HACER LAS COSAS QUE LES GUSTA HACER

 

 

Aquella fatídica mañana los japoneses atacaron a Pearl Harbor. Yo había sido una inválida desde hacía más de un año con un corazón débil. Había pasado en la cama veintidós de cada veinticuatro horas. El mayor viaje que emprendía era un paseo por el jardín para tomar un poco de sol. Incluso entonces tenía que apoyarme en el brazo de una doncella.

En aquellos días, suponía que sería una inválida por el resto de mi vida. En realidad, nunca hubiera vuelto a la verdadera vida si los japoneses no hubiesen atacado Pearl Harbor y no me hubiesen sacado de mi flojedad.

Cuando ocurrió la cosa, todo era caos y confusión. Una bomba cayó tan cerca de mi casa que la conmoción me tiró de la cama. Los camiones del ejército corrían hacia el campamento de Hickam, los cuarteles de Scofield y el aeródromo de Kaneohe Bay para llevar a las mujeres y los niños de los militares y marinos a las escuelas públicas. La Cruz Roja estaba telefoneando a quienes tenían habitaciones sobrantes para que las cedieran.

Sus gentes sabían que yo tenía un teléfono junto a mi cama y me pidieron que actuara como un centro de informaciones. En consecuencia, yo fui enterándome de dónde estaban siendo alojados las mujeres y los niños de militares y marinos, y éstos, siguiendo las instrucciones de la Cruz Roja, me telefoneaban para averiguar dónde paraban sus familiares.

Pronto supe que mi marido, el teniente de navío Robert Raleigh Yates, estaba ileso. Traté de animar a las esposas que no sabían la suerte corrida por sus maridos y de consolar a las viudas, que eran muchas. Habían perecido dos mil ciento diecisiete oficiales y hombres de la Marina y del Cuerpo de Infantería de Marina y otros novecientos sesenta habían desaparecido.

En un principio contesté a las llamadas sin abandonar la cama. Después me senté en ella. Finalmente estuve tan atareada y exaltada que me olvidé por completo de mi debilidad, dejé la cama y me senté a una mesa. Ayudando a los que estaban peor que yo, me olvidé de mí misma. Y ya no he vuelto a la cama, salvo para las ocho horas de sueño regular de cada noche.

Comprendo ahora que, si los japoneses no hubiesen atacado Pearl Harbor, yo hubiera continuado siendo una semi inválida toda la vida. Estaba muy cómoda en la cama. Me atendían muy bien y ahora me doy cuenta de que estaba perdiendo inconscientemente la fuerza de voluntad necesaria para rehabilitarme.

El ataque de Pearl Harbor fue una de las mayores tragedias de la historia norteamericana, pero, en lo que a mí se refiere, fue una de las mejores cosas que me hayan sucedido. Esta terrible crisis me procuró una fuerza que yo jamás había creído poseer. Hizo que mi atención abandonara a mi persona y se fijara en los demás. Me dio una razón de ser grande, poderosa, importante. Ya no tenía tiempo que dedicarme o para cuidarme.

Margaret Tayler Yates

 

Si su más grande preocupación no tiene solución, ¿por qué preocuparse? Si esta gran preocupación tiene solución, ¿por qué perder el tiempo preocupándose?

Hay que cuidar del mañana por todos los medios, meditando, proyectando y preparándose. Pero sin ansiedades.

En paz o en guerra, la principal diferencia entre el modo de pensar bueno y el malo radica en esto: el buen pensar examina las causas y los efectos y lleva a proyectos lógicos y constructivos; el mal pensar conduce frecuentemente a la tensión y a la depresión nerviosa.

Usted y yo estamos en este instante en el lugar en que se encuentran dos eternidades: el vasto pasado que ya no volverá y el futuro que avanza hacia la última sílaba del tiempo. No nos es posible vivir en ninguna de estas dos eternidades, ni siquiera durante una fracción de segundo. Pero, por intentar hacerlo, podemos quebrantar nuestros cuerpos y nuestros espíritus. Por tanto, contentémonos con vivir el único tiempo que nos está permitido vivir: desde ahora hasta la hora de acostarnos.

Una de las cosas más trágicas acerca de la naturaleza humana es la tendencia de todos nosotros a escapar de la vida. Todos soñamos con un mágico jardín de rosas que vemos en el horizonte, en lugar de disfrutar de las rosas que florecen al pie de nuestras ventanas.

