2 - RECONOCER SU PROPIO SUEÑO

 
 
 

 

¡Buenas noches, tía!

¡Buenas noches, sobrino! tu mamá me dijo que ibas a venir, pasa.

Tía, no sé que hacer, las cosas se están complicando mucho.

Ven, siéntate y cuéntame qué es lo que sucede.

He vuelto a tener una fuerte discusión con mi papá. Él se molestó muchísimo cuando supo que había reprobado tres materias, que tanto que él trabaja para poder pagarme el liceo al que voy, que no estoy estudiando lo suficiente, que me la paso escuchando música en vez de estudiar, que ando pendiente de enviar mensajes por el celular en lugar de repasar las materias.

¿Y tú que le contestaste?

Me defendí diciéndole que algunos profesores la tenían tomada conmigo, eso hizo que se enfadara aún más, finalmente le prometí que iba a estudiar más todos los días de la semana para aprobar las materias…

Buena decisión de tu parte.

La cosa no termina ahí, me llamó mi novia, muy contenta, para decirme que había comprado el vestido nuevo para la fiesta de quince años de su prima este fin de semana próximo.

Me imagino lo que me vas a decir.

Le dije que no iba a poder ir, que había prometido a mi papá estudiar todos los días… se enfadó muchísimo, me dijo que no quería volver a verme nunca más, que esto no me lo perdonaría jamás y otras «sutilezas» más.

Sigue contando.

Al rato me llamó la mamá de mi novia, me dijo que su hija estaba encerrada en su habitación, llorando sin cesar, que porqué yo le hacía esto, que el vestido nuevo había costado muy caro y no sé cuántas cosas más, me dijo incluso que iba a hablar con mi papá sobre el asunto, le dije que mejor ni lo intentara sino quería empeorar más las cosas.

¿Y qué piensas hacer al respecto?

¡Me provoca salir corriendo e irme a un lugar que esté bien lejos, tía!

¿No te gustaría ir a Shangri-Lá?

¿Qué lugar es ese, tía? ¡Nunca he oído hablar de él!

Es un lugar maravilloso, de ensueño. Es un lugar al que nos gustaría ir cuando las cosas se complican a nuestro alrededor, un lugar de paz y seguridad donde vivir no es una lucha constante sino una larga delicia.

Ya me está empezando a gustar el sitio.

Déjame contarte más cosas sobre este lugar maravilloso, en Shangri-Lá creen en la moderación, predican la virtud de evitar excesos de cualquier especie; el lugar se rige con restricciones moderadas y reciben satisfechos la obediencia moderada. Son moderadamente honestos y de alguna manera más que moderadamente felices.

A mi papá no le gustaría ese sitio.

En Shangri-Lá no hay crimen ya que al criminal lo hace usualmente la carencia, la envidia, el deseo de poseer algo que pertenece a otro; y en este lugar hay suficiente para todos. La norma allí es la cortesía que ayuda a suavizar el problema más complicado. No existe el dinero tal como lo conocemos, no compran ni venden sino que intercambian con otros lugares aquello que abunda por lo que puedan necesitar; no existen fortunas personales porque allí no hay un futuro incierto por el cual deba uno acumularlo.

Tía, ¿dónde se encuentra ese lugar?

En un lugar remoto del Tíbet, en los valles del Himalaya.

Tía, eso queda muy lejos además ahí debe hacer un frío bárbaro, yo estoy acostumbrado al calor venezolano.

Una vez que cruzas la entrada al valle de Shangri-Lá, el clima es muy agradable, con sol moderado. La regla allá es un cuerpo perfecto y excelente salud gracias al clima, la dieta, el agua de montaña, cero angustia.

Eso me haría falta, estos días ando muy estresado.

Como dato curioso, allí no celebran los cumpleaños tal como lo hacemos nosotros. Ellos opinan que la edad es un límite que nos imponemos a nosotros mismos, cada vez que celebramos un cumpleaños construimos otra barrera alrededor de nuestras mentes.

Lástima, a mí me gustan mucho los cumpleaños.

Lo que sucede es que mientras permanezcas en Shangri-Lá, no envejeces; las personas de cien años de edad conservan el aspecto de jóvenes de treinta.

Tíaaaaaaa ¡ese lugar no existe!

Tal vez no, pero todo el mundo sueña con él, con encontrarlo. Muchos están en esa búsqueda, algunos no lo encuentran jamás, otros ya viven en él y no lo saben.

¡Ay, tía, no entiendo nada!

Pues te lo voy a explicar, ayer vino mi amiga Cristina, y trajo una película muy vieja, en blanco y negro, para que la viéramos juntas. Se titula «Horizontes perdidos» y trata sobre Robert Conway, un hombre que tuvo un gran sueño y lo vio convertirse en realidad. Conway era soldado, diplomático, héroe público además de escritor. Él escribía acerca de mundos mejores, decía que había momentos en la vida de cada hombre en que vislumbra la eternidad.

Mejor no te cuento lo que vislumbro en este momento…

Ja, ja, ja, ja, Conway es enviado a China, junto con su hermano, a rescatar a un grupo de personas. Su avión es secuestrado y es llevado a Shangri-Lá. Al principio los pasajeros sólo piensan en salir de ahí pero poco a poco se van acostumbrando al sitio, a todos los beneficios que les ofrece, ponen sus habilidades al servicio de la comunidad y encuentran un sentido y propósito en sus vidas

¡Ya no hacen películas como esa!

