Buda peregrinaba por el mundo para
encontrarse con aquellos que se decían sus discípulos y hablarles acerca de
la Verdad. A su paso, la gente que creía en sus decires venía por cientos
para escuchar su palabra, tocarlo o verlo, seguramente por única vez en sus
vidas.
Cuatro monjes que se enteraron de que
Buda estaría en la ciudad de Vaali, cargaron sus cosas en sus mulas y
emprendieron el viaje que llevaría, si todo iba bien, varias semanas. Uno de
ellos conocía menos la ruta a Vaali y seguía a los otros en el camino.
Después de tres días de marcha, una
gran tormenta los sorprendió. Los monjes apuraron el paso y llegaron al
pueblo donde buscaron refugio hasta que pasara la tormenta. Pero el último
no llegó al poblado y debió pedir refugio en casa de un pastor, en las
afueras. El pastor le dio abrigo, techo y comida para pasar la noche.
A la mañana siguiente, cuando el
monje estaba pronto para partir fue a despedirse el pastor. Al acercarse al
corral, vio que la tormenta había espantado las ovejas del pastor y que éste
trataba de reunirlas.
El monje pensó que sus cofrades
estarían dejando el pueblo y si no salía pronto, los demás se alejarían.
Pero él no podía seguir su camino, dejando a su suerte al pastor que lo
había cobijado. Por ello decidió quedarse con él hasta juntar el ganado.
Así pasaron tres días, tras los
cuales se puso en camino a paso redoblado, para tratar de alcanzar a sus
compañeros. Siguiendo las huellas de los demás, paró en una granja a reponer
su provisión de agua.
Una mujer le indicó dónde estaba el
pozo y se disculpó por no ayudarlo, pero debía seguir con la cosechamientras el monje abrevaba sus mulas y cargaba sus odres con agua, la
mujer le contó que tras la muerte de su marido, era difícil para ella y sus
pequeños hijos llegar a recoger la cosecha antes de que se pudriera.
El hombre se dio cuenta de que la
mujer nunca llegaría a recoger la cosecha a tiempo, pero también supo que si
se quedaba, perdería el rastro y no podría estar en Vaali cuando Buda
arribara a la ciudad.
Lo veré algunos días después, pensó,
sabiendo que Buda se quedaría unas semanas en Vaali. La cosecha llevó tres
semanas y apenas terminó la tarea, el monje retomó su marcha.
En el camino, se enteró de que Buda
ya no estaba en Vaali. Buda había partido hacia otro pueblo más al norte. El
monje cambió su rumbo y se dirigió hacia el nuevo poblado.
Podría haber llegado aunque no fuera
más que para verlo, pero en el camino tuvo que salvar a una pareja de
ancianos que eran arrastrados corriente abajo y no hubieran podido escapar
de una muerte segura.
Sólo cuando los ancianos estuvieron
recuperados, se animó a continuar su marcha sabiendo que Buda seguía su
camino.
Veinte años pasaron con el monje
siguiendo el camino de Buda, y cada vez que se acercaba, algo sucedía que
retrasaba su andar. Siempre alguien que necesitaba de él, evitaba, sin
saberlo, que el monje llegara a tiempo. Finalmente se enteró de que Buda
había decidido ir a morir a su ciudad natal.
Esta vez, dijo para sí, es la última
oportunidad. Si no quiero morirme sin haber visto a Buda, no puedo distraer
mi camino. Nada es más importante ahora que ver a Buda antes de que muera.
Ya habrá tiempo para ayudar a los demás, después. Y con su última mula y sus
pocas provisiones, retomó el camino.
La noche antes de llegar al pueblo,
casi tropezó con un ciervo herido en medio del camino. Lo auxilió, le dio de
beber y cubrió sus heridas con barro fresco. El ciervo boqueaba tratando de
tragar el aire, que cada vez le faltaba más. Alguien debería quedarse con
él, pensó, para que yo pueda seguir mi camino. Pero no había nadie a la
vista.
Con mucha ternura acomodó el animal
contra unas rocas para seguir su marcha, le dejó agua y comida al alcance
del hocico y se levantó para irse. Sólo llegó a hacer dos pasos,
inmediatamente se dio cuenta de que no podría presentarse ante Buda,
sabiendo en lo profundo de su corazón que había dejado solo a un indefenso
moribundo.
Así que descargó su mula y se quedó a
cuidar al animalito. Durante la noche veló su sueño como si cuidara a un
hijo. Le dio de beber en la boca y cambió paños sobre su frente. Hacia el
amanecer, el ciervo se había recuperado.