La vida se desliza con increíble rapidez. Nos precipitamos a través del espacio a más de treinta kilómetros por segundo. Hoy es nuestra posesión más valiosa. Es lo único de lo que somos realmente dueños.

Cuando aceptamos lo peor, ya no tenemos nada que perder. Y esto significa automáticamente que tenemos todo que ganar. Sin embargo, muchas personas han destrozado sus vidas en furiosos torbellinos, porque se negaban a aceptar lo peor; se negaban a mejorar a partir de aquí; se negaban a salvar lo que se pudiera del naufragio. En lugar de intentar reconstruir su fortuna, se enzarzaban en una áspera y «violenta lucha con la experiencia». Y terminaban víctimas de ese rumiar ideas fijas que se llama melancolía.

El miedo y la preocupación son en muchos casos factores contribuyentes de la enfermedad mental. El individuo angustiado y acosado que es incapaz de hacer frente al áspero mundo de la realidad rompe sus contactos con el ambiente y se retira a un mundo privado de sueños que él mismo se fabrica, y esto resuelve sus problemas de preocupación.

Una cosa tan sencilla como ocuparse elimina la ansiedad, según la ley de la psicología que dice que es completamente imposible para cualquier espíritu humano, por muy brillante que sea, pensar en más de una cosa al mismo tiempo. Todos pueden concentrar sus pensamientos sucesivamente, pero nunca simultáneamente. Lo mismo sucede en el campo de las emociones. No es posible que nos mostremos a la vez entusiasmados con algo interesante que estamos haciendo y abrumados por la preocupación. Una de las emociones expulsa a la otra.

La mayoría de nosotros nos «perdemos fácilmente en la acción» cuando estamos al pie del cañón y realizamos el trabajo cotidiano. Pero son las horas de descanso las verdaderamente peligrosas. Precisamente, cuando podemos disfrutar libremente de nuestros ocios y ser más felices, llega también el momento en que nos atacan los diablos de la preocupación. Es el momento en que nos preguntamos si estamos haciendo algo de fundamento en la vida, si no estamos dando vueltas a la noria. Cuando no estamos ocupados, nuestros espíritus tienden a convertirse en un vacío.

La naturaleza también se apresura a llenar el vacío del espíritu, por lo general, con emociones.  Porque las emociones de la preocupación, el miedo, el odio y la envidia son traídos por el vigor primigenio y la energía dinámica de la selva. Estas emociones son tan violentas que tienden a expulsar de nuestros espíritus todos los pensamientos y emociones pacíficos y felices.

Póngase a la obra, su sangre comenzará a circular y su mente a batir; muy pronto, este positivo levantamiento general de la vida de su organismo expulsará la preocupación de su espíritu. Ocúpese. Manténgase ocupado. Es el medicamento más barato que existe en la tierra y también uno de los mejores.

Es frecuente que encaremos los grandes desastres de la vida con valor y que, en cambio, las minucias, los «dolores de cabeza», nos venzan. ¿No nos arreglamos de un modo u otro para sobrevivir a los raros aludes, tormentas y rayos de la vida, aunque sólo para dejar que nuestros corazones sean devorados por las sabandijas de la preocupación, por unas sabandijas que pueden ser aplastadas entre el índice y el pulgar?

Es asombroso lo rápidamente que aceptamos casi cualquier situación si estamos obligados a ello, nos ajustamos a ella y olvidamos en seguida todo el asunto. A del tiempo, nos encontramos con muchas situaciones desagradables que son así. No pueden ser de otro modo. Podemos optar. Podemos aceptarlas como inevitables o podemos destrozar nuestras vidas en la rebelión y terminar tal vez con los nervios deshechos.

Todos nosotros podemos soportar el desastre y la tragedia e imponernos, si estamos obligados a ello. Cabe que nos consideremos incapaces de hacerlo, pero son sorprendentes nuestros recursos interiores; sólo se precisa que queramos utilizarlos. Somos más fuertes de lo que pensamos.

Ningún ser vivo tiene la pasión y el vigor suficientes para luchar contra lo inevitable, pero, al mismo tiempo, tiene lo bastante de estas cosas para crearse una nueva vida. Hay que elegir entre una cosa u otra, entre aceptar las inevitables tormentas de la vida o resistirlas y salir descalabrado. Todos duraremos más y caminaremos mejor si aprendemos a absorber los golpes y sacudidas a lo largo del pedregoso camino de la vida.

