Contrariamente al animal, el hombre carece de instintos que le digan lo que
tiene que hacer y, a diferencia de los hombres del pasado, el hombre actual
ya no tiene tradiciones que le digan lo que debe ser.
Entonces,
ignorando lo que tiene que hacer e ignorando también lo que debe ser, parece
que muchas veces ya no sabe tampoco lo que quiere en el fondo. Y entonces
sólo quiere lo que los demás hacen, o bien, sólo hacer lo que los otros
quieren, lo que quieren de él.
En el
servicio a una causa o en el amor a una persona, se realiza el hombre a sí
mismo. Cuanto más sale al encuentro de su tarea, cuanto más se entrega a su
compañero, tanto más es él mismo hombre, y tanto más es sí mismo. Así pues,
propiamente hablando sólo puede realizarse a sí mismo en la medida en que se
olvida a sí mismo, en que pasa por alto a sí mismo.
Cuando
falta un sentido de la vida, cuyo cumplimiento hubiera hecho feliz a una
persona, ésta intenta conseguir el sentimiento de felicidad mediante un
rodeo, que pasa por la química.
El sentido
no puede darse, sino que debe descubrirse.El sentido
debe descubrirse, pero no puede inventarse. El sentido no sólo debe sino que
también puede encontrarse.
No existe
ninguna situación en la vida que carezca de auténtico sentido. Este hecho
debe atribuirse a que los aspectos aparentemente negativos de la existencia
humana, y sobre todo aquella trágica tríada en que la que confluyen el
sentimiento, la culpa y la muerte, también puede transformarse en algo
positivo, en un servicio, a condición de que se salga a su encuentro con la
adecuada actitud y disposición.
Al cumplir
un sentido, el hombre se realiza a sí mismo. Si cumplimos el sentido del
sufrimiento, realizamos lo más humano del ser humano, maduramos, crecemos,
crecemos más allá de nosotros mismos.
Incluso
cuando nos encontramos sin remedio y sin esperanza, enfrentados a
situaciones que no podemos modificar, incluso entonces estamos llamados y se
nos pide que cambiemos nosotros mismos.
El amor y la
fe son cosas que no se dejan manipular. En cuanto fenómenos intencionales,
sólo surgen cuando se da un contenido y un objeto adecuados.
Vamos no
hacia una religión universal, sino a una religiosidad personal,
profundamente personalizada, a una religiosidad a partir de la cual cada
individuo encontrará su lenguaje personal, propio y original para dirigirse
a Dios.
Cuanto más
se olvida el hombre de sí, cuanto más pasa por encima de sí, al entregarse a
una causa o a otros hombres, más es él mismo hombre, más se realiza a sí
mismo. Sólo el olvido de sí lleva a la sensibilidad y sólo la entrega de sí
genera la creatividad.
Dr. Viktor Frankl
¿Qué hacemos
aquí?Desde el principio de la historia, la gente se
ha hecho las preguntas: ¿Para qué estoy aquí?, ¿Qué debo hacer?, y muchas
más similares. Podemos buscar fuera las respuestas, y muchas personas lo
hacen, pero las más inspiradas vienen del interior.
Cuando escuchamos
nuestra voz interior podemos oír la llamada de la vida o finalidad
inspirada, y tan pronto comenzamos a realizar esa finalidad experimentamos
un nuevo grado de amor incondicional y gratitud y una mejor salud, a la vez
que nos sentimos estimulados a realizar sueños que en otro tiempo podrían
habernos parecido imposibles.
A lo largo de la historia, los seres que han escuchado su voz interior y
seguido su visión han dejado huella en el mundo,
siguieron una vocación y visión interior. Estas personas inspiradas fueron en
pos de sus metas y al hacerlo experimentaron satisfacción y ofrecieron a
nuestras vidas aportaciones duraderas.
Es posible que todavía no hayas oído tu finalidad inspirada o vocación
interior, pero te aseguro que en tu corazón y alma vive una finalidad
iluminadora, una tan profunda que te sobrecogería su brillo y magnificencia
si se desarrollara toda de una vez.
Ese deseo
interior de conocer el sentido de tu vida es el de descubrir tu finalidad y
actuar para realizarla. Cuanto más clara y definida es la finalidad más en
línea estamos con el poder y los recursos infinitos del universo.
Cuando enfocamos la atención hacia una finalidad clara y definida, el corazón
y el alma nos guían para dar pasos juiciosos y nos motivan con amor
incondicional. Cuando pensamos en nuestra finalidad y damos los pasos
necesarios para llevarla a cabo nos elevamos a un plano de mayor
entendimiento y experimentamos más amor y gratitud por nosotros mismos, por
los demás y por el mundo.
Cuanto más nos
concentramos en la misión de nuestra vida más sentido adquiere ésta. Sin una
finalidad clara, la persona puede oscilar, como un gigantesco péndulo, de un
extremo a otro en sus pensamientos, emociones, actos y omisiones.
La finalidad trasciende los objetivos; trasciende nuestra vida.
Es la visión vibrante y armonizadora que se hace eco de nuestra mente
interior. Los objetivos y metas que conseguimos mientras realizamos nuestra
finalidad construyen la escalera hacia las estrellas.
El logro de cada objetivo va a entrañar ciertamente agrados y
desagrados, y cuanto más agradezcamos lo que aprendemos y recibimos, más
inspiración tendremos para construir el siguiente peldaño o paso.
