CUANDO EL ALMA SE CONVIERTE EN GUERRERO

Si las palabras de uno no son mejor que el silencio, uno debe callar.

 

Existen dos clases de fuerza. La exterior es obvia. Merma con la edad, y sucumbe a la enfermedad. Y está el «chi», la fuerza interior. Todos poseen esa fuerza también. Pero es mucho más difícil de desarrollar. La fuerza interior perdura sobre el calor y el frío, a través de la vejez y más allá.

 

Lo que ocurre en la vida de uno, ya está escrito. Uno debe andar por la vida, como quiere su destino. Y aun así, uno es libre de vivir como elija. Parecen conceptos opuestos, pero ambos son ciertos.

 

El desarrollo de la mente sólo se logra si se ha disciplinado el cuerpo. Para lograr eso nuestros ancestros nos enseñaron a imitar las criaturas de Dios. De la grulla aprendemos gracia y autocontrol. La serpiente nos enseña flexibilidad y resistencia rítmica. La mantis religiosa nos enseña velocidad y paciencia. Y del tigre, aprendemos tenacidad y poder. Y del dragón aprendemos a ir con el viento. Todas las criaturas, las inferiores y las superiores son una unidad con la naturaleza. Si tenemos la sabiduría de aprender, todas pueden enseñarnos sus virtudes. Entre la frágil belleza de la mantis religiosa y el fuego y la pasión del dragón alado, no existe discordia. Entre el silencio complaciente de la serpiente y las garras del águila sólo existe armonía. Pues no hay dos elementos de la naturaleza que estén en conflicto. Por eso, al percibir la naturaleza sacamos los conflictos de nuestro interior y descubrimos la armonía de nuestro cuerpo y mente en concordancia con el flujo del universo.

 

-¿Cómo tratar mejor con la fuerza?

-Como valoramos la paz y el silencio sobre la victoria, existe un método simple y preferente: huir. Percibe la forma de la naturaleza, y ninguna fuerza humana te lastimará. No enfrenten una onda directamente. Evítenla. No se debe detener una fuerza. Es más fácil redirigirla. Aprendan maneras de preservar antes que destruir. Prefieran evitar antes que frenar. Frenar antes que lastimar. Lastimar antes que lisiar. Lisiar antes que matar. Pues toda vida es preciada, y ninguna puede ser reemplazada.

 

 

-¿Debemos buscar la victoria en la contienda?

-Mejor que no haya contienda.

-¿No seremos entonces derrotados?

-Sabemos bien que, si no hay contienda, no hay derrota ni victoria. El dócil sauce no lucha contra la tormenta y aun así perdura. La debilidad triunfa sobre la fuerza. La amabilidad conquista. Vuélvete la reposada y tranquila brisa que calma al mar violento.

 

La superstición es como un imán. Te atrae en la dirección de lo que crees.

 

-¿Cuál es el valor de la verdad?

-Ata a uno a su propia realidad.

-Eso es difícil de entender.

-Igual es la verdad. Difícil de entender excepto la que no se puede nombrar.

-¿Entonces siempre se debe decir la verdad no importa cuáles sean las consecuencias?

-Reconoce que todas las palabras son en parte falsas y en parte ciertas limitadas por la imperfecta comprensión, pero trata de ser siempre honrado dentro de ti mismo.

 

-¿Cuál es la causa de tu enfado?

-Estoy enfadado conmigo mismo

-Sí, ¿cuál es la razón?

-Por haber sido un cobarde.

-¿Cuándo descubriste eso?

-Ayer. Cuando Ho Fong y yo debimos pelear con cinco bravucones en el mercado. Yo los vi primero y tuve miedo. Y no hice nada por ayudarlo.

-Ustedes eran dos niños y ellos eran mayores que ustedes. ¿Y qué crees que debiste haber hecho?

-Pelear y tratar de ayudar a mi amigo.

-Si lo hubieras hecho, hubiera sido heroico.

-¿Entonces estás de acuerdo que fui un cobarde?

-¿Qué es cobardía, sino el conocimiento corporal de nuestra debilidad? ¿Qué es valentía, sino el conocimiento corporal de la fuerza? Un cobarde y un héroe marchan juntos en cada ser humano. Y así, entre un cobarde y un valiente siempre existirá la posibilidad de que venza quien sea más astuto de los dos.

 

La montaña es hermosa cuando está nevada. Pero cuando desaparece la nieve crece la hierba de la tierra generosa. En cada pérdida hay una ganancia. Y en cada ganancia, hay una pérdida.

