VIVIR DESDE EL CORAZÓN

 

 

 

 

 

Viví en Manhattan y cuando era niña, mi madre me llevaba caminando cuatro cuadras hasta la escuela cada mañana y luego volvíamos a casa caminando en la tarde.

 

Una mañana invernal mi madre se enfermó de neumonía y debí ir sola y regresar también sola. En el camino a casa, el segundo día, caí en el hielo mientras atravesaba la calle y en ese momento un auto se fue patinando hacia mí y se detuvo a pocos centímetros.

 

El conductor me ayudó a levantarme y me las arreglé para llegar a casa pero no le conté nada a mamá para que no se preocupara. La mañana siguiente, las calles estaban un más heladas y cuando llegué a la primera intersección estaba aterrorizada y me quedé allí parada por mucho tiempo. Finalmente, llegó una anciana hasta donde yo estaba.

 

-No veo muy bien –dijo la dama. ¿Podrías darme la mano mientras atravieso la calle?

 

-Con gusto –le contesté.

 

La anciana tomó mi mano y al poco tiempo estuvimos en el otro lado.

 

Entonces caminé un poco y me volví para ver qué estaba haciendo la señora. Para mi sorpresa ella estaba cruzando la calle que acabábamos de atravesar juntas y caminaba sola mucho más rápido.

 

Me di cuenta entonces que la dama había fingido escasez de vista sólo para ayudarme a pasar la calle.

 

Mucho después en la vida comprendí que podía vencer mis propios temores ayudando a otras personas.

 

Mary Kinsolving

 

 

 

Una de las mejores maneras para vivir desde el corazón es pasar de la condena a la compasión; el acto mismo de desarrollar un poco de conciencia acerca de ser una persona más amante te abre el corazón de una manera muy bella. Presta más atención al modo cómo tratas a los demás. Pasa más tiempo reparando en sus fortalezas y no tanto en sus debilidades.

 

Recuerda que en tu lecho de muerte nunca te arrepentirás por haber amado o por haber confiado y derramado amor incondicional. Al final de tu vida puede que descubras que eso fue lo mejor y más satisfactorio que hiciste. Si el amor y la bondad que entregas se tornan más deliberados y más intencionales vas a fortalecer tu corazón.

 

Estar alerta y consciente no sólo ocurre en la cabeza, sirve para crear un puente hacia el corazón. Para construir cierta conciencia acerca de ser una persona que ama más, una de las cosas que ayuda más es meditar en ser la persona amante que quieres ser. La meditación no es más que el uso de la mente y la imaginación para crear una mejor vida interior. Consiste en visualizar cómo te gustaría ser en determinadas circunstancias.

 

La meditación es una visualización gloriosa, concentración mental con un sesgo de desarrollo personal. Si la haces regularmente, abrirás nuevos senderos en tu cerebro y suavizarás el corazón. Y empezarás a acceder al amor que hay en ti, porque tu meta es ser más amoroso en el mundo.

 

A medida que te relajas te irás abriendo a sugerencias. Entonces puedes empezar  reescribir tu manera de conducirte en la vida y crear un patrón del ser humano más amoroso que quieres ser. En ese estado es casi como si fueras un arquitecto que crea su plano ideal. Y en cuanto has dibujado el plano en el lienzo de tu imaginación, el mundo exterior podrá reflejarlo según tu designio personal.

 

Puedes avanzar enormemente en el trabajo con tu corazón si ayudas a otros desinteresadamente. El mejor modo de reducir tu sufrimiento personal es reducir el sufrimiento de otros. Mientras más ayudas genuinamente a otros, mejor latirá tu corazón a un ritmo nuevo.

 

Mientras más des a otros con la sincera intención de elevar su vida a un nivel superior, más te recompensará el mundo mejorándote a ti. no es tan difícil, sólo requiere comprensión y entrega. Dar a la espera de recompensa no es verdaderamente dar.

 

Cada vez que haces algo bueno a otra persona no sólo mejoras su vida, también mejoras tu propia valía. Mientras más sirves a otros, mejor te sentirás contigo mismo. Mejorará tu autoestima y te sentirás mejor como ser humano. Y en un nivel profundo, algo empezará a cambiar y a crecer: el respeto de ti mismo, la cantidad de amor que tienes por ti mismo.

