UN ASUNTO SIN RESOLVER

 

 

Un vagabundo avanzaba trabajosamente por un camino al parecer interminable. Acarreaba consigo toda clase de cargas. Un pesado saco de arena colgado a la espalda; una gran bolsa para el agua en la bandolera. En la mano derecha llevaba una piedra con una forma extraña; en la izquierda, un canto rodado.

Cadenas oxidadas, con las que arrastraba pesados bultos a través de la arena polvorienta, se le clavaban en los tobillos. Sobre la cabeza, el hombre sostenía en equilibrio una calabaza medio podrida. A cada paso que daba, las cadenas sonaban.

Gimiendo y refunfuñando, avanzaba paso a paso, quejándose de su duro destino y de la fatiga que lo atormentaba. Por el camino, bajo el sol abrasador del mediodía, se encontró con un granjero que le preguntó:

-Dime, cansado vagabundo, ¿por qué vas cargado con esa piedra y ese canto rodado?

-Es una espantosa tontería -respondió el vagabundo-, pero no me había dado cuenta hasta ahora.

Dicho lo cual, arrojó las piedras y se sintió mucho más liviano.

Después de recorrer otro buen trecho de camino, el vagabundo tropezó con otro granjero, que le preguntó:

-Dime, cansado vagabundo, ¿por qué te molestas en llevar esa calabaza medio podrida sobre la cabeza, y por qué arrastras esos pesados bultos con las cadenas?

El vagabundo respondió:

-Me alegra mucho que me lo hagas notar. No me daba cuenta de lo que me estaba haciendo a mí mismo.

Se liberó de las cadenas y lanzó la calabaza a la cuneta. Una vez más se sintió más liviano. Pero cuanto más avanzaba, más volvía a padecer.

Un tercer granjero que se aproximaba por el campo observó al vagabundo con asombro y dijo:

-Oh, buen hombre, llevas arena en ese saco, pero cuanto abarca la vista es más arena de la que nunca podrías acarrear. Y viendo tu gran bolsa para el agua, parece que te dispongas a cruzar el desierto de Kavir. Y mientras tanto hay un arroyo de agua clara que corre a tu lado y te acompañará mucho tiempo a lo largo del camino.

Al oír estas palabras, el vagabundo rasgó la bolsa y vació en el sendero el agua salobre que contenía. Entonces llenó un hoyo con la arena de la mochila.

Permaneció en pie pasivamente y contempló el ocaso. Los últimos rayos del sol le enviaron su luz. Echó un vistazo a su persona, vio la piedra de molino que llevaba al cuello y se percató de que era aquella piedra la que lo hacía caminar tan doblado sobre sí mismo.

Desató la cuerda y arrojó la piedra de molino al río, tan lejos como pudo. Libre de sus cargas, siguió su camino al aire fresco del anochecer en busca de alojamiento.

Arthur Rowshan

 

¿Se ha encontrado alguna vez en una situación de paz conduciendo en un día hermoso o caminando solo, cuando de repente se sintió agitado o alterado y no pudo saber por qué?. Cuando ocurre esto, suele significar que su mente se ha deslizado a un momento del pasado, a un momento en que quedó un asunto sin resolver. Es como si la vieja batalla fuera nueva y ocurriera en el presente. Nuestras percepciones del pasado se convierten en proyecciones del presente si abandonamos nuestro centro en el presente y nos deslizamos en el dolor y el miedo que rodearon a un asunto del pasado que no hemos resuelto aún. Es raro que nos demos cuenta en el momento en que esto sucede, y el pasado horrible y negativo parece ocurrir ahora. En realidad, todos nos enfrentamos con el presente. ¡Piense en ello! ¿Alguna vez no ha sobrevivido al presente? Nuestras mentes y nuestras relaciones se convierten en rehenes del pasado cuando proyectamos el dolor y el conflicto de viejas relaciones al presente. Hasta que somos conscientes del presente, nuestras relaciones pueden oscurecerse con las nubes negras de las cosas no resueltas del ayer. Cada vez que nos encontramos perturbados, es casi seguro que la fuente real del conflicto está o en el pasado o en nuestros miedos del futuro, pero decididamente no en el presente. Si cada día reconocemos y decidimos resolver los asuntos no terminados del pasado, nos ayudará a liberarnos y a poder vivir en el presente.

Dr. Gerald Jampolsky

 

Cuando la culpa proviene del pasado, de asuntos no resueltos, de rabias u odio hacia quienes nos han hecho daño; o debido a aquellas cosas que hicimos o dejamos de hacer en el pasado, se mantiene como fantasma perturbador impidiendo que disfrutemos del presente. Salir de esta condición mental contraproducente es perdonarnos y a aquellos que por una razón u otra nos han hecho daño. El perdón libera el efecto del daño, y permite que esta área de nuestra mente entre en paz, condición necesaria para crear pensamientos que produzcan efectos positivos.  Perdonar no significa olvidar o aceptar de otros lo que produce daño, significa soltar el pasado y proseguir a un mejor lugar en el futuro, cubriendo con el perdón la falta de otros y perdonándonos también por aceptar ser dañados.

Alison Salas

 

Hoy, Creador, concédeme el valor y la voluntad para perdonar a la gente a la que más amo. Ayúdame a perdonar todas las injusticias que siento en mi mente y a amar a los demás de manera incondicional. Sé que sólo mediante el perdón podré curar todo el dolor de mi corazón. Hoy, Creador, fortalece mi voluntad para perdonar a todas las personas que me han herido aún cuando crea que su ofensa es imperdonable. Sé que el perdón es un acto de amor hacia uno mismo. Ayúdame a amarme tanto que sea capaz de perdonar todas las ofensas. Permíteme elegir el perdón porque no quiero sufrir cada vez que recuerdo la ofensa. Hoy, Creador, ayúdame a curar toda la culpabilidad de mi corazón mediante la aceptación del perdón de todas las personas a las que he herido en mi vida. Ayúdame a reconocer con sinceridad los errores que he cometido por mera ignorancia y bríndame la sabiduría y la determinación necesarias para no volver a cometer los mismos errores. Sé que el amor y el perdón transformarán todas mis relaciones de la manera más positiva posible. Gracias, Creador, por ofrecerme la capacidad de amar y perdonar. Hoy, abro mi corazón al amor y al perdón a fin de compartir mi amor sin miedo. Hoy disfrutaré de una reunión con las personas a las que más amo. Amén.

Dr. Miguel Ruiz «Oración para el perdón»

 

Una vez dominada por la ira, la mente casi se vuelve loca. No es posible tomar decisiones correctas ni ver la realidad. Pero si la mente está calmada y estable, todo lo ve uno exactamente como es.

Dalai Lama

 

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