GRANDEZA DE ALMA

 
 
 
 

A primeros de Julio 1998, una tarde hubo que interrumpir durante una hora la conversación porque había llegado una representante de su editorial de Brasil con un fotógrafo profesional, que debía realizar toda una serie de nuevas fotografías para el lanzamiento de su última novela, «Verónika decide morir».

 

Quiso que asistiéramos a aquella sesión fotográfica que le inmortalizó en todas las poses, incluso descalzo, sentado con las piernas cruzadas en su mesita del ordenador.

 

Observando la maestría del fotógrafo, era evidente que iban a ser las mejores fotografías que se le habían hecho hasta entonces.

 

Por eso, la editora le comentó:

 

-Y ahora, ¿qué hacemos con las fotos anteriores?

 

Coelho contestó:

 

-Puede enviarlas a los periódicos de provincia.

 

En aquel momento, mi compañera, Roseana Murray, le recriminó con cariño:

 

-Paulo, estás haciendo como el Primer Mundo rico hace con nosotros: enviarnos su basura.

 

Coelho no lo pensó dos veces:

 

-Tienes razón, Roseana.

 

Y pidió que se prescindiera de las fotos anteriores y que se enviaran las nuevas también a los periódicos de provincia.

 

Juan Arias, periodista

 

 

Soy también un mago, pero como lo son todos los que saben leer el lenguaje oculto de las cosas en busca de su destino personal.

 

Lo importante es conseguir hacer un gran vacío en tu interior; despojarte de lo superfluo, saber vivir con lo esencial, estar siempre en camino. Intento simplificar mi vida al máximo, a lo esencial. Incluso cuando viajo llevo sólo lo imprescindible, para sentirme libre y ligero. Nadie puede sentirse lleno si antes no ha sabido vaciarse en su interior.

 

No es lo mismo fracasar que ser derrotados. Fracasan los que ni siquiera intentan combatir su batalla y son derrotados los que han sido capaces de luchar. Y esa derrota no es vergüenza. Puede ser un trampolín para nuevas victorias.

 

Dios es una experiencia de fe. Y nada más. Porque considero una trampa definir a Dios. Dios para mí no es la misma cosa que para ti. Es lo que siente la gente, que no existe un Dios a la medida de todos, porque es algo muy personal. Dios es una gran pasión, y en ese sentido, si es el mismo para todos, porque todos somos capaces de albergar y concebir una gran pasión.

 

Los que nos consideramos creyentes tenemos que confesar que nuestra fe es siempre muy frágil. Hoy creo que tengo mucha fe y por la noche esa seguridad se ha desvanecido. La fe no es una línea recta.

 

Para mí el placer es el «buen combate», algo muy distinto de la felicidad. Yo no relaciono la felicidad con el placer. La idea que tengo de la felicidad es aburridísima: una tarde de domingo en la que no ocurrió nada. Hablo de la lucha y combate, del entusiasmo de combatir una batalla por algo que te ilusiona. A veces pierdes y otras ganas, pero no importa, lo que cuenta es luchar por conseguir las cosas. Eso es para mí un placer de la vida. Placer es todo lo que haces con entusiasmo en la vida, en la que puede haber dolor y sufrimiento, pero que no anula el placer de fondo de saber que estás luchando por algo que amas.

 

La felicidad es una pregunta sin respuesta. Y sin embargo la humanidad ha pasado miles de años en busca de esa vana felicidad sin sentido. Para mí la felicidad es algo muy abstracto. Yo, en verdad, nunca estoy feliz, lo que siento es alegría. Yo soy una persona contenta, con sus altibajos, sus batallas ganadas y perdidas, sus derrotas, pero siempre con alegría.

 

Me siento infeliz en los momentos de cobardía, cuando un busco un camino demasiado confortable. Paradójicamente, me siento infeliz cuando busco la comodidad de la felicidad. Yo nunca he buscado la armonía en mi vida. Creo que la vida acaba en el momento en que dejas de luchar y dices: «Ya he llegado». Eso sería la felicidad, que ni amo ni busco. Yo creo que los hombres se dividen entre los que buscan la paz del espíritu y los guerreros de la luz que aman combatir siempre sin sentarse sobre  su felicidad conquistada. Son los hombres a quienes gustan los desafíos continuos, la brega, la búsqueda sin fin.

 

Me describo como un peregrino que recorre un camino que no tiene final, como el peregrino que sabe que existe un tesoro, que mira a ese tesoro guiado por las señales. Para él, es importante llegar a el tesoro, pero cuando llega advierte que ya no es el mismo, ha cambiado, es otro. Es el camino y la búsqueda lo que te forja y te cambia. Yo sigo buscando.

 

Creo que el gran peligro de la locura no es la locura, es el hábito de la locura. Lo que descubrí en aquellos momentos que pasé en el manicomio es que yo podría elegir la locura y pasar toda mi vida sin tener que trabajar, sin hacer nada, haciéndome el loco. La cárcel fue la experiencia del odio, de la crueldad y de la impotencia total. Fue mil veces peor que el manicomio.

