INFLAMAR NUESTRA ILUMINACIÓN |
El cielo... El cielo está dentro de nosotros. No tiene nada que ver con lo que piensan los demás y sí con lo que pensamos nosotros mismos. Perdonando a todo el mundo adquirimos un billete para el cielo, encontraremos el único camino que nos lleva hacia su Reino. Aprendamos a pensar como Dios piensa.
Generosidad... Nuestra generosidad hacia los demás es clave para tener en este mundo experiencias positivas. Piensa que hay bastantes motivos para que todo el mundo pueda ser apasionado, creativo y exitoso. De hecho, más que motivos para todo el mundo, lo que hay es una necesidad para todo el mundo.
El sentido de la vida... El sentido no está en las cosas; está en nosotros mismos. Cuando asignamos valor a ciertos objetos que no implican amor -el dinero, el coche, la casa-, estamos amando cosas incapaces de corresponder a nuestro amor. Buscamos sentido donde no lo hay; y esto siempre es causa de dolor.
Descargar la ira... Antes de que nuestra ira recaiga sobre los demás, lo mejor que podemos hacer es ofrecérselo a Dios junto con nuestro dolor. Él puede conducir tanto la cólera como el dolor. La ira que proyectamos sobre nuestro prójimo nos descalifica; la que sometemos a Dios nos transforma.
Relación íntima... Existe íntima relación cuando estamos seguros de que podemos revelar la verdad sobre nosotros mismos en todo su creativo caos. Si se habilita un espacio en el cual dos personas pueden manifestar con toda libertad sus respectivas reservas, éstas con el tiempo desaparecerán.
Tener valor... Se necesita gran valor y fuerza personal para mantenernos centrados en periodos de grandes males. Cuando estemos pasando un mal momento debido a una pérdida, a una traición u otra crisis, busquemos la fortaleza en estas palabras: «Estad tranquilos, porque Yo estoy con vosotros.»
La educación de los hijos... Con nuestros propios hijos tenemos la posibilidad de reescribir la historia; de educarlos como nos hubiese gustado que nos educaran a nosotros mismos. De este modo se produce nuestra propia reeducación. Liberamos el futuro de la misma forma que liberamos el pasado.
Vida y muerte... La vida es como un libro que nunca llega a su fin. Los capítulos se terminan, pero no el propio libro. El final de una encarnación física es semejante a la terminación de un capítulo que da pie de alguna manera al comienzo del siguiente.
Maestros espirituales... Estamos bendecidos por seres iluminados como Jesús y Buda. Ellos serán genios por la manera en que utilizaban sus mentes y sus corazones. Entonces, ¿por qué no aprender de ellos, seguir sus pasos y estudiar todo lo bueno que hicieron?
Los compañeros... Parte de nuestro perfeccionamiento personal consiste en aprender a estimular a otras personas para que sean lo mejor que puedan ser. Los compañeros están para ayudarse mutuamente con el fin de acceder a las parcelas más sublimes que existen en su interior.
Nuestro trabajo... Nuestra principal función en la vida es amar y perdonar; mientras que la ocupación secundaria es nuestro trabajo ordinario y mundano. El sentido del trabajo, en cualquiera de sus formas, debe tener por objeto sanar al mundo.
Caminar hacia delante... Contribuye a la construcción de la sociedad. Ayuda a los menos afortunados. Sé tú mismo. Busca a Dios. Cualquier paso que no tenga estas altas miras, no nos servirá para caminar hacia delante.
Establecer las metas... Si la paz de Dios es nuestra meta, sin duda alguna tendremos éxito en cualquiera que sea el resultado de la empresa en la que estemos metidos. Nos apartamos de las apariencias de las cosas para acercarnos al amor que siempre está presente. Y esta es la roca sobre la que estamos apoyados.
Aprender de los niños... Los niños no son realmente niños; son sólo gente más joven. Tenemos la misma alma a los sesenta que a los diez años de edad. Los niños tienen al menos tanto que enseñarnos como nosotros a ellos.
La sanación... Cuando sanamos, el mundo también sana. Hacer algo cuyo fin último no sea el amor, significa revivir nuestra separación originaria de Dios; y no sólo eso, sino también perpetuar y mantener esa ruptura.
Modelos a imitar... Olvidémonos de buscar modelos terrenales a los que imitar, sobre todo porque no hay muchos; e incluso cuando los encontramos, viven su propia vida y no la nuestra. En lugar de esto, debemos buscar en nuestro interior. Sólo uno mismo puede encontrar su yo más brillante.
