento interno.

El mal es tan solo una toxina mental, un veneno de la mente: el odio, la envidia, la agresión, el orgullo, la soberbia, ese es el verdadero mal. No hay mal mayor que aferrarse a lo propio y despreciar a los otros, no tener ninguna consideración por el sufrimiento o la felicidad de los demás. No es algo que esté afuera con cuernos, no existe nada así. Está adentro de uno mismo, el odio es el mal definitivo.

El placer se consume a sí mismo conforme lo experimentas.

 

Matthieu Ricard

 

Matthieu Ricard

 

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