Todo
comenzó el día en que Jessica trajo al colegio pastelitos para todos sus
compañeros de clase.
-¡Jessica!
-dijo la señorita Reyes-. No sabía que era tu cumpleaños.
-No es mi
cumpleaños. Mi mamá hizo pasteles porque ella es Gorila.
Jessica le
entregó la nota a la señorita Reyes que decía:
-Querida señorita Reyes, gracias por dejarme
practicar actos bondadosos en su clase. Sra. Docket.
La
señorita Reyes escribió estas palabras en el tablero: Los
Gorilas del Bien.
Le dijo a la
clase:
-Todos
sabemos lo que es un gorila. Pero, en este caso, se refiere a las personas
que pertenecen a un grupo que está tratando de cambiar algo.
-¿Como un
club secreto? -preguntó Patricia.
-Algo así.
Los Gorilas del Bien son personas que practican el bien siempre que pueden.
Eso es lo que la señora Docket y muchas otras personas están haciendo ahora.
Están tratando de que
el mundo sea un mejor lugar para
todos al encontrar
diferentes maneras de ser buenos y bondadosos con las demás, aun con
desconocidos.
-¿Eso
significa que la señora Docket también está haciendo pasteles para
desconocidos? -preguntó Sergio.
-Tal vez sí,
o tal vez deje a alguien pasar delante de ella en la fila del supermercado.
-Tal vez
quite la nieve de enfrente del garaje de algún vecino sin decir nada. O
plante flores en un lugar público para que todos disfruten de ellas, o ayude
a los pobres. Si las buscas, hay muchas maneras de extender el bien.
A la hora
del almuerzo todos estaban hablando de los Gorilas del Bien.
-Los gorilas
verdaderos de la selva hacen cosas buenas para los demás -dijo Tina.
Lo vi en televisión.
- ¡Hagamos
nuestro propio club! -dijo Miguel-. Jessica deberá ser el líder, pues sabe
mucho de eso.
Y así fue
como empezaron los Gorilas del Bien.
Pedro llegó
al colegio temprano y le sacó la punta a los lápices de todos sus compañeros
de clase.
Todos
sonrieron y le dijeron:
-¡Gracias,
Pedro!
Todos menos
Tomás que intentó pinchar a Pedro en el brazo con la punta del lápiz.
En la clase
de gimnasia, Jessica sacó una alfombra pequeña para cada uno.
-Qué bello
acto de bondad -dijo el entrenador.
Sergio dejó
que su hermana menor viera su programa de televisión preferido, aunque era
el turno de él para escoger el canal. Luego, esa misma noche, su hermana le
dio el último pedazo de chocolate que le quedaba.
Todos los
Gorilas del Bien se reunieron el domingo y recogieron la basura del parque.
Se estaban divirtiendo mucho hasta que llegó Tomás con su perro furioso,
Brutus. Tomás se rió mucho cuando Brutus mordió a Jessica en el talón y les
gruñó a todos los niños.
Tomás caminó
hacia el montón de latas de soda que los niños habían recolectado para el
reciclaje. Las recogió, una por una y las lanzó por todo el parque.
-¡Hey!
¡Gorilas tontos, recojan! -gritó.
-¿Tomás por
qué tiene que ser tan malo? -preguntó Tina.
Los Gorilas
del Bien recogieron las latas otra vez, pero ya no fue tan divertido como
antes.
Patricia
ordenó su cuarto y el de su hermano sin que se lo pidieran. el papá le dio
las gracias y le preparó su plato favorito.
Tina empacó
todos sus juguetes viejos y le ayudó a su mamá a llevarlos al orfanato.
-Estoy muy
orgullosa de ti -le dijo su mamá.
Miguel fue
con su tío como voluntario al hogar de ancianos.
-Nos hiciste
muy felices hoy -le dijo una señora.
Los Gorilas
del Bien se reunían todos los días a la hora del recreo para discutir sobre
nuevas ideas de extender el bien. Y todos los días Tomás saltaba alrededor
del grupo gruñendo y rascándose las axilas.
-
¡Uu-uu-uu-uu! ¡Mírenme, soy un gorila! ¡Soy un gran gorila tonto que le hace
el bien-bien a todo el mundo!
- ¡Qué
tonto! Todo lo que sabe hacer es causar problemas.
- ¡Vete,
Tomás! -le dijo Jessica. Si no puedes ser bueno, no te queremos cerca.
Un día la
señorita Reyes dijo:
-Les tengo
una mala noticia. Ayer en la tarde, un automóvil atropelló a Brutus, el
perro de Tomás y se murió anoche. Tomás está solo en casa sintiéndose muy
triste. Espero que alguno de ustedes vaya a visitarlo. Eso suena como un
trabajo para los Gorilas del Bien, ¿no es así?