 

La felicidad proviene de dedicar la vida a ayudar a otros. La mano que da es la mano que recoge y el dar origina el proceso de recibir.

 

Hacer actos de bondad cada día parece una estrategia tan sencilla, y sin embargo es una de las cosas que todos olvidamos. El mejor modo como he crecido en un lugar donde puedo manifestar amor sin límites por los demás es creciendo en un lugar donde pueda mostrar amor sin límites por mí mismo.

 

No puedo dar amor a otro si no siento amor verdadero por mí mismo. El amor a uno mismo es el combustible que impulsa el cambio personal y te ayuda a convertirte en una persona que ama a los demás.

 

Nos tomamos demasiado en serio. Estamos tan absortos en nosotros mismos que nos creemos el centro del universo. Nos engañamos creyendo que nuestros problemas son los mayores y los únicos del mundo. Caminamos por este planeta muy poco tiempo, sin embargo nos tomamos tan en serio.

 

Tenemos que desarrollar una mejor valoración de los dones en nuestra vida. Y si sabemos apreciar lo bueno que hay en nuestra vida, eso bueno va a crecer. Si aprecias el amanecer, se convertirá en una parte más valiosa de tu vida y le concederás más valor.

 

Si aprecias a tus amigos, aumentará el valor de su amistad y valdrá más para ti. si aprecias tu buena salud, resultará más valiosa en tu vida y la considerarás más importante. Mientras más te concentras en lo que es bueno en tu vida, más cosas buenas pareces atraer.

 

Vivir en un estado constante e interminable de gratitud hará que la experiencia de vivir resulte más valiosa y digna de vivirse. Cambiará tu manera de ver el mundo, gozarás mucho más con los pequeños placeres de la vida y podrás saborear las pequeñas bendiciones que cada día trae consigo.

 

Debes practicar la gratitud más a menudo. Hacerlo es otra manera de abrir el corazón y amar la vida. Practicar diariamente la gratitud es lo mismo que practicar el amor todos los días.

 

Robin Sharma 

 

 

El amor verdadero empieza cuando no se espera retribución alguna.

 

Antoine de Saint-Exupéry

 

 

Dormía, y soñaba que la vida era alegría.

Desperté, y vi que la vida era servicio.

Serví, y vi que el servicio era alegría.

 

Rabindranath Tagore

 

 

La tristeza es un don del cielo; el pesimismo es una enfermedad del espíritu.

 

Gumersindo de Azcárate

 

 

El día de hoy haz algo bueno y desinteresado por otra persona. En la medida en que ayudamos a otros limpiamente, el universo conspira para llenar de nuevo los bolsillos de la abundancia y la prosperidad de nuestra vida.

 

Maytte Sepúlveda

 

 

El hombre vale tanto cuanto él se estima.

 

François Rabelais

 

 

El proceso de la vida debiera ser el nacimiento de un alma. Esta es la alquimia más elevada y justifica nuestra presencia en la tierra. Es nuestra llamada y nuestra virtud.

 

Henri Frédéric Amiel

 

 

Solamente puedes tener paz si tú te la proporcionas.

 

Marie Ebner-Eschenbach

 

 

Aquel que aligera la carga para otros no es inútil en este mundo.

 

Charles Dickens

 

 

Obtienes lo mejor de otros cuando das lo mejor de ti mismo.

 

Harvey Firestone

 

 

Las palabras de aprecio son la fuerza más poderosa del bien en la tierra.

 

George Crane

 

 

El deber nos hace hacer bien las cosas, pero el amor nos ayuda a hacerlas con belleza.

 

Zig Ziglar

 

 

Una receta para tener amigos: conviértete en uno.

 

Elbert Hubbard

 

 

La mejor parte de una buena vida son los pequeños actos olvidados de bondad y amor.

 

William Wadsworth

 

 

Lo mejor de darnos a nosotros mismos es que siempre conseguimos más de lo que damos. La reacción es mayor que la acción.

 

Orison Swett Marden

 

 

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