SI ALGUIEN HUYE

 

En el año 1943, los Nazis quieren un Berlin libre de judíos y en el mes de Abril, sale de la vía 17 de la estación de Grunewald, un tren con 688 judíos hacinados en vagones de ganado en dirección a Auschwitz; el viaje a la muerte dura seis días.

 

En el tren, comienza una lucha contra el calor, el hambre y la sed. En su desesperación, algunos intentan huir pero el tiempo apremia y Auschwitz se acerca cada vez más.

 

Para las personas que han sido encerradas en el vagón, empieza un horrible martirio. La indescriptible estrechez, el mal olor y el miedo son constantes. Un cubo con agua tiene que llegar para todos y como servicio sirve un segundo cubo.


Pronto empieza la disputa por el agua. Finalmente, Henry Neumann consigue que al menos las madres lactantes y los niños tengan algo de agua. Todos empiezan a darse cuenta de lo serio de su situación, y Albert Rosen idea un plan: serrar los barrotes de las ventanas. Un chico delgado podría salir fuera a través del hueco y abrir las pesadas puertas del vagón desde fuera. Podrían ir saltando a la libertad uno detrás de otro.

 

Rápidamente un chico de 16 años se presenta voluntario para llevar a cabo la peligrosa misión, una vez serrados los barrotes, sale por la ventana y se descuelga del vagón de tren. Pero resbala. Ante los ojos de sus padres, se despeña hacia la muerte. En ese momento Ruth reúne todo su valor y dice con determinación que ella puede conseguirlo.

 

La chica consigue deslizarse y abrir el portón del vagón. Llenos de impaciencia dos jóvenes saltan del tren en plena velocidad, pero un soldado les ve y les dispara. Los dos hombres caen muertos junto a lavía. En el vagón, intentan colocar los barrotes en la ventana para disimular y poder así esperar un momento mejor para la huída.
 

A pesar del miedo a la muerte y la desesperanza creciente, Henry no abandona. Rápidamente se decide un nuevo plan. Quieren romper el suelo de madera detrás del eje. Sin demora los hombres se ponen a trabajar.

 

Después de numerosas horas de trabajo con herramientas rudimentarias, logran hacer un agujero en el suelo por donde puede pasar un niño o una persona adulta delgada. Las voluntarias son la señora Ruth Zilberman y la niña Nina Neumann.

 

 

Se deslizan debajo del tren mientras los pasajeros del vagón hacen un gran escándalo pidiendo agua para cubrir la fuga. En el trayecto de huída en la oscuridad de la estación de trenes, a Nina se le atasca un pie en los rieles. Ruth la ayuda a salir del atasco mientras un tren se acerca por la misma vía pero un oficial nazi detecta a las fugadas y va a dispararles cuando alguien le dispara y el nazi cae al piso.

 

Ruth y Nina son llevadas al bosque por varias personas que no conocen mientras el tren sigue su recorrido y en el vagón comentan lo ocurrido pocos minutos antes alegrándose por la huida e indicando que se trata de un milagro porque sobrevivirán, a diferencia de ellos que van a una muerte segura.

 

Ruth y Nina están en el bosque junto al grupo de la Resistencia que les salvó la vida. Mientras comen Ruth y Nina comentan con miembros de la Resistencia:

 

-¿Cómo sabían que estábamos intentando escapar?

 

-Estamos ahí todas las noches, la última estación antes de Auschwitz, los trenes de la muerte, vienen de todas partes.

 

-¿Estás ahí todas las noches?

 

-¡Sí! Vamos cada noche, esperamos el tren, si alguien huye, lo ayudamos a salvar su vida.

 

Ruth conversa con Nina:

 

-Siempre voy a estar junto a ti. Te lo prometo.

 

Nina se aleja adentrándose en el bosque mientras Ruth la sigue de cerca.

 

-Nina, no te vayas lejos.

 

-No lo haré.

 

Nina se voltea y mira a Ruth y luego eleva su vista al cielo y dice:

 

-El amor de Dios ayuda desde su reino, ayuda desde el cielo. Dios me protegerá por todo, sobre todo lo malo, aunque sienta miedo, no dejará que pase algo porque Él va a proteger a los que somos buenos.

 

Stephen Glantz y Artur Brauner «Escape del último tren de Auschwitz»

 

 

 

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