EL SER HUMANO TIENE LA LIBERTAD INTERIOR DE ELEGIR

 

 

Viktor Frankl era un determinista, educado en la tradición de la psicología freudiana según la cual lo que nos sucede de niños da forma a nuestro carácter y personalidad, y gobierna básicamente la totalidad de nuestra vida. Los límites y parámetros de nuestra vida estarían fijados y, en lo esencial, no sería mucho lo que podríamos hacer al respecto.

Frankl era también psiquiatra y judío. Estuvo encerrado en campos de concentración de la Alemania nazi, donde experimentó cosas tan repugnantes para nuestro sentido de la decencia que incluso repetirlas aquí nos provoca zozobra.

Sus padres, su hermano y su mujer murieron en los campos, en cámaras de gas. Con la excepción de su hermana, perdió a toda su familia. El propio Frankl fue torturado y sometido a innumerables humillaciones, sin estar nunca seguro de si en el momento siguiente lo llevarían a la cámara de gas o se quedaría entre los que se «salvaban», los cuales retiraban los cuerpos o recogían las cenizas de los condenados.

Un día, desnudo y solo en una pequeña habitación, empezó a tomar conciencia de lo que denominó «la libertad última», esa libertad que sus carceleros nazis no podían quitarle. Ellos podían controlar todo su ambiente, hacer lo que quisieran con su cuerpo, pero el propio Victor Frankl era un ser autoconsciente capaz de ver como observador su propia participación en los hechos.

Su identidad básica estaba intacta. En su interior él podía decidir de qué modo podía afectarle todo aquello. Entre lo que le sucedía, o los estímulos y su respuesta, estaba su libertad o su poder para cambiar esa respuesta.

En medio de sus experiencias, Frankl se proyectaba hacia contextos distintos; por ejemplo, se imaginaba dando conferencias ante sus alumnos después de haber sido liberado del campo de concentración. En el aula se describiría a sí mismo y expondría como lección lo que había aprendido durante la tortura.

Por la vía de disciplinas de este tipo -mentales, emocionales y morales, usando principalmente la memoria y la imaginación- ejercitó su pequeña y embrionaria libertad, que entonces creció, hasta llegar a ser mayor que la de sus carceleros nazis.

 Los nazis tenían más libertad exterior, más opciones entre las que podían elegir su ambiente, pero él tenía más libertad interior, más poder interno para ejercitar sus opciones.

Se convirtió en un ejemplo para quienes lo rodeaban, incluso para algunos de los guardias. Ayudó a otros a encontrar un sentido en su sufrimiento y dignidad en su vida de prisioneros.

En las más degradantes circunstancias imaginables, Frankl usó el privilegio humano de la autoconciencia para descubrir un principio fundamental de la naturaleza del hombre: entre el estímulo y la respuesta, el ser humano tiene la libertad interior de elegir.

Dr. Stephen Covey

 

         La felicidad consiste esencialmente en una actitud mental, depende sólo muy secundariamente de factores externos.  Así pues, no permitas que los embates de la pobreza, la enfermedad, o el pesar extingan tu felicidad.  Busca en cambio, en tu interior, y encontrarás allí la suprema fortaleza que necesitas para vencer cuánto obstáculo o tentación puedan presentársete.  El secreto para despertar ese indomable poder que se oculta dentro de ti consiste en permanecer siempre alegre, incluso en medio de circunstancias adversas.  Es solamente cuando pierdes la ecuanimidad mental que te vuelves vulnerable al sufrimiento. Así pues, cada vez que las llamas de las dificultades te acosen, recurre al bálsamo de la alegría y aplícalo hasta que logres restaurar la calma y el equilibrio en tu ser.

Paramahansa Yogananda

 

Me levanto en la mañana, estoy viviendo con miembros de mi familia y tengo una intención muy piadosa de pasar el día alegremente y hacer las cosas cuidadosamente; sale otro miembro de la familia de su cuarto y dice algo, sin mucho sentido de la responsabilidad, pero dice algo y ello me hiere. En la mañana, a las siete y media, una persona me ha dicho algo, alguna observación muy desagradable o quizás aun hiriente. Experimento la ofensa, me produce dolor, pero el suceso, el momento está terminado, el hecho terminó. Ahora la persona ha regresado a su cuarto o se ha ido a la oficina, y yo cargo la memoria; quería pasar el día alegremente y esa persona lo ha estropeado, continúo repitiendo eso. Después de diez minutos, otro miembro de la familia sale, me da muy alegremente los buenos días, pero mi rostro está sombrío, estoy herida, estoy deprimida, así que no respondo al saludo alegremente, sólo digo «buenos días», inclino mi cabeza y me voy. Hace diez minutos que el hecho terminó y continúo llevándolo, alimentando la memoria. ¿Por qué no vivir en el momento, cada momento, cada movimiento, cada relación completamente, sea de dolor o de placer, vivirlo enteramente con la totalidad del ser, atentamente, apasionadamente, vertiendo el ser total en el acto de relación y vivir enteramente el dolor o el placer? El goce o el dolor que ello cause hay que vivirlo completamente y al momento siguiente estar libre. Ningún residuo de las acciones, de los movimientos debe ser transferido a la memoria. Si continúo transfiriendo el residuo de cada herida, cada cosa desagradable, y me encontraré con personas con innumerables temperamentos no voy a reglamentarlos, organizarlos o hacer lavado de cerebro a la gente, creyendo que todos deben pensar o sentir del mismo modo, y hay temperamentos y hábitos diferentes.

Vimala Thakar

 

La vida no deja de ser alegre cuando la gente muere, del mismo modo que no deja de ser triste cuando la gente ríe.

George Bernard Shaw

 

 

Página Principal   Estímulo respuesta