SERVIR AL MISMO ESPÍRITU |
Al igual que otras muchas
personas, el teniente Dunbar había pasado la mayor parte de su vida en los
graderíos, observando más que participando. En los momentos en que se convertía
en un participante, sus acciones eran claramente independientes, bastante
parecido a como había sido su participación en la guerra.
Resultaba algo muy frustrante sentirse siempre aparte. Algo de esta
característica que conocía de toda la vida cambió en el momento en que levantó
entusiasmado el hígado en el aire, como símbolo de su presa cazada, y escuchó
los gritos de entusiasmo de sus compañeros de caza.
Entonces sintió la satisfacción de pertenecer a algo cuyo conjunto era más
grande que cada una de sus partes. Fue una sensación que le afectó profundamente
desde el principio. Y durante los días que pasó en la llanura de caza, y en las
noches transcurridas en el campamento temporal, aquella sensación se vio
sólidamente reforzada.
El ejército había resaltado incansablemente las virtudes del servicio, del
sacrificio individual en nombre de Dios, o del país, o de ambos. El teniente
había hecho todo lo que pudo por adoptar aquellas creencias, pero la mayor parte
de la sensación de servicio al ejército había estado sólo en su cabeza, no en su
corazón. Nunca perduraba más allá de la retórica vacía y desvaneciente del
patriotismo.
Con los comanches, en cambio, era diferente. Eran un pueblo primitivo. Vivían en
un mundo enorme, solitario y extraño, descrito por los blancos como nada más que
cientos de kilómetros de territorio sin valor alguno que había que cruzar.
Pero los hechos de sus vidas habían ido adquiriendo menos importancia para él.
Eran un grupo que vivían y prosperaban a través del servicio. El servicio era,
en realidad, la forma que tenían de controlar el frágil destino de sus vidas.
Estaba siendo ofrecido constantemente, con fidelidad y sin quejas, al espíritu
simple y hermoso de su forma de vida, y el teniente Dunbar encontró en él una
paz que concordaba con sus más queridos deseos.
No se engañó en ningún momento. Ni se le ocurrió la idea de convertirse en un
indio. Pero sabía que, mientras estuviera con ellos, se dedicaría a
servir al mismo espíritu.
Y esta revelación le permitió ser un hombre más feliz.
Michael Blake «Bailando con lobos»
En todo momento el ser humano apunta, por encima
de sí mismo, hacia algo que no es él mismo, hacia algo o hacia un sentido que
hay que cumplir, o hacia otro ser humano, a cuyo encuentro vamos con amor.
¿No ocurre lo mismo con el ojo, cuya capacidad visiva depende de que no se ve a
sí mismo? ¿Cuándo ve el ojo algo de sí? Sólo cuando está enfermo. Cuando padezco
glaucoma, veo una nube, y entonces es cuando advierto la opacidad del
cristalino. Cuando tengo un glaucoma, veo un halo de colores del arco iris en
torno a las fuentes luminosas, lo que no es sino el glaucoma. Pero en esta misma
medida disminuye la capacidad de mi ojo para percibir el entorno.
Cuanto más desconoce el hombre el objetivo de su vida, más trepidante ritmo da a
esta vida. Las personas que buscan con particular ahínco el placer y las
diversiones son aquellas en las que, en definitiva, ha quedado frustrada su
voluntad de sentido. ¿Cuándo está atento el hombre al simple efecto concomitante
del «placer» y cuando se limita al simple medio para el fin que llamamos poder?
Sólo se forma esta voluntad de placer o, respectivamente esta voluntad de poder
cuando se ha frustrado la voluntad de sentido o, dicho con otras palabras,
cuando el principio de placer se convierte, en no menor grado que el anhelo de
prestigio, en una motivación neurótica.
Una importante lección que me llevé a casa de los campos de concentración de
Auschwitz y Dachau es que los que demostraron tener mayor capacidad para
sobrevivir incluso en aquellas situaciones límite eran los que estaban
orientados hacia un futuro, hacia una tarea que les esperaba, hacia un sentido
que tenían que cumplir.
El hombre no sólo busca –en virtud de su voluntad de sentido- un sentido, sino
que también lo descubre, y ello por tres caminos. Descubre un sentido, en primer
término, en lo que hace o crea. Ve además un sentido en vivir algo o amar a
alguien. Y también a veces descubre, en fin, un sentido incluso en situación es
desesperadas, con las que se enfrenta desvalidamente. Lo que importa es la
actitud y el talante con que una persona sale al encuentro de un destino
inevitable e inmutable. Sólo la actitud y el talante le permiten dar testimonio
de algo de lo que sólo el hombre es capaz: de transformar y remodelar el
sufrimiento a nivel humano para convertirlo en servicio.
Lo que importa es cómo se soporta el destino, cuando ya no se tiene poder para
evitarlo. Dicho de otra forma: cuando ya no existe ninguna posibilidad de
cambiar el destino, entonces es necesario salir al encuentro de este destino con
la actitud acertada. Lo que importa no es tanto que la vida de una persona esté
llena de dolor o de placer, sino que esté llena de sentido.
El placer no puede intentarse como fin último y en sí mismo, sino que sólo llega
a producirse, propiamente hablando, en el sentido de un efecto, de forma
espontánea, es decir, justo cuando no es directamente buscado. Al contrario,
cuanto más se busca el placer en sí, más se pierde.
El miedo realiza ya de por sí lo que teme. El deseo demasiado intenso hace ya de
por sí imposible lo que tanto se desea. En la medida en que se presta atención
al acto sexual en sí, en esta misma medida se incapacita uno para entregarse
plenamente a él.
