EL ORDEN NATURAL DE LAS COSAS

 

 

 

Había una gran sequía en el territorio en el cual me hallaba. Desde hacía varios meses no caía una gota de lluvia y la situación se hizo catastrófica.

 

Los católicos hicieron procesiones, los protestantes elevaron sus plegarias y los chinos quemaron incienso y dispararon sus fusiles para espantar a los demonios de la sequía.

 

Finalmente, los chinos se dijeron que debían buscar al hacedor de lluvia de Kiao Tchou, y aquel vino de una de las provincias.

 

Era un hombre anciano y magro; dijo que la única cosa que necesitaba era que pusiesen a su disposición una pequeña casa tranquila y en ella se encerró durante tres días.

 

Al cuarto día las nubes se amontonaron y se produjo una fuerte caída de nieve, en una época del año donde ella no era previsible y en cantidad no habitual.

 

Tantos rumores circulaban respecto a este extraordinario hacedor de lluvia que fui a verlo y le pregunté cómo lo había hecho.

 

El pequeño chino respondió:

 

-Yo no hice la nieve, no soy responsable de ello.

 

-Pero, ¿qué ha hecho usted durante estos tres días?

 

-Oh, eso puedo explicárselo, es simple. Vengo de un país donde las cosas son lo que ellas deben ser. Aquí las cosas no están en el orden, no son como deberían ser según el orden celeste, entonces todo el país está fuera de Tao. Yo dejé de estar en el orden natural de las cosas, porque el país no lo estaba. Así la única cosa que tenía que hacer era aguardar tres días hasta que me volví a encontrar en Tao, y entonces, naturalmente, el Tao hizo la nieve.

 

Richard Wilhelm

 

 

La existencia de un ser humano está en cierto modo inspirada, guiada e incluso regida por fuerzas invisibles fuera de nuestro control. Tanto si lo llamamos hado, destino o la mano de Dios, los tenues hilos funcionan, aportando coherencia y continuidad a nuestras vidas. Con el tiempo van tejiendo un notable tapiz.

 

¿Qué son esos tenues hilos? Estar en un lugar determinado en el momento adecuado, encontrarse con alguien que te guía en una dirección no prevista, la inesperada aparición de trabajo, dinero o inspiración precisamente cuando son más necesarios; son los patrones que dan significado a nuestras experiencias.

 

Si miro hacia atrás desde la perspectiva de mis setenta y seis años, está claro ahora que mi existencia siempre ha sido manejada por un hado benevolente. Me ha llevado la mayor parte de toda una vida aceptar esta idea, y la mayor parte del tiempo, sigo sin entenderlo.

 

Pero he aprendido a dejar de luchar contra ello. En mi juventud, anduve perdido y seguí los tenues hilos solamente cuando me apetecía o cuando parecía que me llevaban allí donde yo quería ir.

 

Muchas veces luché para oponerme a ellos. No obstante, como resultado de mi avanzada edad, finalmente he llegado a confiar en el misterio. El misterio es éste: existe una cosa correcta, y solamente una, que es la que hay que hacer en cada instante. Podemos seguir los tenues hilos o resistirnos a ellos.

 

Todos tenemos libre albedrío y por lo tanto podemos intentar forzar las situaciones que nos trae la vida. Quizás esa lucha es lo que nos mantiene ligados a esta tierra. Pero gradualmente he aprendido a aceptar que los tenues hilos poseen más inteligencia y sabiduría de la que nuestro complicados egos pueden llegar a alcanzar jamás.

 

Tanto en las buenas épocas como en las malas, un tenue hilo tras otro me ha sacado de los atolladeros y, todos juntos, han dado forma a lo que sé y a lo que soy. Sé que mi vida está dirigida por algún tipo de entidad coherente e inteligente, por una mano que me guía.

 

El mundo celestial se ganó mi lealtad par siempre después de que una grave herida me reclamara para una vida interior. Pero ello no me alejó de la necesidad de construirme, simultáneamente, una vida terrenal. Éste se convirtió en mi desafío central: aprender a cómo equilibrar esos dos reinos.

 

Quedarse en el bando de una de esas dos grandes realidades –el cielo y la tierra- es un gran error. Con el tiempo llegué a apreciar que el punto medio, desde donde se puede honrar a ambos mundos, no es solamente el lugar más seguro, sino también allí donde reside el éxtasis, el lugar sagrado.

 

Si uno trabaja fiel y pacientemente en esa labor de equilibrar cielo y tierra, finalmente puede llegar a ser más consciente de algo aún más notable: que esos dos mundos son, de hecho, uno solo.

 

Robert Johnson , analista junguiano

 

 

 

 

 

La sincronicidad es un principio metodológico, un postulado de los que en la ciencia orientan la investigación sin pretender explicar leyes. Su nivel de categoría es idéntico al del principio de causalidad y ambos son opuestos complementarios. Para acceder a una descripción completa de la realidad, es necesaria la aplicación de ambos principios.

 

Un fenómeno sincronístico son coincidencias significativas de sucesos entre los cuales ha quedado descartado el vínculo causal. Para producir el fenómeno de sincronicidad debe existir una situación de imposibilidad lo cual significa que hemos agotado las posibilidades conscientes en torno a un tema que nos preocupa, ya sea este de orden vivencial o de conocimiento; no encontramos una vía de acción definida y ello nos mantiene confusos y tensos.

 

Raúl Jurovietzky

 

El estrés es una forma de ansiedad. Si estás estresado, olvídate de la sincronicidad. La sincronicidad es un medio para ponernos en contacto con Dios; es el sendero hacia el significado y el propósito de la vida; es un medio para experimentar el amor y la compasión; es un medio para conectarse con la inteligencia no circunscrita del Universo. Si mi atención está puesta en situaciones que generan estrés, será difícil que tenga acceso a la sincronicidad. Para hacerlo con efectividad debes tener una actitud de rendición al ámbito universal, el cual es mucho más grande que cualquier cosa que puedas imaginar. La rendición requiere dar un salto de fe, un salto a lo desconocido. Cuando la preocupación por uno desaparece, la inteligencia no circunscrita hace su aparición.

Deepak Chopra

 

 

 

Los perros pueden percibir la intenciones. Supongamos que el dueño está en Paris tomando unas vacaciones de dos semanas y que el perro está en su casa, en Londres. Si el dueño cambia de planes de repente y decide regresar una semana antes, el perro muestra las mismas señales de anticipación una semana antes. Tan pronto como el dueño piensa que es hora de ir a casa, el perro se levanta de dondequiera que haya estado durmiendo y se sienta frente a la puerta meneando la cola a esperar la llegada de su dueño.

 

Rupert Sheldrake

 

 

Estamos en una etapa muy temprana de la evolución humana y la mayoría experimentamos sólo los primeros tres estados de conciencia: sueño, vigilia y onirismo. Con el tiempo reconoceremos y comprenderemos los estados expandidos de conciencia y, cuando lo hagamos, conceptos tales como sincronicidad, telepatía, clarividencia y conocimiento de vidas pasadas serán aceptados por todos.

 

Sri Aurobindo

 

 

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