¿Qué sucederá si resistimos los golpes de la vida en lugar de absorberlos? ¿Qué sucederá si nos negamos a «doblarnos como un sauce» e insistimos en «resistir como un roble»? La respuesta es fácil. Nos organizaremos una serie de conflictos internos. Estaremos preocupados, tensos y nerviosos. Si vamos más lejos y rechazamos el duro mundo de la realidad para retirarnos a un mundo de sueños de nuestra propia fabricación, llegaremos a la demencia.

Somos unos necios si pagamos demasiado por una cosa en relación con lo que sacamos de nuestra propia existencia. Gran parte de las miserias de la humanidad son provocadas por los falsos cálculos que se hacen sobre el valor de las cosas y por dar demasiado por lo que obtenemos. Creo que podemos aniquilar la mitad de todas nuestras preocupaciones con sólo establecer una especie de patrón oro privado, un patrón oro de lo que las cosas valen para nosotros en función de nuestras vidas.

Podemos hacer algo para modificar los efectos de lo sucedido hace pocos minutos, pero no nos es posible cambiar el acontecimiento ocurrido entonces. Sólo hay un modo de que el pasado pueda ser constructivo; consiste en analizar con calma nuestros errores, sacar de ellos provechosas consecuencias y olvidarlos.

La lección más vital que yo haya aprendido jamás es la importancia de lo que uno piensa. Si yo supiera lo que usted piensa, yo sabría lo que es usted. Son nuestros pensamientos lo que nos hacen lo que somos. Nuestra actitud mental es el factor X que determina nuestro destino.

El mayor problema que encaramos, casi el único, es la elección de los pensamientos acertados. Si somos capaces de esta elección, estamos en el camino que conduce a la solución de todos nuestros problemas.

Si tenemos pensamientos felices, seremos felices. Si tenemos pensamientos desdichados, seremos desdichados. Si tenemos pensamientos temerosos, tendremos miedo. Si tenemos pensamientos enfermizos, caeremos probablemente enfermos. Si pensamos en el fracaso, seguramente fracasaremos. Si nos dedicamos a compadecernos, todo el mundo huirá de nosotros.

Asumamos una actitud positiva y no negativa. Debemos ocuparnos de nuestros problemas, pero no preocuparnos. Esto significa comprender los problemas y tomar con calma las medidas para solucionarlos. La preocupación significa dar vueltas enloquecedoras e inútiles a un asunto.

Nuestra paz interior y nuestra alegría dependen, no de dónde estamos, qué tenemos o qué somos, sino únicamente de nuestra actitud mental. Las condiciones exteriores tienen que ver con esto muy poco.

No podemos cambiar instantáneamente nuestras emociones con sólo «la decisión de hacerlo», pero podemos cambiar nuestras acciones. Al cambiar nuestras acciones, cambiaremos automáticamente nuestros sentimientos. Es físicamente imposible permanecer deprimido o agobiado mientras se manifiestan los síntomas de una felicidad radiante.

Si vamos por ahí gruñendo contra la ingratitud, ¿a quién cabe culpar? ¿Es esto naturaleza humana o ignorancia de la naturaleza humana? No esperemos gratitud. Después, si en un momento dado la conseguimos, será una sorpresa deliciosa. Si no la conseguimos, no sentiremos molestia alguna.  Es natural que las personas se olviden del agradecimiento; por tanto, si esperamos gratitud, vamos derechamente hacia muchos pesares.

Hay miles de personas como ella, personas que están enfermas de «ingratitud», soledad y abandono. Desean ser amadas, pero el único modo que tienen en este mundo de que se llegue a amarlas es cesar de pedirlo y comenzar a querer sin esperanza de ser correspondidas.

Si queremos encontrar la felicidad, cesemos de pensar en la gratitud o la ingratitud y demos por el placer interior de dar. La ingratitud es tan natural como la cizaña. La gratitud es como una rosa. Tiene que ser cultivada, regada, amada y protegida. Si nuestros hijos son desagradecidos, ¿de quién es la culpa? Tal vez nuestra. Si no les hemos enseñado nunca a expresar su gratitud a los demás, ¿cómo podemos esperar que nos la expresen a nosotros?

