En nuestras
mentes se crean reglas acerca de cómo deberían comportarse los demás. Y
cuando éstos quebrantan nuestras reglas, nos enemistamos con ellos, por más
que sea absurdo.
Con
frecuencia, creemos que castigamos a los demás negándonos a perdonarlos, es
decir:
-¡No quiero
perdonarte! ¡Sufre!
En realidad,
somos nosotros los que sufrimos. Se nos hace un nudo en el estómago y
perdemos el sueño. La próxima vez que te enfades con alguien, cierra los
ojos y presta atención a tus propias sensaciones, al mensaje de tu cuerpo.
Echar la culpa a otros hace que te encuentres fatal.
Muchas
personas, ante la mera mención de alguien que odian, se
enfurecen y comienzan a revivir un incidente feo o desgraciado; no se han
desprendido del pasado. El resentimiento nos llena el alma de sentimientos
desagradables que nos roban energía sin que nos demos cuenta de ello.
Soy
perfectamente consciente de que no se trata de una tarea fácil, pero incluso
si llegaras hasta el punto de ponerte en contacto con alguien para ofrecerle
tu perdón, la liberación que conseguirías de estas influencias negativas
bien merece los sentimientos contradictorios que puedas experimentar.
Las personas
hacen lo que hacen sabiendo que lo hacen. No les importa si con eso resultan
culpables a tus ojos. Eres tú quien echas a perder tu vida. Cuando la
tormenta inunda tu sótano ¿se te ocurre decir «eso no se lo perdonaré jamás
a la atmósfera»? Si un gorrión te deja un adorno en la cabeza, ¿le guardas
rencor al gorrión? Entonces, ¿por qué guardamos resentimientos contra las
personas?
No somos
dueños de la conducta de los demás, como tampoco lo somos del comportamiento
de la atmósfera o de los gorriones. El universo no funciona en términos de
crimen y culpa. Los delitos y las culpas son normas que hemos inventado
nosotros.
El odio y el
resentimiento es la lupa peor usada, capaz de convertir a un enano en el
monstruo más temible que te pudieras imaginar. Todo odio es un miedo
disfrazado que usamos para tomar venganza y poder tener la razón, que
alguien o algo injustamente nos arrebató.
Este
miedo entonces, se convierte en energía activa de resentimiento, y cuando
nuestra parte consciente lo rechaza porque no saber qué hacer con él, éste,
atraviesa el puente hacia el cuerpo y se manifiesta en alguna área de
nuestra salud. Todo esto lo hace para que lo veamos y nos deshagamos de esta
energía inadecuada en nosotros.
Nuestra
salud mental está en proporción directa con nuestra capacidad para perdonar
y olvidar las ofensas que nos hayan infligido. La incapacidad de perdonar se
halla en la base de la culpabilidad, el resentimiento y de la mayoría de los
otros sentimientos negativos.
Debes
perdonar sinceramente a todos los que alguna vez te hayan hecho una faena,
debes dejar «pasar» el asunto y alejarte de la cólera y de los sentimientos
de venganza, debes negarte a seguir pagando una y otra vez la misma
desafortunada experiencia.
Debes
aplicar todas tus fuerzas a vivir una vida llena de alicientes, a tener un
buen carácter y a convertirte en una persona destacada que está por encima
de cualquier sentimiento negativo que pudieras abrigar todavía hacia
cualquier persona.
Para
liberarte de tus sentimientos negativos de culpabilidad, inferioridad,
inadaptación, servidumbre, rencor y enojo, debes perdonar en primer lugar a
tus padres. Vivan o no, tienes que proponerte hoy mismo perdonarlos de
verdad por todas las cosas que te hicieron y con las que te hirieron en lo
más hondo de tu ser.
Debes
perdonarlos por todas las injusticias y por todos los actos de maldad o
crueldad que tuvieron contigo. Debes olvidar las heridas de tu niñez y
pasarlas por alto aceptando que tus padres actuaron de la mejor forma que
sabían y con lo que tenían en esos momentos.