El respeto a los mayores... Una de las faltas más graves de nuestra generación es que no honramos a nuestros mayores. Según maduremos descubriremos el significado y la importancia de la vejez: la edad sabia. Nuestro temor a hacernos mayores se disipará cuando aprendamos a aprovechar el poder de la vejez.
Salud y sanación... La enfermedad es un signo de una separación de Dios, y la sanación depende de nuestro retorno a Él. La vuelta a Dios es, sencillamente, el retorno al amor.
Necesidad de amar... La afirmación de que los niños necesitan amor es algo universalmente aceptado; pero ¿a qué edad se supone que dejarán de necesitarlo? La verdad es: nunca. Así como necesitamos el oxígeno para respirar, también necesitamos el amor para vivir felizmente.
El dinero... Como todo, el dinero puede ser algo bendito o maldito; depende de las finalidades que la mente le atribuya. Ten presente que Dios quiere que tengamos cualquier ayuda material que contribuya a nuestra mayor felicidad y capacidad de servicio.
Confiar en Dios... Dios es el principio del orden perfecto. Su amor es impersonal a la vez que profundamente personal. Su amor nunca falla: confiar en Dios es algo así como confiar en la gravedad.
El futuro del planeta... Las decisiones que tomemos hoy, tanto individual como colectivamente, determinarán si el planeta se dirige al cielo o al infierno. Las opciones fundamentales están en nuestras propias manos.
La comida sana... Comer alimentos nutritivos nos permite vivir en nuestro cuerpo de una forma natural y energética. Si cuidamos nuestro cuerpo, cuidamos mejor nuestro espíritu.
El don del matrimonio... el matrimonio es un don que hace Dios a un hombre y a una mujer. Pero luego este regalo hay que devolvérselo a Él. El matrimonio es una bendición para el mundo, ya que en su seno dos personas pueden llegar a ser más de lo que hubiesen llegado a ser por separado.
La oportunidad... Nuestro rincón del universo es nuestra propia vida; vida que está formada por nuestra relaciones, nuestro hogar y nuestro trabajo tal como son en realidad. Cada situación en la que nos encontramos es una oportunidad, perfectamente planeada por Dios, para que infundamos amor en vez de miedo.
La Oración... La mejor oración no es aquella que se hace por cualquier cosa. La mejor oración es un íntimo y profundo silencio que nos permite estar en paz y conocer a Dios. En medio de ese silencio, nuestros corazones y nuestras mentes se iluminan.
Nuestro cuerpo... Una sana concepción de nuestro cuerpo es aquella que nos mueve a entregárselo a Dios al tiempo que le preguntamos si debemos usarlo como un medio para verter amor sobre el mundo. El uso del cuerpo para otra cosa que no sea la difusión del amor es una finalidad enfermiza.
Cambio de mentalidad... No importa cuál sea la enfermedad, la adicción o desorden físico, su causa reside en la mente, y sólo ahí se produce la curación. El más extraordinario poder que recibimos de Dios es la facultad de cambiar nuestra mente.
El poder personal... Los logros no dependen de lo que hacemos sino de quienes somos. Nuestro poder mundanal viene determinado por nuestro poder personal. Nuestro quehacer es una extensión de nuestra personalidad.
La verdadera amistad... Otorgar al amigo el beneficio de la duda, escucharlo con interés y compasión sin juzgarlo, serle leal en una época en la que la lealtad es tan fácilmente vulnerada, son maneras de utilizar la amistad como medio de una recta participación en la vida.
Una sociedad sana... una sociedad sana y vital no es aquella en la que todos estamos de acuerdo. Es una en la que aquellos que disienten lo hacen con honor y respeto hacia las otras personas y opiniones, bajo la apreciación de una humanidad compartida.
La meditación... La meditación es un momento de quietud en el que la mente se libera de las ataduras que la unen a los desvaríos histéricos de un mundo que se ha vuelto loco. Es un silencio que hace que el espíritu de Dios entre en nuestro ser y que su divina alquimia actúe sobre nosotros.
Crecimiento personal... El crecimiento personal puede ser doloroso, ya que puede hacernos sentir vergüenza y humillación cuando nos enfrentemos a nuestra propia oscuridad. No obstante, nuestra meta espiritual es sustituir pautas basadas en el temor y en el sufrimiento mental por otras sustentadas en el amor y en la paz.
La sagrada sexualidad... Cuando es un vehículo que nos lleva hasta el amor, el sexo es sagrado. El sexo debe servir para profundizar la comunicación entre dos seres; nunca para sustituirlo. El sexo, cuando es sagrado, es un matrimonio de corazones.