Aproximadamente un noventa por ciento de las cosas de nuestras vidas están bien y un diez por ciento mal. Si queremos ser felices, todo lo que debemos hacer es concentrarnos en el noventa por ciento que está bien y pasar por alto el diez por ciento restante. Si queremos estar preocupados y amargados y acabar con úlceras de estómago, todo lo que debemos hacer es concentrarnos en el diez por ciento que está mal y pasar por alto lo demás.

Usted es algo nuevo en este mundo. Alégrese de ello. Saque el máximo provecho de lo que la naturaleza le ha procurado. En última instancia, todo arte es autobiográfico. Usted sólo puede cantar lo que es. Usted sólo puede pintar lo que es. Usted debe ser lo que sus experiencias, su ambiente y su herencia le han hecho. Para bien o para mal, usted debe cultivar su propio jardín. Para bien o para mal, usted debe tocar su propio instrumento en la orquesta de la vida.

A mucha gente, si la vida le entrega un limón, una cosa amarga y agria, se desespera y dice: «Estoy vencido. Es el destino. No tengo la menor oportunidad». Después lanza imprecaciones contra el mundo y se compadece hasta lo más hondo de su ser. En cambio, el juicioso a quien entregan un limón dice: «¿Qué lección cabe aprender de esta desgracia? ¿Cómo puedo mejorar esta situación? ¿Cómo puedo convertir este limón en una limonada?»

Cuando uno es golpeado y criticado, recordemos que se debe muchas veces a que ello procura al atacante una sensación de importancia. Significa frecuentemente que uno está haciendo algo que merece la atención. Muchas personas obtienen una especie de satisfacción feroz al denunciar a quienes están por encima de ellas o han sido más afortunadas. Las críticas injustas son frecuentemente elogios disfrazados ya que nadie patea a un perro muerto.

Aunque seamos calumniados, ridiculizados, engañados, apuñalados por la espalda y traicionados por uno de cada seis de nuestros más íntimos amigos, no incurramos en una orgía de lamentaciones. Aunque no podía impedir que se me criticara injustamente, podía hacer algo infinitamente más importante: podía decidir que las críticas injustas me molestaran o no. No estoy propugnando que se pase por alto toda crítica. Estoy hablando únicamente de pasar por alto las críticas injustas.

En lugar de esperar a que nuestros enemigos nos critiquen o critiquen nuestro trabajo, adelantémonos a ellos. Seamos nosotros nuestros más severos críticos. Tratemos de poner remedio a todas nuestras debilidades antes de que nuestros enemigos tengan ocasión de decir una palabra.

Cuando alguien comienza a criticarme, si no me vigilo me pongo inmediata y automáticamente a la defensiva, incluso antes de tener la menor idea de lo que mi crítico va a decir. Me enfado conmigo mismo cada vez que procedo así. Todos nosotros tendemos a dolernos de la crítica y a aceptar las alabanzas, con independencia de que una y otras estén o no justificadas. No somos seres de lógica. Somos seres de emociones. Nuestra lógica es como un barquichuelo que navega en un sombrío y tempestuoso mar de emoción. Si oímos que alguien ha hablado mal de nosotros, no tratemos de defendernos. Todos los tontos hacen eso. ¡Seamos originales, humildes, y brillantes! Desconcertemos a nuestro crítico y cosechemos aplausos diciendo: «Si mi censurador supiera todas mis otras faltas, me hubiera criticado mucho más severamente».

La fatiga produce frecuentemente preocupación o, por lo menos, hace a uno accesible a la preocupación. La fatiga disminuye la resistencia física al resfrío común y a cientos de otras enfermedades, también disminuye nuestra resistencia a las emociones de la preocupación y del miedo. Por tanto, impedir la fatiga tiende a impedir la preocupación. Para impedir la fatiga y la preocupación, la primera regla es descansar a menudo. Descansar antes de cansarse. Esto tiene tanta importancia porque la fatiga se acumula con asombrosa rapidez.

La mayor parte de nuestra fatiga proviene de nuestras actitudes mentales y emocionales. Estos factores emocionales son el aburrimiento, el resentimiento, la sensación de que no se aprecia el nuestro trabajo, la sensación de inutilidad, la prisa, la ansiedad, la preocupación. Estos factores agotan al trabajador sedentario, lo exponen a resfríos, que reducen su producción y que lo devuelven a casa con jaqueca. Nos cansamos porque nuestras emociones producen tensiones nerviosas en el cuerpo. El descanso es la ausencia de toda tensión y de todo esfuerzo.