Cuando consagramos la vida a una finalidad inspirada todo
adquiere más sentido y experimentamos la plenitud que la vida nos quiere
ofrecer. Por el contrario, si no estamos realizando la inspiración, la vida
puede parecernos un vagar sin rumbo en el desierto de los sentidos, un
reaccionar ante las circunstancias y el entorno como si estuviéramos a su
merced.
En física, cualquier cosa que no cumple su finalidad se autodestruye. Este es
el modo como el Universo tiene de reciclar la energía. Y lo mismo vale para
la de las personas. Cuando no realizamos nuestras inspiraciones nos vemos
viviendo vidas de desesperación, nos creamos confusión en la mente y
enfermedades en el cuerpo.
No se trata de castigos, sino simplemente de los efectos de no
haber sabido aprovechar lo que tenemos o de no hacer lo que nos gusta hacer.
Son mensajes que nos permiten saber que mentalmente vamos a la deriva.
Dr. John
Demartini
La tristeza es
mi constante compañera.Haga lo que haga, esta
tristezapone un peso de plomo en mi alma:
¿Dónde están mis ideales,toda aquella grandeza y
belleza,toda aquella bondad que fueronen otro
tiempo mi anhelo?Mi corazón se halla paralizado
por el hastío.Vivo como arrojada al vacío.
Hay momentos en que hasta el dolor se me niega.
En ese
tormento, clamo a Dios, Padre de todos.Pero
también Él calla.Sólo una cosa deseo: morir;
morir hoy mismo, si fuera posible.
Si no tuviera
la conciencia creyente de que no soy dueña de mi vida,
me habría arrojado ya muchas veces al vacío.
En esta fe,
comienza a transformarsetoda la amargura del
sufrimiento. Porque el que cree que la vida humana
debe ser un avanzar de triunfo en triunfo,se
parece al necio que, ante una construcción,menea
la cabeza y se asombrade que se esté abriendo una
zanja donde se quiere alzar una catedral.
Dios se
construye un templo en cada alma humana.Y, en mí,
está ahora cavando los cimientos.Mi tarea
consiste en aguantar voluntariamentelos golpes de
su azada.
Diario de una
carmelita
Un hombre se
encuentra en la calle con su médico de cabecera, que le pregunta por su
salud. En el curso de la conversación, el paciente le dice que últimamente
se veía aquejado de cierta sordera.
-Probablemente bebe usted demasiado,
-le amonesta el médico.
Al cabo de un
par de meses vuelven a encontrarse en la calle y el médico se interesa de
nuevo por la salud de su paciente. Para hacerse oír, alza un tanto la voz.
-¡Ah!,
-dice éste, -no necesita
hablar tan alto; ya oigo muy bien.
-Probablemente ha dejado de beber,
-le contesta el médico. Eso es estupendo, siga así.
Al cabo de otro
par de meses: -¿Qué tal le va?
-¿Cómo dice?
-Le pregunto que cómo está usted.
Al fin, el
paciente le entiende.
-Puesvea, otra vez
vuelvo a oír mal.
-Probablemente ha empezado a beber de nuevo.
Y entonces, el
paciente explicó todo el asunto:
-Vea usted: al principio bebía y oía mal; luego
dejé de beber y oía mejor; pero lo que oía no era tan bueno como el whisky.
Jaime Lopera Gutiérrez
Los hombres
reciben el regalo de preocupaciones que, de otra forma, sólo tendrían en la
hora de la muerte.
Ernst Bloch
No
que creo que Dios quiera exactamente que seamos felices, quiere que seamos
capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y yo sugiero que
precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por
decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para
despertar a un mundo de sordos; porque somos como bloques de piedra, a
partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura de un
hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen
más perfectos.
Clive Staples Lewis
Cuando
uno está inspirado por una gran finalidad, un proyecto extraordinario, todos
los pensamientos se liberan, la mente trasciende las limitaciones, la
conciencia se expande en todas direcciones y uno se encuentra en un mundo
nuevo, grandioso y maravilloso. Se avivan las energías, facultades y
talentos latentes y se descubre que se es una persona muy superior a lo que
jamás se ha soñado ser.
Patanjali
La
humanidad oscila entre la necesidad y el aburrimiento.
Arthur
Schopenhauer
Dios no nos envía la desesperación para matarnos, nos la envía para
despertar en nosotros una nueva vida.
Hermann Hesse
Sólo existe una
manera de hacer frente a la vida: tener siempre una tarea que cumplir.
Harvey Cushing
No tengo ni la
menor idea de adónde voy, pero desde luego voy a toda máquina.
Helmut
Qualtinger
La suprema
dignidad del hombre es el sufrimiento.
Hermann Cohen
Creer en Dios
significa ver que la vida tiene sentido.
Ludwig
Wittgenstein
Incluso aunque
la insanía ponga ante mis ojos el hábito de bufón,
siempre puedo salvar mi alma, si triunfa en mí mi amor a Dios.
Soren
Kierkegaard
Un hombre que
ha encontrado una respuesta al problema del sentido de la vida es un hombre
religioso.
Albert Einstein
Cuando era
niño, pensaba contar al mundo lo que había visto en Auschwitz, con la
esperanza de que este mundo cambiara al fin. Pero el mundo no ha cambiado,
el mundo no quería saber nada de Auschwitz. Sólo mucho más tarde he llegado
a comprender el auténtico sentido del dolor. El sufrimiento tiene sentido
si tú mismo te cambias en
otro.