CUANDO SE HA SABIDO APROVECHAR LA VIDA |
A veces hemos
oído que mucha gente tiene miedo a la muerte, a morir, al más allá, pero en
realidad no se dan cuenta que su temor es distinto: en realidad tienen miedo a
«vivir», concretamente a no haber vivido y que la muerte les alcance después de
haber llevado una vida mediocre.
La famosa psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross organizaba unos talleres para
personas que tenían miedo a la muerte y uno de los objetivos era que los
participantes se dieran cuenta que su temor era infundado y que en realidad su
mayor miedo era a no vivir plenamente.
En este punto, nos hacemos esta pregunta:
-¿Si mi temor real es a no vivir, por qué pienso que es a morir?.
La respuesta
viene dada por algo que todos tenemos: El Ego. Los animales también lo tienen y
se llama «instinto de supervivencia». El Ego nace con nosotros y nos acompaña
toda la vida.
De niños, necesitamos cosas para poder sobrevivir como es el alimento o el amor
de nuestros padres, en ese punto el Ego nos dice que merezcamos la aprobación de
nuestros progenitores para que sigan dándonos alimento y amor.
A medida que pasa el tiempo utiliza otros métodos para protegernos y el favorito
es la «proyección»: vemos en los demás los defectos que nos desagradan de
nosotros mismos pero no queremos reconocer. El Ego nos convence que los defectos
los tienen los demás y no nosotros y así, nos protege de mayores sufrimientos.
El Ego también tergiversa la realidad en su afán de supervivencia, nos convence
que no es que tengamos miedo a no vivir sino que le tememos a la muerte: es algo
más fácil de manejar, la muerte es algo inevitable.
La vida es un ciclo infinito de nacer, vivir y morir. Alguien dijo alguna vez
que «la muerte está tan segura de su victoria que nos da toda una vida de
ventaja»; después de la muerte no sabemos qué sucede aunque yo creo que la
conciencia sobrevive después de fallecer.
El Ego siempre está activo para cumplir su función pero los seres humanos
disponemos de algo que no poseen los animales: la conciencia, que nos permite
ejercer nuestro libre albedrío, el «darse cuenta» es algo que no poseen los
animales, un gato no sabe que es un gato.
En todas las circunstancias de la vida, siempre y cuando no ejerzamos nuestro
libre albedrío, el Ego va a tomar el control. Si no nos damos cuenta que tenemos
miedo a no vivir, el Ego nos va a convencer que tenemos miedo a morir.
Cuando decimos que hay que «vivir plenamente» podemos imaginar una vida llena de
lujos, viajes alrededor del mundo, propiedades, glamour, es cierto, es una forma
pero no está al alcance de todo el mundo, hay otras formas.
¿Saben cuál es, en mi opinión, uno de los colectivos más felices del mundo? Las
monjas. Algunos podrán pensar que ellas llevan una vida muy austera, sin lujos,
dedicadas a servir al prójimo, realmente ellas son felices.
La clave está en que salieron del «yo» y entraron en el «tú», dejaron de atender
las necesidades del Ego y se volcaron en los demás. Cuando nos concentramos
mucho en nosotros mismos, el Ego adquiere más fuerza, nos dice cosas como que
tenemos la autoestima baja, que estamos obesos, feos, perdiendo el cabello, que
nadie nos quiere.
Cuando dejamos de ocuparnos de nosotros mismos, el Ego se debilita y aquellas
cosas que nos preocupaban pasan a un segundo plano: estamos demasiado ocupados
para eso.
No todo el mundo tiene la vocación de una monja pero podemos aplicar en nuestra
vida esta filosofía de vida. Por ejemplo, si tu profesión es la venta, en lugar
de pensar «¿Cuánto voy a ganar en esta operación?», nos concentramos en «¿Cómo
puedo servir al cliente con mi producto?». El dinero es algo que se derivará del
servicio, este es uno de los secretos mejor guardados de los vendedores más
exitosos.
Otra forma es obsequiar parte de nuestro tiempo libre en ayudar a otros, puede
ser un compañero de trabajo para que conozca mejor su trabajo, apoyar alguna
organización sin fines de lucro, disponer de una web que ayude a mejorar la vida
de otras personas y cosas por el estilo. Hace algunas décadas el Doctor Albert
Schweitzer, Premio Nobel de la Paz en 1952, dijo algo que resume esta idea:
«No sé cuál
será su destino, pero hay algo que sí sé: los únicos entre ustedes que serán
realmente felices son los que han buscado y encontrado el modo de servir».
¿Recuerdan la película de animación «Up una aventura de altura»?, en ella vemos
a un niño y una niña amantes de la aventura, ella tiene un álbum donde va
colocando las aventuras que ha tenido y otra sección para las que tenga en el
futuro entre ellas ir al punto más alto de un tepuy en Venezuela. Pasados los
años, se convierten en marido y mujer, ella no puede tener hijos lo que hace que
se unan más.
Llevan una vida normal pero siempre con el sueño del gran viaje pero cuando
tienen algún dinero ahorrado, surge algún imprevisto y tienen que gastarlo.
Pasan los años y ya son ancianos, ella fallece y él se queda solo y con la
tristeza de no haber podido cumplir el sueño que tenía con su esposa.
Emprende una aventura fantástica para llegar al tepuy y un día revisando el
álbum de su esposa, descubre que en la sección de aventuras futuras, hay
numerosas fotos donde aparecen los dos en situaciones cotidianas como un paseo,
un cumpleaños, haciendo picnic y al final una frase escrita antes de morir
dedicada a su marido:
-Gracias por la aventura. Ahora ve a por más.
El vivir la
vida está asociado a cuanto amor damos y recibimos, el bien que hacemos, pensar
positivamente, la cercanía con los seres queridos.
Hace algún tiempo vi una obra de teatro del dramaturgo Enrique Jardiel Poncela
titulada «Cuatro corazones con freno y marcha atrás». En dicha obra un grupo de
parejas, temerosas de envejecer y morir, se someten a un experimento que hace
que no envejezcan y mueran.
Al pasar de los años, esta situación los retira de una sociedad donde todos
envejecen y mueren y se trasladan a una isla desierta. En ese lugar, uno de los
personajes de la obra hace la siguiente reflexión:
«Morirse es un acierto estupendo. Morirse es vivir. Cuando se ha sabido aprovechar la vida, morirse es vivir. De igual modo que cuando no se ha sabido aprovechar la vida, vivir es morirse».
Elias Benzadon