Una de las principales causas de la fatiga es el aburrimiento. La actitud emocional tiene por lo general más que ver con la fatiga que el ejercicio físico. La presión sanguínea y el consumo de oxígeno disminuyen cuando una persona está aburrida y que todo el metabolismo se acelera en cuanto la misma persona revela interés y placer por su trabajo.

Raramente nos cansamos cuando estamos haciendo algo interesante y excitante. Nuestra fatiga tiene frecuentemente por causa, no nuestro trabajo, sino la preocupación, la frustración y el resentimiento. Donde esté tu interés, allí estará también tu energía. Actúe «como si» su trabajo le interesara y esta actuación tenderá a crearle un interés real. También tenderá a disminuir su fatiga, sus tensiones y sus preocupaciones.

Hablándose a sí mismo a todas horas, usted puede orientarse a tener pensamientos de coraje y felicidad, pensamientos de vigor y paz. Hablándose a sí mismo de las cosas que debe agradecer, puede usted llenar su espíritu de pensamientos que encumbran y cantan. Al tener los pensamientos acertados, usted puede hacer cualquier tarea menos desagradable.

Dale Carnegie

 

Lo que os pido es que aprendáis a manejar la maquinaria que os permita vivir en compartimientos estancos al día, como el mejor modo de garantizar la seguridad del viaje. Subid al puente y comprobad si por lo menos los grandes mamparos funcionan bien. Apretad el botón y escuchad, en todos los niveles de vuestra vida, las puertas de hierro que cierran el Pasado, los ayeres muertos. Apretad otro botón y cerrad, con una cortina metálica, el Futuro, los mañanas que no han nacido. Así quedaréis seguros, seguros por hoy ¡Cerrad el pasado! Dejad que el pasado entierre a sus muertos. Cerrad los ayeres que han apresurado la marcha de los necios hacia un triste fin. Llevar hoy la carga de mañana unida a la de ayer hace vacilar al más vigoroso. Cerremos el futuro tan apretadamente como el pasado. El futuro es hoy. No hay mañana. El día de la salvación del hombre es aquí, ahora. El despilfarro de energías, la angustia mental y los desarreglos nerviosos estorban los pasos del hombre que siente ansiedad por el futuro. Cerrad, pues, apretadamente, los mamparos a proa y a popa y disponeos a cultivar el hábito de una vida en compartimientos estancos al día. El mejor modo de prepararse para el mañana es concentrarse, con toda la inteligencia, todo el entusiasmo, es hacer soberbiamente hoy el trabajo de hoy. Es éste el único modo en que uno puede prepararse para el futuro.

William Osler

 

Su vida es como un reloj de arena. Usted sabe que hay miles de granos de arena en lo alto de tales artefactos y que estos granos pasan lentamente por el estrecho cuello del medio. Ni usted ni yo podríamos hacer que los granos pasaran más de prisa sin estropear el reloj. Todos somos como relojes de arena. Cuando empezamos la jornada, hay ante nosotros cientos de cosas que sabemos que tenemos que hacer durante el día, pero, si no las tomamos una a una y hacemos que pasen por el día lentamente y a su debido ritmo, como pasan los granos por el estrecho cuello del reloj de arena, estamos destinados a destruir nuestra estructura física o mental, sin escapatoria posible.

Ted Bengermino

 

Todo el mundo puede soportar su carga, por pesada que sea, hasta la noche. Todo el mundo puede realizar su trabajo, por duro que sea, durante un día. Todos pueden vivir suavemente, pacientemente, de modo amable y puro, hasta que el sol se ponga. Y esto es todo lo que la vida realmente significa.

Robert Louis Stevenson

 

Michel de Montaigne

 

Cuando nos preocupamos, nuestros espíritus andan de aquí para allí, sin pararse en ninguna parte, en forma que perdemos toda facultad de decidirnos. En cambio, cuando nos obligamos a encarar lo peor y a aceptarlo mentalmente, eliminamos todas esas imaginaciones y nos colocamos en condiciones de concentrarnos en nuestro problema.

Willis Carrier

 

Aquellos que no saben cómo combatir la preocupación mueren jóvenes. Quienes conservan la paz interior en medio del tumulto de la ciudad moderna son inmunes para las enfermedades nerviosas y orgánicas.

