SÓLO UNA VEZ PASARÉ POR AQUÍ

 

 

 

 

La idea de la reencarnación, en la que nuestro espíritu vuelve de nuevo a la Tierra en otro cuerpo refleja las ansías del ser humano de creer que su alma o espíritu no muere nunca, de cómo debe comportarse en esta nueva existencia, lo que debe purgar y lo que debe evitar o desarrollar para conocer un mínimo de equilibrio y dicha.

 

Creemos más en el trialismo, o sea que somos cuerpo, alma y espíritu. El cuerpo y el alma son perecederos y el espíritu es la parte más sutil que pasa al plano astral, a la muerte del cuerpo y del alma, en espera de volver a reencarnarse, o sea, volver a vivir en la Tierra en otro cuerpo, sea para purgar sus faltas o para pasarlo mejor que en la otra reencarnación.

 

En este caso hemos de considerar que dentro del cuerpo hay como una envoltura semimaterial en cuyo interior se halla encerrado el espíritu, de manera parecida a como el aire que hincha un globo; al romperse éste, el aire se escapa y vuelve a la gran masa de aire hasta que vuelve a captarse parte de la atmósfera para inflar otro globo.

 

Si admitimos la idea de la reencarnación hemos de aceptar la existencia de unas leyes y mecanismos que la gobiernan, aunque los conozcamos mal o imperfectamente. Venimos por tanto programados para vivir y sufrir las consecuencias de nuestras acciones de la vida pasada o anterior reencarnación.

 

Nacemos con el cuerpo y el carácter adecuado al destino que hemos de vivir. Esa ley o leyes cósmicas o universales que regulan la vida humana es la Ley del Karma o sea tal hacemos, tal recibimos y para que nadie haga trampa y pueda manipularla, nuestras actuaciones están gobernadas por dicha ley que podemos considerar una ley matemática o automática de causa y efecto.

 

Karma se emplea para designar a la ley cósmica de causalidad, de causa y efecto. Significa compensación por las acciones cometidas, sea para premio para nuestras buenas actuaciones o castigos y penas para nuestras malas obras; siempre que hay una acción se produce una reacción, si se origina una causa se produce un efecto.

 

 Ninguna acción se pierde en el olvido en el Universo; todo queda registrado, todo tiene su función. En cierta forma podemos interpretar el Karma como purificación, purgatorio o castigo. Es la acción y reacción de la voluntad humana sobre el mismo ser humano.

 

Esto quiere decir que cosechamos según sembramos, que somos responsables de nuestras acciones en el sentido de que cada pensamiento, palabra y obra es una causa que necesariamente ha de producir u originar un efecto de la misma índole o naturaleza, de una existencia para otra.

 

De acuerdo con la Ley del Karma, estamos destinados a conocer, enamorarnos, casarnos con aquellas personas que han de cumplir, para bien o para mal dicha ley. Si estamos destinados a sufrir, nos uniremos precisamente con una persona que nos hará padecer. Y, viceversa en caso de tener que conocer la dicha.

 

Una persona que en la anterior reencarnación sufrió muchos avatares en el plano sentimental, ahora puede conocer mucha mayor estabilidad familiar y tener suerte en la elección de la pareja. Una persona que se dejó arrastrar por su mal comportamiento y excesos, ahora está destinado a ser infeliz en lo sentimental.

 

Por tanto el Karma es la esencia de lo que una persona hizo en el pasado, y esta esencia la lleva con ella de una a otra encarnación, hasta que alcanza la suprema perfección o evolución y al no cometer nuevas acciones negativas ya no tiene que volver a la vida y pasa a estadios superiores de la vida, en lo que podríamos llamar mundo universal, desde donde se dirige la evolución total del Cosmos.

 

Mago Félix

 

 

Cuando contemplo las tumbas de los grandes, desaparece de mi cualquier tipo de envidia; cuando leo los epitafios de las mujeres hermosas, desaparece todo deseo encendido; cuando veo el pesar de los padres ante la lápida de un hijo, mi corazón se llena de compasión; ante las tumbas de esos mismos padres, pienso en la vanidad de sufrir por seres a los que pronto habremos de seguir, cuando veo a reyes yaciendo junto a quienes los destronaron, cuando considero a espíritus ingeniosos rivales colocados lado a lado, o al santo que dividió el mundo con sus protestas y disputas, reflexiono con tristeza y asombro sobre las pequeñas luchas, enfrentamientos y conflictos de la humanidad. Cuando leo las fechas de las tumbas, de alguien que murió ayer, y de otro que murió hace seiscientos años, pienso en el gran Día en el que todos seremos contemporáneos y realizaremos juntos nuestra aparición.

 

Joseph Addison

 

 

El sabio domina a los astros al dominar sus pasiones.

 

Santo Tomás de Aquino

 

 

Los astros inclinan, mas tú decides.

 

Rocco Remo

 

 

Toda materia o energía del Universo permanece inalterable; nada se crea, nada se destruye, todo se transforma. Dicha transformación sólo puede ocurrir en una dirección, la que va de lo disponible a lo no disponible, de lo utilizable a lo no utilizable.

 

 

Antoine-Laurent Lavoisier

 

 

La vida no es ni un espectáculo ni una fiesta; es un aprieto.

 

George Santayana

 

 

El alma del hombre es inmortal. En un momento dado, sufre una pausa, que se llama muerte, después de la cual vuelve a nacer. No se destruye nunca.

 

Platón

 

 

El deseo de agotar por medio de nuevas experiencias, de nuevas acciones, el mal karma establecido en pasadas experiencias, es lo que impulsa al ego a reencarnarse, a pagar sus culpas pretéritas, a establecer un nuevo karma que neutralice el pasado.

 

Yoghi Kharishnanda

 

 

Es necesario amar, porque somos amados por Dios.

Es necesaria la conciencia de la muerte, para entender bien la vida.

Es necesario luchar para crecer, pero nunca dejarse ilusionar por el poder que llega junto con el crecimiento, porque sabemos que él no vale nada.

Es necesario aceptar que nuestra alma, aunque sea eterna, está en este momento presa en la tela del tiempo, con sus oportunidades y limitaciones.

 

Paulo Coelho

 

 

Sólo una vez pasaré por aquí; por lo tanto, todo el bien que pueda hacer, toda la bondad que pueda demostrar a un ser humano, debo hacerlo ahora. No he de diferirlo ni descuidarlo, porque no volveré a pasar por aquí.

 

William Penn

 

  

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