Técnicas espirituales... Puede darse el caso de que las técnicas espirituales no funcionen. Ahora bien, la cuestión no estriba en si funcionan o dejan de funcionar, sino en si realmente las llevamos o no a cabo.
La vida eterna... La vida es mucho más que la vida corporal; la vida es una infinita extensión de energía, es un continuo de amor de incalculables dimensiones. Siempre hemos estado vivos y lo seguiremos estando hasta la eternidad.
La felicidad... Mira las caras de la gente con la que te encuentras a diario en público y di para tus adentros: «La luz de Dios que brilla en mí saluda a la luz de Dios que brilla en todos vosotros». Hazlo durante cinco minutos como mínimo. ¿Te arriesgarías a no ser feliz por no hacer esto todos los días?
El perdón... El perdón es una opción para ver a las personas tal como ahora son. Cuando nos enfurecemos con la gente, estamos enfadados por algo que se dijo o se hizo antes de este preciso momento. Si dejamos que el pasado se marche, estamos propiciando que los milagros sustituyan a nuestras quejas.
Los Milagros... cuando pedimos milagros, lo que buscamos es un fin práctico: el retorno a la paz interior. No pedimos que cambie algo que está fuera de nosotros, sino algo que está en nuestro interior.
Guerra y Paz... La paz entraña mucho más que la simple ausencia de guerra y violencia; es una condición en sí misma. Nuestro objetivo en este momento debe ser la creación de la paz. Sin amor no hay paz. Donde el amor está ausente es inevitable cualquier clase de guerra.
Los hacedores de milagros... A medida que nos hacemos mejores conductores de la luz de Dios, se abre en nosotros el apetito por las posibles bondades de este mundo. Los esfuerzos del hacedor milagros no están dirigidos a luchar contra el mundo tal cual es, sino a hacer el mundo tal como podría ser.
El amor a Dios... La mejor oportunidad de influir de forma positiva en la vida de otra persona nos viene de la aceptación del amor de Dios en nuestro propio ser. Si somos la luz, podremos proyectarla sobre todo el mundo y sobre todas las cosas.
Desechar los temores... ¿Qué podemos hacer con nuestros temores, enfados y nubarrones que cubren el amor que hay dentro de nosotros? Dejarlos en manos de Dios. Él quita los velos que ocultan nuestro verdadero yo; el que podríamos hacer prevalecer porque Él nos creó para ser sus amados hijos, las luces del universo.
Omite los juicios... Encontrar apoyo para creer en la culpa es extremadamente fácil. Pero el auténtico apoyo consiste en ayudar a ver más allá de la culpa y en omitir los juicios, para ver el amor que subyace en las profundidades del corazón de cada uno de nosotros.
Superar las adicciones... Mientras no nos demos cuenta de que lo que verdaderamente buscamos es nuestra propia capacidad de amar, estaremos condenados a encontrar satisfacción en medios que intensifican más deseo. Sólo una experiencia espiritual puede darnos la debida sobriedad.
El compromiso... El compromiso en una relación implica ser fiel a un proceso de comprensión y perdón mutuos, sin importar el número de conversaciones que sean necesarias o de lo embarazoso que éstas pudieran llegar a ser en determinadas circunstancias.
La fuerza personal... Puedes ser poderoso en el preciso instante en que te lo propongas. La opción de ser utilizado, justo aquí y ahora, como instrumento de amor, es una opción de fortalecimiento personal. En la medida en que glorifiquemos a Dios, así seremos glorificados.
Las relaciones... Las relaciones amorosas son como templos de sanación que nos envían directamente a la consulta del divino doctor. Pero el doctor sólo puede ayudarnos si le mostramos las heridas. Para poder sanar nuestras pautas neuróticas, primero es preciso revelarlas. Eso hace que las heridas del amor, aunque dolorosas, sean parte de nuestro viaje hacia Dios.
Cómo percibir a los demás... Las funciones de nuestra personalidad que nos desvían del amor no deben considerarse nuestras faltas, sino nuestras heridas. Dios no desea castigarnos; lo que desea es sanarnos. Es así como Él quiere que veamos los errores de los demás: como sus heridas, no como su culpa.
El amor romántico... El mundo iluminado será aquel en el que en todo momento todos sintamos amor por nuestro prójimo. Nos veremos unos a otros como Dios nos creó; como los perfectos, amorosos y adorables seres que realmente somos. La finalidad del amor romántico es inflamar nuestra iluminación.
Marianne Williamson