 

 

-Nuestro cuerpo es presa de muchas necesidades. Hambre, sed, necesidad de amor. Durante la vida, un hombre conoce muchos placeres. La sonrisa de una madre en la vigilia, el contacto íntimo con una mujer y la risa de los nietos en el crepúsculo de la vida. Negar eso en nosotros mismos, es negar lo que nos hace uno con la naturaleza.

-¿Entonces, debemos satisfacer esas necesidades?

-Sólo hay que admitirlas. La satisfacción llegará luego. Negar una verdad es darle fuerza hasta que se vuelve insoportable.

 

El viaje por la vida empieza y termina. Pero siempre hay viajes nuevos. Padres que engendran hijos que serán padres que engendran hijos. Conoce primero el inicio y el final de tu propio viaje. Luego busca los demás viajes de los que formas parte. Pero en la búsqueda, ten paciencia. Usa el manto del viajero para que te ampare y te ayude a resistir.

 

-¿No puede un hombre unido a la naturaleza, evitar los muros de violencia cuando los ve?

-Otros hombres tropiezan en el camino. Hombres que van en ciega búsqueda de la paz.

-¿Debe derribar esos muros?

-Busca siempre la paz. No hay que pelear con los otros, a menos que el alma esté en peligro. Todos estamos unidos por nuestras almas. Si peligra una, peligran todas.

-¿Y si está en peligro?

-En un caso como ése, el alma debe ser el guerrero.

 

-Lo que los ojos ven, desaparece con un pestañeo. O con una respiración profunda. Donde hubo luz, los ojos la niegan, no ven nada. Apaga una vela. Mis ojos lo niegan. No hay luz. No hay vela. Sólo oscuridad. La vela encendida, eso es lo que los ojos ven. Lo que el alma ve no se puede negar.

-¿No deja de ver el alma cuando la muerte cierra nuestros ojos?

-No. El alma siempre ve.

-Pero el cuerpo muere.

-¿Acaso muere el sol?

-De noche no brilla.

-Brilla, sí. En otras partes. Donde no puedes verlo.

 

-Disciplina tu cuerpo y tendrás mayor poder.

-¿Qué poder es ése?

-Los que se entregan a sí mismos, hallan fuerza interior.

-¿Me protegerá más que mis brazos y mis piernas?

-Cuando el corazón no conoce peligro, el peligro no existe. Cuando el alma se convierte en guerrero, el temor desaparece. Como se derrite un copo de nueve en tu mano.

 

-¿Cómo encuentra uno la fuerza dentro de sí mismo?

-Siendo uno con todo lo que está fuera de uno mismo. A veces hay terribles luchas. Cuando el fuego encuentra hielo, ¿cuál prevalece? El hielo. ¿Acaso el hielo no se convierte en agua y también muere?

-¿Pero el fuego morirá?

-Prevalece el que se niega a reconocer el poder del otro.

-¿Acaso donde hay temor, no hay también peligro?

-¿Y donde no hay temor no muere también el peligro? Cuando el tigre y el hombre son dos, el hombre puede morir. Pero cuando el tigre y el hombre son uno, no hay temor, ni peligro. Ninguna criatura con una sola naturaleza, se atacará a sí misma.

 

Sé tú mismo y nunca temas a la forma en que te vean los demás. Los hombres se enmascaran a sí mismo tan a menudo que lo que es simple, raramente es comprendido. El polvo de la verdad se levanta, y busca sus propios caminos. Y el árbol que cae en el bosque, sin oídos que oigan, no hace ruido. Sin embargo, cae.

 

-¿Es bueno buscar el pasado? ¿No desperdicia el presente?

-Si un hombre vive en el pasado, desperdicia el presente. Pero si ignora el pasado, quizá desperdicie su futuro. Las semillas de nuestro destino, se nutren de las raíces de nuestro pasado.

 

 

-La mente, el cuerpo y el espíritu son uno. Cuando el cuerpo expresa los deseos de la mente y el espíritu, el cuerpo está en armonía con la naturaleza. El acto es puro. Y no hay vergüenza.

-¿Y qué es el amor?

-Amor es armonía, aún en desacuerdo.

 

El amor nacido de una traición es mejor perderlo que vivirlo.

 

-¿Puede ser feliz una mujer sola?

-Estar sola, sin nadie a quien amar, es un desperdicio del cuerpo. Pero no estar sola sin alguien a quien amar, es un desperdicio del alma.

 

Ed Spielman «Kung Fu»

 

 

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