 

No tengo miedo a la muerte, porque ya me encontré cara a cara con ella muchas veces en mi vida. Yo ahora veo la muerte como algo que me infunde, al revés, muchas ganas de vivir. Tengo plena conciencia de que tengo que morir. Por eso no invierto en acumular riquezas, invierto en la vida misma. Sólo cuando tenemos plena conciencia de que vamos a morir nos sentimos vivos al ciento por ciento.

 

Para mí resulta ya difícil concebir el fracaso. Pase lo que pase en el futuro, es difícil que me considere un fracaso, porque he conseguido de la vida mucho más de lo que esperaba y podía soñar. Entonces, fracaso no, si acaso podría ser derrotado. Y en tal caso, me lamería las heridas y volvería a empezar.

 

Yo, ante la envidia, me defiendo con procedimientos mágicos. Entonces creo una barrera protectora, porque no lucho contra ella. La envidia es el más destructivo de los pecados capitales. Yo sé que puedo destruirme a mí mismo, que Dios me puede destruir, pero la envidia no. Destruye sólo a quien la anida en su pecho como una serpiente venenosa.

 

El mayor pecado de la humanidad es la incomunicabilidad, la soledad no buscada ni amada, el olvidarnos que fuimos creados para encontrarnos, para ser los unos espejos de los otros. Y todo lo que facilite el encontrarnos y comunicarnos contribuye en definitiva a que seamos menos inhumanos y más solidarios.

 

Dios primero te hacer ver lo peor de ti y después te brinda una nueva posibilidad de rescate. El máximo de la grandeza de alma es cuando no necesitas perdonar a alguien porque no te has sentido ofendido, ya que perdonar es siempre de algún modo sentirte superior, humillar a quien perdonas.

 

Desde el punto de vista de mi lado femenino interior, más bien siempre me había defendido de esa parte. Como guerrero que soy, me gusta librar todas las batallas, y había alimentado más bien mi parte masculina. Por eso, desconocí la compasión, la pasión por la vida, hasta que fui descubriendo lo que también llevo de mujer en mi interior, que es una dimensión importantísima, sin la cual nunca seremos hombres completos.

 

El reencuentro con mi parte femenina fue lento y difícil porque tenemos que irnos despojando de esa cultura que nos ha creado el saber oficial, que es siempre masculina y que desprecia los valores femeninos. Con la sola lógica perdemos el contacto con el misterio, con la lujuria de lo imaginario. Por eso yo amo la filosofía oriental de la paradoja, que no es la de la línea recta, sino la del círculo, donde algo puede ser y no ser al mismo tiempo, porque la vida no es un robot con respuestas prefabricadas. Es imprevisible y puede cambiar cada segundo.

 

Tenemos que estar atentos a mantener los pies sobre la tierra, siendo concretos y objetivos, pero al mismo tiempo saber mirar el correr de las cosas, disfrutar contemplándolas, intentando descubrir ese lenguaje secreto que habla más a nuestro inconsciente, a nuestra parte femenina que a nuestra razón.

 

Pensar en femenino es pensar de una forma distinta a la clásica lógica masculina. Lo que llamo el sistema femenino de pensamiento es otra cosa. La mujer es lo sagrado, es la energía femenina, es lo que impide que se cree un muro entre lo sagrado y lo profano, es la lógica del misterio, de lo incomprensible, del milagro. Es algo carente de lógica, por eso está más cerca de lo imponderable, de lo nuevo, de lo que tiene que ver con lo más profundo del ser. Eso es para mí lo femenino.

 

La mujer tiene que saber equilibrar su energía femenina y masculina, lo mismo que el hombre debe también saber armonizar esas dos energías de que está hecho, que son la masculina y la femenina.

 

Tenemos que dejar de ser paternalistas con las mujeres. Si nosotros estamos descubriendo nuestra feminidad, también es justo que ellas desarrollen su masculinidad, aunque a nosotros nos pueda gustar más verlas exclusivamente femeninas. Pero son ellas quienes tienen que librar esa batalla. Tienen que tomar la espada y combatir, no podemos sustituirlas. Si saben combatir, descubrirán lo que es la energía masculina.

 

Cuando la mujer alcanza un puesto de poder, debe hacer lo posible para ejercerlo sin olvidarse de su característica femenina, ya que todas las estructuras de la sociedad son fundamentalmente masculinas y ellas tienen que romper ese esquema, infiltrando savia femenina para poder construir una sociedad en la que convivan los elementos positivos, tanto del mundo masculino como del femenino.