Casi todo el
mundo está molesto o enfadado por algo que uno o ambos de sus padres les
hicieron cuando eran niños. Muchas personas de cuarenta y cincuenta años se
encuentran en un estado de angustia emocional porque todavía no han
perdonado a sus padres. Toda una vida de resentimiento es pagar un precio
terrible por algo sobre lo que de todos modos no podría haberse hecho nada.
Cuando
se insiste en no perdonar, es como si se hubiera detenido el tiempo en un
momento muy desagradable de ira sorda, de sufrimiento, angustia, dolor y sed
de venganza. Esta sensación es muy dañina para la salud física, mental y
espiritual.
Cuando se
habla de perdón y de rectificar tu vida, el primer paso es perdonar a tus
padres. Por descontado que no han sido perfectos. Pero cuando tú eras una
criatura, papá y mamá no disponían de tantos manuales de psicología popular
como existen hoy acerca de cómo «ser padres», y además tenían otras muchas
preocupaciones, aparte de criarte a ti.
Si lo
hicieron mejor o peor, eso será cuenta de ellos. Cada día que pasas negando
el perdón a tus padres es un voto negativo con el que te condenas tú.
En muchos
casos, tus padres ni siquiera se acuerdan de lo que hicieron para que tú
estés aún molesto con ellos. Por regla general no guardan ni el más mínimo
recuerdo del asunto.
Si les dices
por qué estás todavía resentido, lo más probable es que se muestren
sorprendidos ya que ni siquiera recordarán el incidente.
Vacía tu corazón de todo el odio y permite que el amor ocupe su lugar;
el perdón es signo de grandeza y existen varias formas distintas para que
puedas perdonar a tus padres.
La más
importante consiste en perdonarlos de corazón; cada vez que recuerdes la
nefasta experiencia, cada vez que pienses sobre las cosas que te hicieron y
que te dolieron, utiliza la ley de sustitución y reemplaza el pensamiento
diciendo varias veces: «Le (la) perdono a pesar de todo».
Si
continúas perdonándolos cada vez que recuerdes el incidente, no pasará mucho
tiempo antes de que evoques la experiencia sin negatividad y emoción alguna.
Y llegarás incluso a olvidarla. Serás libre.
Otra
forma para el caso de que la persona en cuestión ya no esté viva, o si no
deseas enfrentarte a ella, usa la técnica de la silla. Imagina que ésa
persona está sentada en una silla delante de ti o a tu lado. Háblale.
Expresa tus sentimientos. Desinhíbete. Di lo primero que te pase por la
cabeza.
Entonces
despréndete de tu resentimiento y siente el perdón en su lugar. Puede que
hasta quieras abrazar o estrechar la mano de esa persona.
Si hablar
con una silla vacía te resulta demasiado estrafalario, otra manera es
escribirles una carta, lo detallada que desees. Cuando la escribas, pon lo
primero que se te ocurra. Deja que tus pensamientos vayan a la deriva.
Expresa todos tus sentimientos importantes y perdónalos por todas las
equivocaciones que cometieron contigo.
Muchos
padres con baja autoestima y, por tanto, no lo suficientemente fuertes para
admitir sus yerros, esperan que algún día sus hijos les perdonen por los
fallos que tuvieron en su crianza.
Igualmente, otra forma de perdonar a tus padres es sencillamente ir a verlos
personalmente o telefonearlos.Se sientan con sus
padres y discuten lo que hicieron y por qué continúan todavía dolidos,
aprovechan la ocasión para decirles a sus padres que les perdonan todos los
errores que hayan cometido durante su crianza y que les quieren.
Perdonándolos los liberas y te liberas tú también.
Perdonar
es liberarse de vivir anclado en un momento amargo. Cuando se perdona una
ofensa, hay un mecanismo que libera el olvido de esa situación. Así, la
persona queda liberada de un recuerdo amargo y eso le causa una sensación de
liberación. Cuando perdonas, sales ganando; con el perdón nunca pierdes.
En cuanto te
olvides de lo que te hicieron estas personas, experimentarás una sensación
de alivio y júbilo y tu vida comenzará a abrirse ante ti en senderos
prometedores.
