VOLCAR TODO SU SER

George Malley, un mecánico de carácter afable, está profundamente enamorado de una chica recién llegada al pueblo, la cual no quiere saber nada de una relación.

Para acercarse a ella, compra las sillas que ella elabora para luego revenderlas aunque realmente las tiene almacenadas en su casa y le dice que ya fueron vendidas.

Una serie de eventos hacen que el desarrolle poderes mentales; esto le alejará de muchos de sus amigos pero le acercará a la mujer que ama. Luego se descubre que realmente tiene una enfermedad incurable y su novia le esconde para evitar problemas.

Mientras George pasa las últimas horas con su novia, el Doctor del pueblo llega al bar y se sienta en la barra. Cerca de él, el barman conversa con dos clientes sobre los «supuestos» poderes mentales de George Malley.

Banes, uno de los clientes, le pregunta al Doctor:

-No sabía cosas realmente. Nos hizo creer que estaba cambiando pero en realidad nunca cambió. ¿Verdad, Doc? Digo, George nunca se volvió más inteligente. ¿Dr.?

-Banes, ¿cómo está tu noviecita?

-Ya no salimos.

-¿Ah, de veras? Qué pena. Sí. La chica de George se mantiene a su lado ¿sabes por qué? Porque le compró sus sillas. Eso es ser inteligente. ¿Compraste las sillas de Lisa?

-El doctor está muy borracho hoy.

-Cada mujer tiene sus sillas. Algo en lo que necesita volcar todo su ser. ¿Pensaste cuáles eran las sillas de Lisa para comprárselas? No. Pero tenían razón, George nunca cambió.

Jon Turteltaub «Phenomenon» (1996)

 

Julia es una joven que se encuentra en la peliaguda situación de tener que elegir entre el matrimonio y la independencia que otorga la soltería. Cuando el autobús donde viaja sufre un accidente y ella fallece en él, podrá contar con otra oportunidad con la ayuda de Thomas, el único ser mortal que puede hablar y ver a esta alma errante.

Thomas lleva a Julia a resolver su «asunto pendiente» y para ello van a visitar a John McBride que fue novio de Julia y entregarle una carta escrita por ella donde le expresa sus verdaderos sentimientos pero al llegar se enteran que John falleció hace varios años.

Thomas se molesta con el chofer del autobús del cielo que espera para llevarse el alma de Julia.

-¿Qué bobería es esta? -reclama Thomas.

-¿Cómo? -pregunta el chofer.

-¡No funcionó! ¡No puede resolver nada!

-Siempre funciona.

-¡No!

-Puede que las cosas parezcan no resolverse pero siempre funciona.

-¡El hombre está muerto! ¡Se murió hace siete años!

-No puede ser.

-¿Qué quieres decir?

-¿Sabes qué? Será la persona equivocada.

-¡No es la persona equivocada, idiota! ¿Cómo se iba a equivocar?

-Yo no sé.

Julia interviene:

-Thomas, ¡eres tú!

-¿Cómo yo?

-Tú y Anne. Eso es lo que debo hacer.

-¿Yo y Anne?

-Estás haciéndole a Anne lo que yo le hice a John. Lo rechacé hasta que finalmente se fue. Sólo tú puedes reparar el daño.

-No, Julia, no se trata de mí.

-Sí, lo es. Te he observado todos estos años. Ha sido tan penoso sabiendo quién eras. Te he visto esconderte de la gente.

-No me escondo. Me protejo. Soy prudente.

-Tienes tanto miedo de que te hieran que acabarás solo. No importa si te dice que sí o que no. No la dejes sin decirle lo que sientes. Prométeme que irás donde ella. Prométeme que vivirás la vida que yo no pude vivir.

-Te lo prometo.

-Bien. Ahora me puedo ir.

Julia abraza a Thomas, se sube al autobús del cielo y se marcha contenta.

Thomas regresa con su novia Anne y le dice:

-Una vez, hace tiempo, me sentí abandonado. Entonces decidí que nunca más iba a necesitar a nadie. Así he desperdiciado gran parte de mi vida. Sé que es tarde y sé que no me lo merezco. Te necesito. Te quiero.

-Te quiero -le contesta Anne.

Ron Underwood «Corazones y almas» (1993)

Eddie, un veterano de guerra de 83 años, vive separado de la gente que amó. Pasa sus días de rutina haciendo mantenimiento en «Ruby Pier», un parque de atracciones en un lugar apartado de la costa. Eddie busca justificar su vida ahora que está cerca de su fin.

Una mañana diferente a todas, un accidente en una atracción del parque tiene como víctima a una niña de cinco años. Frente a una muchedumbre horrorizada, Eddie intenta salvar su vida. Lo último que ve es la cara de la niña asustada envuelta en dolor y lágrimas. Lo último que siente son las manos de la niña en él. Después, un flash cegador de luz y silencio, y Eddie despierta en un desconocido lugar llamado Cielo. Pero no está vivo.

Cinco personas lo esperan para conocerle. Su intención es enseñarle a Eddie el sentido de la vida mostrándole cómo sus propias vidas y sus propias muertes han formado parte de su camino de una forma que él nunca sospechó.