Dr. Alexis Carrel

 

Las úlceras del estómago no vienen de lo que se come. Vienen de lo que está comiendo a uno.

Dr. Joseph Montague

 

El mayor error que los médicos cometen es intentar la curación del cuerpo sin intentar la curación del alma; sin embargo, alma y cuerpo son uno y no deberían ser tratados separadamente.

Platón

 

Las emociones desagradables, como las causadas por la preocupación, el miedo, el enfado pueden trastornar el equilibrio del calcio en el organismo y originar las caries dentales.

Dr. William McGonigle

 

William James

 

Un problema bien planteado es un problema medio solucionado.

Charles Kettering

 

La preocupación es particularmente apta para apoderarse de uno, no cuando se está en acción, sino cuando ha terminado el trabajo del día. La imaginación corre desbocada en estos momentos, presenta toda clase de posibilidades ridículas y agranda nuestros pequeños errores. En momentos así, el espíritu es como un automóvil que opera sin carga alguna. Corre velozmente y se expone a quemarse y hasta a romperse en pedazos. El remedio contra la preocupación es tener ocupado todo el tiempo en la realización de algo constructivo.

James Mursell, profesor del «Teachers College de Columbia»

 

Cierta cómoda seguridad, cierta profunda paz interior y una especie de feliz aturdimiento calman los nervios del animal humano absorbido por la tarea que se le adjudica.

John Cowper Powys

 

Comprendo que puedo soportar mi ceguera como puede soportar un hombre cualquier otra cosa. Aunque perdiera mis cinco sentidos, sé que tendría una vida interior. Porque es el alma lo que ve y lo que vive, lo sepamos o no lo sepamos.

Booth Tarkington

 

Vuestro resentimiento personal es mayor que el mío. Tal vez yo también lo tenga, pero nunca he creído que merezca mi atención. Un hombre no tiene tiempo de dedicar la mitad de su vida a rencillas. Si un hombre cesa de atacarme, jamás recordaré su pasado para hacerle daño.

Abraham Lincoln

 

Ustedes no pueden aserrar aserrín Ha sido aserrado ya. Y otro tanto ocurre con el pasado. Cuando uno comienza a preocuparse por cosas que han pasado y acabado, no hace otra cosa que empeñarse en aserrar aserrín.

Fred Fuller Shedd

 

No es posible moler grano alguno con agua que ha pasado por el molino.

Connie Mack

 

Los hombres sensatos no se sientan para lamentar sus pérdidas, sino que procuran animosamente reparar sus daños.

William Shakespeare

 

Debemos tener más cuidado en eliminar los malos pensamientos de nuestro espíritu que en eliminar los tumores y abscesos del cuerpo.

Epicteto

 

La gratitud es un fruto que exige mucho cultivo. No cabe encontrarla entre gente tosca.

Samuel Johnson

 

Voy a verme hoy con personas que hablan demasiado, que son egoístas y desagradecidas. Pero no me sorprenderé ni molestaré, porque no me imagino un mundo sin personas así.

Marco Aurelio

 

El hombre ideal disfruta haciendo favores a los demás, pero le avergüenza que los demás le hagan favores. Porque es señal de superioridad conceder una gracia, pero es señal de inferioridad el recibirla.

Aristóteles

 

¡Cuánto más duro que el diente de una serpiente es tener un hijo desagradecido!

William Shakespeare «El Rey Lear»

 

Los mejores médicos del mundo son el Doctor Dieta, el Doctor Quietud y el Doctor Alegría.

Jonathan Swift

 

Si no puedes ser pino de la cumbre, sé la mata del valle, la más linda de las matas que van junto al arroyo; sé el arbusto, si el árbol está arriba. Si no llegas a arbusto, sé la hierba que al camino feliz y humilde vista; de no ser almizcleña, sé la atocha que entre todas el lago más estima. Tripulantes, si no los capitanes, que un lugar siempre guárdanos la vida; hay que hacer cosas grandes y pequeñas, pero siempre ha de hacerse la más chica. De no ser el camino, sé el sendero; si no sol, sé la estrella que titila; no busquemos tamaño en la pelea, sino ser lo mejor en nuestras filas.

Douglas Malloch

 

Cuando tengas un limón, hazte una limonada.