Jessica
levantó la mano.
-Es que
Tomás se burla de nosotros todo el tiempo. No sabría qué decirle si vamos.
-Tal vez se
siente rechazado -dijo la señorita Reyes- ¿Alguno de ustedes le preguntó a
Tomás si quería pertenecer al club?
-¡Él no es
un Gorila del Bien! -exclamó Tina-. ¡Él es un Monstruo Malvado!
-Los Gorilas
del Bien ven lo bueno en todas las personas -dijo la señorita Reyes -. ¿No
fue eso lo que me dijiste, Jessica?
A la hora
del recreo, los Gorilas del Bien intentaron decidir qué hacer. Aunque se
había portado mal con ellos, sentían tristeza por él. Brutus era su único
amigo.
-¡Ya sé!
-dijo Jessica-. ¡Mi mamá nos puede llevar a la perrera a conseguirle otro
perro a Tomás!
- Pero -dijo
Pedro-, extender bondad también significa ser bueno con los animales. Me
daría mucho pesar con cualquier perro que le diéramos a Tomás.
-Entonces,
primero tendremos que encontrar algo bueno en Tomás -dijo Jessica-. Tengo un
plan. Esta noche todos escribiremos una cosa buena que veamos en Tomás. ¡Sé
que no es fácil, pero intentemos!Y recuerden, en
todos hay algo bueno.
Al día
siguiente, todos los Gorilas del Bien se pararon frente a la puerta de Tomás
y golpearon. Tomás abrió la puerta. Parece como si hubiera estado llorando.
-¿Qué
quieren? -preguntó.
-¡Venimos a
proponerte que seas un Gorila del Bien! -dijo Jessica.
Tomás
entrecerró los ojos.
-¿Por qué?
gruñó, y se veía más malo que nunca.
-Déjanos
entrar y te explicaremos las razones.
Tomás dio la
vuelta y entró de nuevo en la casa pisando fuerte, pero dejó la puerta
abierta. Los Gorilas del Bien entraron, cada uno con un papel en la mano.
-De todos,
Tomás es el que corre más rápido -dijo Patricia.
-Tomás tiene
ojos azules bonitos -dijo Tina.
-Tomás era
amistoso en primer grado -dijo Sergio.
-Tomás tiene
gracia para contar chistes cuando no son para burlarse de otras personas
-dijo Pedro.
Miguel y yo
encontramos la misma razón -dijo Jessica -, y es la mejor de todas: ¡Tomás
imita a un gorila a la perfección!
-¡Queremos
aprender a hacerlo! -dijeron Miguel, Tina y Pedro. ¡Todos queremos ser
gorilas!
-¿Cómo haces
para que los gruñidos sean tan reales? Enséñanos a saltar -dijo Patricia.
Todos
intentaron hacer el baile de gorila de Tomás mientras Tomás los miraba.
Finalmente tuvo que sonreír y luego reír. No se estaban burlando de él. ¡En
realidad querían aprender!
Cuando ya no
pudo resistir más, Tomás también se volvió gorila. Todos lo imitaron a él.
Todos gruñeron y saltaron y se rascaron y chillaron hasta que se cayeron al
suelo unos sobre otros, sin aliento y riendo.
Jessica
dijo:
-Ahora que
eres uno de nosotros, Tomás, tenemos una sorpresa para ti.
Lo tomó del
brazo y lo llevó al patio de atrás, donde los Gorilas del Bien tenían un
cachorrito blanco y negro, peludo y gracioso.
Tomás corrió
hacia el cachorro, se arrodilló a su lado, lo abrazó y lo acarició. Cuando
miró a sus nuevos amigos, tenía lágrimas en los ojos.
-Siento
mucho haberme burlado de ustedes -les dijo. Nunca pensé que serían tan
buenos conmigo. ¿En verdad puedo pertenecer a su club?
El
cachorrito saltaba hacia arriba y hacia abajo.
-Mira, él
también quiere ser un gorila -dijo Tina.
-¿Ése será
su nombre! -dijo Tomás.
Puedo llamarlo G.B., las iniciales de Gorilas del Bien, y podrá ser la
mascota del club. A todos les encantó la idea.
Muchos se
unieron al club de los Gorilas del Bien. La clase de la señorita Reyes se
convirtió en un mejor lugar. Luego, el colegio se convirtió en un mejor
lugar y luego el pueblo también.
Luego, al
crecer, cada uno de los gorilas fue a estudiar a la universidad en distintas
ciudadesy el mundo se convirtió en un mejor lugar.