Una de estas personas es Marguerite, la que fue su esposa, que falleció de una enfermedad siendo joven. Ella se muestra ante él con el aspecto que tenía cuando Eddie la conoció. Están sentados en un hermoso jardín celestial.

-Tuviste que vivir sin amor durante muchos años, ¿verdad? Sentiste que te había sido arrebatado, que te dejó demasiado pronto -le dice Marguerite.

-Demasiado pronto -confirma Eddie.

-Había una razón para todo ello.

-¿Qué razón? Te moriste. Lo perdiste todo y yo perdí todo, perdí a la única mujer que amé.

-No es cierto. Yo estaba aquí. Y tú me amabas de algún modo. El amor perdido sigue siendo amor. Toma otra forma diferente. No recoges las manos ni puedes alborotar en su cabello pero cuando esos sentimientos se debilitan, otro despierta a la vida: la memoria. La memoria se convierte en tu compañera. La abrazas, bailas con ella. La vida tiene que acabar, Eddie, el amor no.

-Nunca quise a nadie más.

-Lo sé.

-Sigo enamorado de ti.

-Lo sé, lo siento.

-¿Lo sientes aquí?

-Incluso aquí.

Lloyd Kramer «Cinco personas que conoces en el cielo» (2004)

Pete Sandich, un atrevido piloto de incendios forestales, muere en un accidente al explotar su avión. Su novia Dorinda, operaria de vuelos, no logrará salir adelante en un mundo que se le hunde.

Cuando Pete fallece, se le aparece un ser espiritual llamado Hap y le explica que ahora él será la inspiración de otro piloto que se está iniciando al igual que Pete tuvo quien le inspirara cuando se inició. Luego le dice a Pete:

-No vas a volver como instructor de vuelo. Eso es sólo una parte.

-Oye, ¿pero cómo puede ser si estoy muerto?

-Cuando sepas hacerlo te oirán en su interior como su propio pensamiento, ¿ingenioso?

-Mucho.

-Pero recuerda Pete. Tú ya has vivido tu vida para bien o para mal. Lo que hagas ahora en tu propio beneficio, sería malgastar lo espiritual.

El piloto novato, al que tiene que inspirar Pete, se enamora de Dorinda, la que fue su novia en vida y Pete no puede desprenderse de ella y, contradiciendo a Hap, le promete cuidar de ella y no volver a dejarla jamás.

Hap vuelve a aparecer ante Pete:

-Hola Hap, ¿cómo has llegado aquí? es decir, ¿cómo he llegado yo?

-Por el camino equivocado. Ya te dije, Pete, todo lo que hicieses en tu propio beneficio sería malgastar lo espiritual, ¿recuerdas?

-Sí, sí, lo recuerdo. ¿Pero tú no me lo dijiste todo? ¿Sabes lo que he pasado?

-Sí.

-Hap, ¿qué quieres de mí? Si realmente estoy muerto, ¿cómo es que sufro tanto? Además, ¿qué clase de trato es este? Dijiste que iba a ser algo así como una especie de inspiración, no que iba a sentir lo que estoy sintiendo, ni tampoco me dijiste que vería a Dorinda. De modo que, ¿qué quieres de mí, Hap?

-Pete, te hemos dado la oportunidad de decir: «Me alegro de haber estado aquí y de haber vivido, y ahora me toca echar una mano, quiero darte lo que yo tuve», por eso también te envié a ver a la mujer que amas, tienes que despedirte de ella. Hasta que lo hagas no se liberará, ni tú tampoco.

-Aún no estoy listo para despedirme.

-Eres un hombre muy bueno, Pete, no solemos enviar a los demás, pero tienes que aprender que para obtener la libertad, primero hay que darla, así que ¡ve y aprende!

Posteriormente, Dorinda participa activamente en apagar un voraz incendio y logra salvar a varios bomberos forestales. Mientras se aleja del lugar del fuego, el espíritu de Pete está en el avión de extinción de incendios que pilota Dorinda. A través de los pensamientos, le dice:

-Ahora puedo decírtelo todo. Tu vida va a ser estupenda, Dorinda. Ya no tendrás más pesadillas. Te irás a la cama, feliz, y te levantarás sonriendo. Estarás acompañada, te divertirás, lo tendrás todo, incluso el amor. Jamás pude expresarte mis sentimientos como lo hago ahora, aunque sólo soy un pensamiento que tú crees que es propio. Ahora, te diré lo que siempre quise decirte. Te quiero, Dorinda, te quiero. Debí decírtelo hace mucho tiempo, sin bromas, debí decir esas palabras. Porque ahora sé que el amor reprimido es el único dolor que nos sigue hasta aquí. Y el recuerdo de ese amor no debería hacerte infeliz el resto de tu vida. Espero que puedas oírme porque sé que es verdad. Desde el fondo de mi corazón, sé lo buena que es tu vida, lo buena que será. ¿Me oyes? Apártate el pelo de la cara si me oyes, apártate el pelo de la cara una vez más para que vea tus ojos y pueda decirte adiós.

Dorinda, entre lágrimas, aparta el pelo de su cara. Pete sonríe.

Steven Spielberg «Always» (1989)

 

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