Dado que tu
mundo exterior refleja con toda fidelidad tu mundo interno, dado que atraes
a aquellas gentes y circunstancias que concuerdan con tus pensamientos
dominantes y dado que te conviertes en lo que piensas, tu capacidad de
perdón es una cualidad
indispensable que tienes
que desarrollar mediante la práctica si de verdad quieres ser feliz, tener
salud y ser enteramente libre.
¿Tiene algún
sentido cargar, por años, con un peso y una energía inconveniente, cuando la
otra persona o cosa, ni siquiera se percata de ello? Por eso, en su
estructura, la palabra perdón, se define como: per=máximo y don=regalo. El
máximo regalo.
Sólo cuando
perdonas completamente a tus padres funcionas plenamente como adulto. Hasta
entonces, sigues llevando un niño en tu interior. Todavía dependes de ellos
emocionalmente.
Tienes que
olvidarte de las experiencias desgraciadas de tu infancia para poder tener
una relación madura con tu padre y con tu madre. Para mucha gente los
mejores años de su vida con sus padres empiezan el día en que los perdonan y
arrumban todos los negativismos asociados a su época de crecimiento.
Recopilado
por Elias Benzadon
Madre, tú me
tuviste pero yo nunca te tuve
Yo te quería
pero tu no me querías
Así es que sólo
debo decirte adiós
Padre, tú me
abandonaste pero yo nunca te abandoné
Yo te
necesitaba pero tú no me necesitabas
Así es que sólo
debo decirte adiós
Niños, no hagan
lo que yo hice
Apenas podía
caminar y traté de correr
Así es que sólo
debo decirte adiós
Mamá, no te
vayas
Papá, vuelve a
casa.
John Lennon,
canción «Mother»
Mis
pensamientos no son tus pensamientos, ni tus maneras son mis maneras. Porque
como los cielos están más altos que la tierra así son mis modos más elevados
que tus modos, y mis pensamientos más elevados que los tuyos.
Isaías, 55:8
Todas las
flores que plantaste, mamá
En el patio de
atrás
Todas se
murieron cuando te fuiste
Sé que vivir
contigo a veces era duro
Pero me
gustaría volverlo a intentar
Porque nada se
puede comparar
Nada se puede
comparar contigo
Prince
Madre santa, ¿dónde estás?
Ésta noche me siento roto en
dos
He visto las estrellas cayendo
del cielo
Madre santa, no puedo dejar de
llorar.
Necesito tu ayuda en ésta
ocasión
Llévame a través de ésta noche
solitaria
Dime por favor, en cuál camino
doy vuelta
Para
reencontrarme de nuevo.
Madre santa,
escucha mi plegaria
De algún modo, sé
que estás ahí todavía
Envíame por favor
un poco de paz mental
Sácame ésta pena
No puedo esperar, no puedo
esperar más tiempo
No puedo
esperar, no puedo esperar por ti.
Madre santa, escucha mi llanto
Maldije
tu nombre un centenar de veces
Ya dejé caer la ira que corría
a través de mi alma
Todo lo que necesito es una
mano que pueda sostener.
Siento que el final ha llegado
Mis piernas ya no volverán a
correr
Tú sabes, preferiría estar
Entre tus brazos ésta noche.
Cuando mis manos ya no puedan
seguir tocando
Mi voz se haga acallar y yo
desaparezca
Madre santa, entonces estaré
Tendido y a salvo entre tus
brazos.
Eric Clapton, canción
«Holy Mother»
Siempre que haya un vacío en
tu vida, llénalo de amor. No pienses «voy a
sufrir», «voy a equivocarme»Sencillamente, ve en
busca del amor
Amado Nervo
Perdonar a nuestro hermano es perdonarnos a nosotros mismos.
Le Ly Hayslip
Señor, te entrego mi voluntad
de perdonar.No puedo hacerlo sola pero creo que
tú harás que suceda en mi vidamientras busco en
ti el perdón con todo mi corazón.