En razón de su voluntad de sentido, el hombre está referido a la búsqueda de un
sentido y a su cumplimiento, pero también está referido al encuentro con otro
ser humano, al que amar bajo la forma de un tú. Estas dos cosas, el cumplimiento
y el encuentro, son las que proporcionan al hombre el fundamento de la felicidad
y el placer. El hombre sólo es capaz de autorrealizarse en la medida en que
cumple un sentido.
El auténtico sentido hay que descubrirlo, no puede inventarse. No puede
fabricarse. No es confeccionable. El hombre es una esencia en busca de sentido,
está dominado por una voluntad de sentido. Hoy ya no sufre el hombre tanto bajo
la frustración sexual sino bajo la frustración existencial. Hoy no le aflige
tanto el complejo de inferioridad, sino más bien un complejo de falta de
sentido, acompañado de un sentido de vacuidad, de un vacío existencial.
A diferencia del animal, al hombre no le dicta ningún instinto lo que tiene que
ser y, a diferencia de los hombre de épocas pasadas, tampoco tiene tradiciones
que le enseñen lo que debe ser. Al parecer ya ni siquiera sabe lo que quiere
ser. Y ocurre así que o bien sólo quiere lo que otros hacen, y entonces nos
hallamos ante el conformismo, o bien sólo hace lo que los otros quieren de él, y
entonces nos enfrentamos con el totalitarismo.
Sean cuales fueren las condiciones y las circunstancias, la vida tiene un
sentido. Porque, o bien tiene realmente un sentido, y entonces tiene que
conservarlo, por muy corta que la vida sea. O no tiene ningún sentido, y
entonces no lo tendrá nunca, por mucho que dure. Hasta una vida al parecer
fracasada puede llenarse de sentido retrospectivo, al elevarnos, mediante la
autoconfesión, por encima de nosotros mismos.
Dr. Víktor Frankl
Sólo se haya solucionado
la cuestión social, quedará auténticamente libre la problemática espiritual,
sólo entonces se la podrá movilizar en un sentido auténtico; sólo entonces será
el hombre libre para dedicarse de verdad a sí mismo, y sólo entonces conocerá lo
que hay de problemático en sí mismo, la auténtica problemática de la existencia.
Paul Polak
El secreto de la felicidad es hacer felices a los demás.
El verdadero objetivo de la vida es ese. Estamos hechos para eso. Para labrarse
una felicidad basada en darse a los demás hay que comprometerse con ese camino.
La pereza es el principal enemigo de la felicidad porque nos impide apartar los
reclamos materialistas, que no satisfacen, y buscar nuestro destino.
Jaume Sanllorente, Director del «Orfanato Karuna» en
Bombay
La puerta de la felicidad se abre hacia fuera. Cuando
alguien se precipita contra ella no hace sino cerrarla con más fuerza.
Soren Kierkegaard
El hombre debe hacerse lo que ya es.
Píndaro
Lo que el hombre es, lo es a través de la que cosa que
hace suya.
Karl Jaspers
La vida debería ser, principalmente, servicio. Sin este
ideal, la inteligencia con que Dios te ha dotado no se está encaminando hacia el
cumplimiento de su objetivo. Cuando al brindar tu servicio te olvidas del
pequeño ser, sientes el gran Ser del Espíritu. Así como los rayos vitales del
sol nutren a todos los seres, así debes tú derramar rayos de esperanza sobre el
corazón de los pobres y de los olvidados, encender la llama del valor en el
corazón de los abatidos e infundir renovado aliento en el corazón de quienes se
consideran fracasados. Cuando comprendas que la vida es una jubilosa batalla del
deber, y, al mismo tiempo, un sueño pasajero, cuando te colme la dicha de hacer
felices a los demás, prodigándoles bondad y paz, a los ojos de Dios tu vida será
un éxito. La Abundancia Divina obedece a la ley del servicio y de la
generosidad. Da y recibirás. Da al mundo lo mejor que tengas y recibirás lo
mejor en retribución.
Paramahansa Yogananda
-Tanto el hombre como la mujer son absolutamente
vulnerables a la fuerza del sexo, porque allí el placer y el miedo tienen la
misma importancia.
-¿Y por qué el placer y el miedo caminan juntos?
-Porque quien se enfrenta con el sexo sabe que está ante algo que sólo sucede
con toda su intensidad cuando se pierde el control. Cuando estamos en la cama
con alguien, estamos dando permiso para que esta persona comulgue no solamente
con nuestro cuerpo sino con toda nuestra personalidad. Son las fuerzas puras de
la vida que se comunican, independientemente de nosotros y, entonces, no podemos
esconder quién somos. No importa la imagen que tengamos de nosotros mismos. No
importan los disfraces, las respuestas preparadas, las salidas honrosas. En el
sexo, se hace difícil engañar al otro, porque allí cada uno se muestra como
realmente es.
Paulo Coelho «Brida»
Creo que en la intimidad es cuando somos más humanos.
Cuando siento que tengo mucho control, mucho poder, mucho éxito, que soy el
mejor en todo, en ese momento no soy un ser humano. Soy ser humano cuando me
siento vulnerable. En los momentos íntimos no somos buenos ni malos, sino una
mezcla. Eso es lo que te salva; no el amor, sino la intimidad.
Junot Diaz «Premio Pulitzer 2008»
La neurosis es el sufrimiento del alma que no ha
encontrado su sentido.
Carl Jung