NADA PUEDA PERTURBAR SU PAZ MENTAL

 

 

Podemos actuar en lugar de que actúen sobre nosotros.

 

Una cosa es cierta: si seguimos haciendo lo que hacemos, seguiremos obteniendo lo mismo. Los problemas de la vida surgen cuando sembramos una cosa y esperamos cosechar otra totalmente diferente. Para modificar los resultados, necesitamos cambiar el paradigma.

 

Nuestra vida se basa en los resultados de nuestras elecciones. Si culpamos y acusamos a los demás, al medio ambiente o a otros factores extrínsecos, elegimos otorgarles el poder para que nos dominen. Elegimos: vivir nuestra vida o dejar que otros la vivan por nosotros. Tal vez hallemos conveniente vivir con la ilusión de que las circunstancias o los demás son responsables de la calidad de nuestra vida, pero lo cierto es que nosotros somos los responsables de nuestra elección.

 

El mejor modo de predecir su futuro radica en crearlo.

 

Resulta fácil decir «¡no!» cuando hay un profundo «¡sí!» que arde en nuestro interior.

 

Deja que te gobierne tu brújula y no el reloj de la pared. La lucha se desencadena cuando percibimos una brecha entre el reloj y la brújula, cuando lo que hacemos no contribuye a lo que es más importante en nuestras vidas. Poner primero lo primero constituye un acto esencial en la vida. ¿Qué es para usted «lo mejor»? ¿Qué le impide otorgar a esas cosas «mejores» el tiempo y la energía que desea brindarles? ¿Interfieren demasiadas cosas «buenas»?

 

La calidad de vida depende de lo que ocurre en el espacio entre el estímulo y la respuesta. Hace falta valentía para admitir que usted es más importante que sus estados de ánimo y que sus pensamientos, y ser capaz de controlarlos.

 

La sabiduría es la unión del corazón con la mente y consiste en aprender todo lo posible, pero con la humildad de admitir que no lo sabemos todo.

 

Una de las mejores maneras de educar el corazón es observar nuestra interacción con los demás, puesto que estas relaciones son, en esencia, el reflejo de nuestra relación con nosotros mismos.

 

Nuestra mayor alegría y nuestra pena más grande derivan de nuestras relaciones con los demás. En efecto, la calidad de vida es, por naturaleza, interdependiente. Lo cierto es que somos mejores en compañía que solos.

 

La humildad deriva de advertir que «ningún hombre es una isla», que ningún individuo posee todos los talentos, todas las ideas, todas las facultades para hacer funcionar el todo. Para la calidad de vida es de suma importancia la capacidad de trabajar juntos, aprender de los demás y ayudar a crecer a los demás.

 

El éxito siempre nace de dentro hacia fuera. Nunca podremos cambiar a los demás; deben cambiarse a sí mismos.

 

A veces no percibimos nuestro rol en la familia como un rol de liderazgo, y sin embargo, ¡qué oportunidad nos proporciona de influir en ella! Uno de los mayores legados que podemos dejar a nuestros hijos es un sentimiento de finalidad y de responsabilidad respecto a la adhesión a los principios correctos.

 

Todo avance implica una ruptura, implica descartar algo, dejarlo atrás. Cuando nos esforzamos por dar prioridad a las cosas más importantes, tal vez sea el momento adecuado para descartar lo que nos frena y nos impide contribuir en la medida en que podríamos hacerlo.

 

La vida es un aprendizaje, tanto a partir de nuestros errores como de nuestros aciertos. En la vida el único error verdadero es aquel del que nada aprendemos.

 

Estamos absolutamente convencidos de que el mejor modo de lograr calidad de vida es escuchar a nuestra conciencia y seguir sus dictados.

 

Los dos mayores dones que nos han sido otorgados son el tiempo y la libertad de elegir. Lo esencial es no gastar el tiempo sino invertirlo. En lugar de pasar nuestro tiempo ocupados sólo en vivir, examinemos las consecuencias de nuestras elecciones y de ello extraeremos enseñanzas.

 

Vivir en armonía con la naturaleza es una parte vital de la calidad de vida. La vida es mejor cuando tratamos a los demás como desearíamos ser tratados.

 

 

Nuestra mera valoración de algo no implica necesariamente que nos ofrezca resultados de calidad de vida. Si lo que valoramos se opone a las leyes naturales que gobiernan la paz mental y la calidad de vida, nos estamos basando en ilusiones y el fin será el fracaso. En sí, no podemos constituirnos en una ley.

 

Por naturaleza poseemos dones que nos distinguen del mundo animal: el espacio que se produce entre el estímulo y la respuesta, entre las cosas que nos ocurren y la forma como reaccionamos ante ellas.

 

La conciencia nos conecta con la sabiduría de épocas pasadas y con la sabiduría del corazón.

 

Mientras desarrolla su imaginación, puede emplearla para crear en su mente lo que esperar crear en la vida.

 

Si nos detenemos y buscamos profundamente con toda sinceridad, veremos que el interior es una fuente de sabiduría.

 

Existe una realidad universal, independiente del individuo que la conciencia afirma.

 

Una conciencia educada influye en cada aspecto de nuestra vida.

 

No basta con escuchar la voz de la conciencia, también debemos responderle. Cuando no obramos en armonía con nuestra voz interior, comenzamos a construir un muro alrededor de la conciencia que bloquea su sensibilidad y receptividad.