Julius Rosenwald

 

Alfred Adler

 

La felicidad no es principalmente placer; es principalmente victoria. ¿De dónde sacamos la idea de que la vida segura y agradable, la ausencia de dificultades y la comodidad de la holgura hicieron a las personas buenas o felices? Por el contrario, las personas que se compadecen continúan compadeciéndose incluso cuando están entre blandos almohadones, y, en cambio, la fuerza de carácter y la felicidad han ido siempre en la historia a personas en toda clase de circunstancias, buenas, malas o indiferentes, que han tomado sobre los hombros su responsabilidad personal.

Harry Emerson Fosdick

 

No he tenido preocupaciones. Creo que Dios dirige las cosas y no necesita ningún consejo mío. Con Dios a cargo de las cosas, creo que todo ha de acabar bien. Y si es así, ¿para qué preocuparse?

Henry Ford

 

El vulgo disfruta muchísimo con los defectos y las locuras de los grandes hombres.

Arthur Schopenhauer

 

Nunca debe importarte lo que la gente diga, siempre que sepas en el fondo de tu alma que tienes razón. El único modo de escapar a toda crítica es ser como una figura de porcelana de Dresde y permanecer en un anaquel. Haga lo que entienda que es justo, porque lo criticarán, de todos modos. Será condenado si lo hace y condenado si no lo hace.

Eleanor Roosevelt

 

Si consigues ser más que los demás, serás criticado. Acostúmbrate, pues, a la idea. Esto me ayudó enormemente. Desde entonces me fijé la norma de obrar como mejor sabia y podía y, a continuación, abrir el viejo paraguas y dejar que la lluvia de críticas cayera sobre él y no sobre mí.

Matthew Brush

 

Hago las cosas lo mejor que puedo según mi leal saber y entender, y pienso seguir con esta norma hasta el final. Si al final todo acaba bien, lo que se haya dicho contra mí no importa. Y si todo acaba mal, diez ángeles que juraran que yo tenía razón no servirían de nada.

Abraham Lincoln

 

Sólo yo soy el culpable de mi caída. He sido mi peor enemigo, la causa de mi aciago destino.

Napoleón Bonaparte, en Santa Elena

 

Todo hombre es un perfecto estúpido cinco minutos por día cuando menos. La sabiduría consiste en no pasarse de este límite.

Elbert Hubbard

 

¿Habéis aprendido únicamente de los que os han admirado, han sido cariñosos con vosotros y han estado a vuestro lado? ¿No habéis aprendido mucho de los que os han rechazado, de los que han luchado con vosotros y de los que os han disputado la acera?

Walt Whitman

 

Descansar no consiste en no hacer absolutamente nada. Descansar es reparar.

Daniel Josselyn

 

Una tercera parte de mis pacientes sufren, no de neurosis clínicamente definibles, sino de la carencia de sentido y del vacío de sus vidas.

Carl Jung

 

El trabajo duro rara vez causa por sí mismo una fatiga que no pueda ser curada con un buen sueño o descanso. La preocupación, las tensiones y las perturbaciones emocionales son tres de las principales causas de la fatiga. Es frecuente que sean las culpables en los casos en que la causa aparente es el trabajo físico o mental. Recordemos que un músculo tenso es un músculo que trabaja. ¡Es preciso serenarse! Ahorremos energía para los deberes de importancia.

Metropolitan Life Insurance Company

 

El mejor modo de aliviar la preocupación es hablar de nuestros problemas con alguien en quien tengamos confianza. Llamamos a esto catarsis. Cuando los pacientes llegan aquí, pueden exponer sus problemas con todo detalle, hasta que consiguen expulsarlos de sus espíritus. Rumiar las preocupaciones y guardarlas para sí, es algo que causa una gran tensión nerviosa. Tenemos que compartir nuestras preocupaciones. Tenemos que dar participación en nuestros problemas. Es preciso tener la sensación de que hay alguien en el mundo que desea escuchar capaz de comprender.

Dra. Rose Hilferding

 

Uno de los mejores agentes del sueño que mis años de práctica me han revelado es la oración. Digo esto puramente como médico. El ejercicio de la oración, en los que habitualmente lo practican, debe ser considerado como el más adecuado y normal de todos los pacificadores del espíritu y calmantes de los nervios.

Dr. Thomas Hyslop «Great West Riding Asylum»

 

Personas con suerte son las que tienen que hacer las cosas que les gusta hacer.

Jerome Kern

 

Página Principal   Salud y felicidad