 

Yo concibo el ser mago de una forma muy diferente, como una fuerza que todos poseemos, por lo menos potencialmente. Ser mago significa desarrollar un poder cognoscitivo que no siempre es aceptado por el saber oficial. Un mago es una persona común, pero que es consciente de que más allá de la superficie de las cosas existen otras realidades, otros movimientos, otras corrientes. El verdadero mago es el que tiene que luchar para que nada sea oculto. Su función es desvelar lo que el poder intenta ocultar a la gente, desenmascarar a las sociedades que juegan con el secreto para adueñarse de la voluntad de las personas, ofreciéndoles un falso poder que es meramente destructivo.

 

Soy un escritor políticamente comprometido con mi tiempo, y mi búsqueda fue siempre la espiritual. Hubo un momento en que creía que podía responder a todo lo que me preguntaban, pero ahora me doy cuenta de que es no es posible, además de ser ridículo. Explicaciones podría tener para todo, tomadas de los maestros y gurús. Pero no sería algo mío. La verdad es que seguimos siendo un misterio y de una sola cosa  estoy seguro, y es que tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos. Y es en ese momento cuando te sientes contento. Si no actúas con sinceridad en tu vida, te engañas a ti mismo y engañas a los demás, aunque por poco tiempo, porque el imperio del mal también tiene su lógica.

 

Mi proceso de creación literaria se parece al de una mujer grávida que tiene que dar a luz una nueva criatura. Para inspirarme, necesito hacer el amor con la vida. Creo que mis libros están conectados con un misterioso proceso creativo que tiene mucho de femenino. Ese lado femenino es esa parte que no levanta un muro entre lo sagrado y lo profano, que sabe utilizar la intuición y la dimensión mágica de la existencia y que aplica la paradoja en lo cotidiano.

 

Lo extraordinario no es patrimonio de unos pocos privilegiados y elegidos, sino de todas las personas, hasta las más comunes. Ésta es mi única certeza, que todos somos la manifestación de la divinidad de Dios.

 

Yo escribo para el niño que todos llevamos dentro. Existe toda una falta mística sobre la inocencia y los niños, como si la inocencia hiciera estúpidas a las personas. No, existe la inocencia del entusiasmo, de la sorpresa, de la aventura. Y ésa la sienten sobre todo los niños.

 

El amor es una especie de magia, una fuerza nuclear que puede realizarte o destrozarte. Para mí, el amor es a la vez la fuerza más destructiva y más constructiva del mundo.

 

Cuando eliges, vives todo a la vez, todo. En el momento en que ejerces tu poder de decisión ya están todos los caminos concentrados en este camino. Todos los caminos son el mismo camino, pero tienes que elegir y vivirás en el camino todos los caminos que no has elegido. Es una metáfora, porque no tienes que renunciar a nada. El camino que has elegido contiene todos los caminos. Todos los caminos llevan al mismo Dios. Nosotros tenemos nuestro camino, es nuestra elección, pero puede haber cien o doscientos.

 

Si eliges tu camino, es tu historia personal, es tu destino, tu leyenda. Lo que no debes hacer es vivir el camino de tu padre o el de tu marido, porque no son tu camino y llegarás al fin de tu vida sin experimentar el tuyo. Los otros no contienen éste, pero éste contiene todos los demás.

 

El hombre con valores es el hombre con miedos que no se deja amedrentar por ellos.

 

Paulo Coelho

 

 

Treinta radios convergen en el círculo de una rueda. Y por el espacio que hay entre ellos es donde reside la utilidad de la rueda. La arcilla se trabaja en forma de vasos. Y en el vacío reside la utilidad de ellos. Se abren puertas y ventanas en las paredes de una casa. Y es por los espacios vacíos que podemos utilizarlas. Así, en la no-existencia reside la utilidad, y en la existencia, la posesión.

 

Lao-Tsé

 

 

Nunca existen ni derrotas ni victorias definitivas, porque una derrota de hoy puede convertirse en una victoria de mañana.

 

José Saramago

 

 

Muéstrame tus obras y yo te mostraré tu fe.

 

Santiago el Apóstol

 

 

Yo soy yo y mis circunstancias.

 

José Ortega y Gasset

 

 

Las reacciones sentimentales no se pueden medir, mientras que la inteligencia juega siempre con magnitudes fijas que se pueden calcular. Dos más dos son cuatro en las matemáticas, mientras que dos disgustos más dos disgustos no son sólo cuatro disgustos, sino que es lo que a veces te lleva a tirarte por la ventana.

 

Fernando Savater

 

 

En el momento en que empiezas a confiar, empiezas a ver. Sin confianza tienes los ojos cerrados, y es en el momento en que das un paso y te tiras a una opción que tú no hubieras dado, cuando empiezan los signos y comienzas a dar sentido a tu vida.

 

Maria Chamorro

 

 

El ser perfecta significa ser completa, y la persona no sería completa sin la parte mala, pero lo sabe llevar en equilibrio. Eso es ser perfecta.

 

Paula Gómez

 

 

Siempre aprecié a quienes no temen reconocer sus errores. Supone, en definitiva, grandeza de alma.

 

Leonardo Boff, teólogo

 

 

Página Principal   Viaje interior