Por su parte, Conway se entera que fue traído para convertirse en el Gran Lama y suceder al fundador del lugar, el Padre Perrault. Pese a sus grandes ideales, a Conway no le entusiasma un futuro prolongado, este necesita tener algún sentido y a veces duda que la vida tenga en sí alguno y si es así, entonces una larga vida sería aun más inútil; necesita una razón más definitiva para seguir y seguir.

Yo muchas veces me aburro horriblemente en una tarde lluviosa de domingo.

Su hermano le convence de abandonar el lugar y él, incapaz de reconocer su propio sueño cuando lo tuvo delante, deja Shangri-Lá. Al alejarse, se ve envuelto en situaciones dramáticas y peligros, se da cuenta que el sentido y el propósito de su vida están en Shangri-Lá teniendo que hacer esfuerzos sobrehumanos para regresar finalmente.

Tíaaaaaa, ¿qué tiene que ver conmigo esta historia que me has contado?

Lo que te dije antes, sobrino, que hay personas que ya viven en Shangri-Lá y no lo saben.

Si hubieras oído a mi papá y a mi novia, pensarías distinto.

Tú tienes todo lo que un adolescente puede querer: unos padres que te aman, vives en una hermosa casa, tienes amigos, sales con una joven maravillosa, estudias y te preparas para el futuro y además tienes una tía que te adora.

Sííííííí, y yo te quiero mucho, tía.

Lo que sucede es que muchas veces no vemos lo que tenemos y a veces tenemos que distanciarnos para darnos cuenta o sencillamente nos la pasamos soñando con lo que nos gustaría tener y no vivimos el momento presente.

Explícamelo mejor, tía.

Por ejemplo, un matrimonio, él ve a su esposa y piensa porqué ella no posee ciertos atributos físicos, o que ella no sabe preparar sushi o no juega al tenis y no valora otras muchas cualidades que ella posee. Por su parte, la esposa ve a su marido y piensa porqué él no es super romántico, detallista, más alegre y espontáneo y los dos sueñan con su Shangri-Lá «versión pareja» y se alejan de la realidad presente…

Ya sé, el príncipe azul o la princesa de los cuentos de hadas…

Recuerdo algo que leí: una señora de buena posición social buscaba a la pareja perfecta; cuando llegó a los setenta años aun no la había encontrado. Un amigo le preguntó si durante todos esos años no se había topado aunque sea una sola vez con el hombre perfecto. Ella le contestó que sí, que una vez conoció al hombre perfecto. Él le preguntó que porqué no se casó con él. Ella le respondió, con tristeza, que él también buscaba a la mujer perfecta.

Ya sé tía, la perfección sólo existe en la mente de cada persona y por supuesto es diferente para cada uno de nosotros.

Por supuesto, sobrino… si no fuera así, el mundo sería un lugar muy aburrido, te imaginas la ropa perfecta, el automóvil perfecto, la figura perfecta, el color perfecto.

Nooooooooo, la comida perfecta, mi mamá siempre me prepararía la misma comida todos los días.

Te aburrirías, ya lo sé.

De cualquier forma, me hubiera gustado pasar un fin de semana en el Shangri-Lá tibetano.

El verdadero Shangri-Lá sí existe.

Tíaaaaa, ahora me vas a decir que se encuentra en algún lugar remoto de la Antártida.

No, sobrino, está muy cerca, está dentro de ti, es el lugar que Robert Conway describió como «aquellos momentos en que vislumbramos la eternidad». Es cuando te sientes bien contigo mismo, cuando haces las cosas que te gustan más, cuando eres tú mismo, cuando escuchas a solas esa música que tanto te gusta, comes ese plato que tanto adoras, cuando estás en contacto con la naturaleza ¡son tantas cosas!

Hace un par de semanas, un día no tuvimos clase, y acompañé a mi papá a la playa, él iba a hacer negocios con el dueño de un hotel, así que mientras él conversaba con dicha persona, yo me fui a caminar por el malecón, la playa estaba vacía, y me senté en las rocas a ver cómo chocaban las olas, no sé cuanto tiempo pasé allí, pero recuerdo que me sentí muy bien, nada me preocupaba, me sentía parte de todo aquello, luego vino mi papá a decirme que nos íbamos de regreso a Caracas.

Te voy a contar uno de mis Shangri-Lá pero prométeme no reírte ni contárselo a nadie.

Te lo prometo, tía.

Los viernes en la noche, cuando tu tío ya se durmió, me voy al estudio a escribir, escribo cosas que me gustan, cosas que siento pero antes de eso me preparo un sándwich enorme con mayonesa, bastante jamón, rodajas de tomate, hojas de lechuga, luego pongo un disco de Nana Mouskouri, con volumen bajo y se me van las horas, hasta que el sueño me reclama.

¡Te voy a visitar uno de estos viernes en la noche!

Noooooo, ése es mi Shangri-Lá.

Lo sé, tía, es algo muy tuyo ¡y no se lo voy a contar a nadie, ja,ja,ja,ja!

Es nuestro secreto, ja, ja, ja, ja, ja

Tía, sabes qué, voy a hablar con mi papá, le voy a decir todo lo importante que él es para mí, que voy a estudiar mucho y que me gustaría ir a la fiesta con mi novia.

Seguro que él entenderá.

Luego llamaré a mi novia para decirle lo maravillosa que se va a ver con el vestido nuevo cuando vayamos a la fiesta de su prima y ahora me voy porque son muchas las cosas que tengo que hacer ¡te quiero mucho, tía! chaoooooooo.

Yo también te quiero mucho, sobrino, chaoooooo.

Elias Benzadon

 

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