MAESTROS DEL AMOR INCONDICIONAL |
Una joven pareja acababa de traer a su casa a su segundo hijo, recién nacido. Era un domingo por la tarde, y la hija de tres años de este matrimonio se puso a insistir en que quería ir al dormitorio del bebé ella sola. A los padres les sorprendió la intensidad de la petición de la niña. Percibieron algo muy urgente y vital en la súplica, algo que venía de lo más hondo de ella. Al principio sospecharon que la motivación de la niña podían ser sus celos hacia el hermanito y les preocupó la posibilidad de que le hiciera daño al bebé. Lo hablaron entre ellos y decidieron que, como había un intercomunicador entre su habitación y la del bebé, podrían escuchar y asegurarse de que todo estaba bien. La pequeña entró sola en la habitación del bebé, mientras los padres escuchaban. La oyeron cerrar la puerta y luego escucharon sus pasos acercarse a la cuna. Hubo un momento de silencio, y entonces oyeron la voz de su hija que le susurraba suavemente al hermanito:
-Bebé, hazme acordar cómo es Dios. Estoy empezando a olvidarlo.
Una
de mis hijas vino y se me quejó:
-¿Cómo es que en la televisión eres tan inteligente y
resuelves los problemas realmente difíciles que tiene la
familia en sólo treinta minutos, mientras que en casa eres tan
lento?
-Es que en la televisión tengo buenos guionistas –repliqué rápidamente.
Y en lo que concierne a ti, recuerda que tú no llegaste a
nuestras vidas con un manual de instrucciones, ¡y estamos haciéndolo
lo mejor que podemos!
Robert Young, actor
Recordemos que cada niño viene al mundo con un carácter único y diferente y con una serie de talentos muy especiales. Nuestra responsabilidad como padres consiste en inculcarles ciertos valores que les servirán para construir su vida y la relación con los demás, comprendiendo y respetando su verdadera esencia; además de apoyarlos a desarrollar sus talentos y a fortalecerlos frente a sus debilidades.
Maytte Sepúlveda
Tenemos que desmitificar a nuestros padres para tratar con ellos en un plano humano.
John Bradshaw
La patología en nuestra relaciones parentales a menudo se debe a que tenemos una necesidad y un anhelo dolorosamente profundos de unirnos a nuestros padres, sea cual fuere la forma externa que pueda asumir esa relación en determinado momento. Anhelamos tanto su aprobación y su amor, que estamos dispuestos a unirnos a ellos en su insensatez para obtenerlos.
Dr. Gerald Jampolsky