 

Si aprendemos a detenernos en el espacio entre el estímulo y la respuesta y a consultar nuestra propia brújula interior, podremos enfrentar el cambio cara a cara, con la confianza de que obramos con lealtad al principio y al propósito, y de que damos prioridad a lo más importante de nuestra propia vida.

 

Consulte tanto la sabiduría de su corazón como la de su mente.

 

Comience a utilizar la brújula en lugar del reloj. Escuche a su conciencia. Concéntrese en la importancia y no en la urgencia.

 

La clave radica en hacer con firmeza lo que genere su fuerza y aumente su capacidad para vivir, amar, aprender y dejar un legado.

 

Una de las aplicaciones más poderosas del autoconocimiento consiste en despertar nuestra conciencia y el modo como funciona dentro de nosotros.

 

La conciencia nos pone en contacto con lo singular y lo universal. Sólo al penetrar en nuestra capacidad descubrimos nuestro propósito y nuestra capacidad singulares para la contribución.

Sólo cuando conectamos con nuestra conciencia en esta vida interior profunda tenemos la posibilidad de encender el fuego interior.

 

 

La proactividad -aceptación de la responsabilidad personal de la propia vida- capacita tanto para tratar con un cónyuge malhumorado o un adolescente rebelde.

 

Construir la fuerza de carácter es como construir la fuerza física. Cuando llega la hora de ponerse a prueba, si usted no la tiene, no hay manera de ocultar el hecho de que simplemente no existe. No puede fingir. Se requiere fuerza para fijar una meta heroica, para trabajar con problemas crónicos en lugar de recurrir a las «soluciones instantáneas», para no abandonar sus compromisos cuando se le opone la marea formada por la opinión popular.

 

La conciencia es poderosa porque sincroniza la misión y los principios, y sirve de guía en el momento de la elección.

 

Si desea crear una relación confiable, es preciso ser digno de confianza.

 

Nuestra integridad es la base de nuestra autoconfianza y de la confianza que inspiramos a los demás.

 

El autoconocimiento implica una profunda honestidad personal. Se adquiere al formular preguntas difíciles y al responderlas.

 

El autoconocimiento nos urge a comenzar desde donde nos encontramos, sin ilusiones ni excusas, y nos ayuda a fijar metas realistas.

 

El autoconocimiento es oír la voz de la conciencia.

 

A través del autoconocimiento, fijamos metas con alcance realista y permanecemos abiertos al cambio producido por la conciencia.

 

Necesitamos ser sensibles a la voz de nuestra conciencia.

 

El liderazgo personal equivale a cultivar la sabiduría para reconocer nuestra necesidad de renovación y para asegurar que cada semana provea actividades de índole genuinamente recreacional.

 

Ésta es la esencia de la vida basada en principios. Se trata de abrir un canal con ese profundo conocimiento interior y de actuar con integridad. Consiste en tener el carácter y la capacidad para escuchar y vivir según lo que dicta la conciencia.

 

Hacemos una pausa entre el estímulo y la respuesta para elegir de forma proactiva una respuesta integrada profundamente en los principios, las necesidades y las facultades.

 

Observe cada expresión de la conciencia como una invitación para crear una mayor sincronización con las Leyes fundamentales de la vida.

 

Escuchar y vivir según lo que dicta la conciencia se convierte en un hábito fundamental del corazón.

La educación del corazón es el proceso que nutre la sabiduría interior.

 

Si sabemos escuchar nuestro corazón, podemos escuchar los corazones de los demás.

 

Una de las experiencias liberadoras de la vida es la de comprometerse a seguir los dictados de la conciencia. Quienes lo intentan quedan literalmente estupefactos ante el sentimiento de liberación que experimentan y al comprender la cantidad de tiempo y de energía que les demandaba justificar sus actos reñidos con la conciencia.

 

Tal vez descubra que sus sueños subconscientes no están en armonía con sus valores. Quizá sueñe con vivir como Indiana Jones, pero no aprecia la idea de arrastrarse por pasadizos llenos de telas de araña ni la de dormir con escorpiones. Si usted no saca sus sueños a la superficie y los examina a la fría luz del día, puede pasarse muchos años alentando ilusiones, con el sentimiento subconsciente de que se ha conformado con menos de lo que podía obtener.

 

 

Dr. Stephen Covey

 

 

Prométase a sí mismo

Ser tan fuerte que nada pueda perturbar su paz mental.

Hablar de salud, de felicidad y prosperidad con cada persona con la que se encuentre.

Hacer sentir a todos sus amigos que hay en ellos algo de valor.

Contemplar el lado iluminado de las cosas y hacer que su optimismo sea cierto.

Pensar sólo lo mejor, trabajar sólo para lo mejor y esperar sólo lo mejor.

Ser tan entusiasta acerca del éxito de los demás como lo es acerca del propio.

Olvidar los errores del pasado y presionar para alcanzar mayores logros en el futuro.  

Mostrar un porte alegre en cada momento y dirigir una sonrisa a todas las personas que conozca.

Dedicar tanto tiempo a la mejora de sí mismo, que no le quede tiempo para criticar a los demás.

Ser demasiado espléndido para preocuparse, demasiado noble para enfadarse, demasiado fuerte para sentir temor y demasiado feliz para permitir la presencia de problemas.

 

Credo del Club de los Optimistas  

 

Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.

 

Winston Churchill


 

El optimismo es la creencia de que todo es hermoso.


Ambrose Bierce    


El pesimista sabe rebelarse contra el mal. Sólo el optimista sabe extrañarse del mal.


Gilbert Keith Chesterton

 

 

 

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