El monje se levantó, se sentó en un
lugar apartado y lloró.Finalmente, había perdido también su última oportunidad.
-Ya nunca podré encontrarte -dijo en
voz alta.
-No sigas buscándome -le dijo una voz
que venía desde sus espaldas- porque ya me has encontrado.
El monje giró y vio como el ciervo se
llenaba de luz y tomaba la redondeada forma de Buda.
-Me hubieras perdido si me
dejabas morir esta noche para ir a mi encuentro en el pueblo y respecto a mi
muerte, no te inquietes, el Buda no puede morir mientras haya algunos como
tú, que son capaces de seguir mi camino por años, sacrificando sus deseos
por las necesidades de otros. Eso es el Buda, y Buda está en ti.
Jorge Bucay
No es creciendo como un
árbol,macizamente, como mejora un hombre,ni
durando como un roble,trescientos años,para al fin caer como un
tronco seco y desnudo:un lirio de un díaes más bello en mayo,aunque caiga y muera esa noche:era la planta y flor de la luz.En
proporciones pequeñas vemos justas bellezas,y en pequeñas medidas la vida puede ser perfecta.
Ben Jonson
Mi verdadera religión
es la bondad.
Dalai
Lama
En el servicio a una
causa o en el amor a una persona, se realiza el hombre a sí mismo. Cuanto
más sale al encuentro de su tarea, cuanto más se entrega a su compañero,
tanto más es él mismo hombre, y tanto más es sí mismo. Así pues, propiamente
hablando sólo puede realizarse a sí mismo en la medida en que se olvida a sí
mismo, en que se pasa por alto a sí mismo. Quizá el impulso subconsciente
más profundo sea la necesidad de encontrarle una razón y un propósito a la
vida. Para ser verdaderamente feliz, se necesita tener un sentido claro de
la dirección, comprometerse con algo que sea más grande y más importante que
uno, convencerse que la vida sirve para algo y que de algún modo
contribuimos al mundo con algo valioso.
Dr. Viktor Frankl
Todos los
actos de servicio carecen de significado a menos que se realicen con amor.
Satya Sai
Baba
Eres útil, cuando todo
lo que hagas signifique un aporte a la humanidad. Eres noble, cuando te
desprendes de lo que conoces y compartes con los demás lo que has aprendido.
Aura
Marina Bavaresco de Prieto
Hay estrellas y
estrellas, ésa es una ley sagrada. Existen estrellas recorriendo el
universo, donde quiera que van dejan millones de luces dispersas. Así es el
hombre que se ha encontrado en la pureza de su alma y en el servicio a los
demás en forma desinteresada, dejando estelas de caridad y amor sin
fronteras. Hay estrellas cuyas luces débiles parpadean a punto de
extinguirse; se les ha olvidado como a algunos el propósito de su vida, y
ahora parpadean con egoísmo, vanidad, orgullo y materialismo, lo cual igual
que su brillo es perecedero y discontinuo. Hay estrellas fugaces que de vez
en cuando aparecen, dejando admiradas a todas las personas: unas son las
almas buenas cuyas vidas son tan breves, que hacen muy dolorosa la despedida
pues dejaron huella indeleble, a pesar del corto brillo de su pasaje; otras
son almas que vienen y van, sin tener un propósito en la vida, no vejan
huella, pero sí dejan el mal sabor de quien los quisimos bien, pero no
apreciaron nuestro amor ni nuestros nobles sentimientos. Hay valores y
amores. Estrellas y celajes. ¡Cuanto amor se puede encontrar en la
naturaleza! ¡cuánta majestad junta en cualquier paisaje! ¡cuánta sabiduría
que aún no ha sido escrita! ¡cuánta conciencia que no ha sido comprendida!
Así son las estrellas, así son las constelaciones misteriosas de la
humanidad expandiéndose libremente. Unos corren presurosos a cumplir su
misión transparente y altruista; otros, la mayoría, desafortunadamente,
corren presurosos a su propia destrucción, directos al abismo, sin remedio y
a toda hora, no importan las luces estelares, de millares de almas que nos
dejaron su mensaje: Amor, Comprensión, Tolerancia, ricas cosas para nuestro
breve viaje.
Dra. Elena Polanco de Bonilla
¡La vida es real, la
vida es firme,
y su finalidad no está
en la tumba!
Eres polvo y volverás
al polvo,
se dijo, más no
hablando del alma.
No te fíes del futuro,
por grato que parezca,
y que el pasado muerto
sepulte a sus muertos.
Actúa, actúa en el
presente vivo,
con pasión por dentro,
y con Dios en lo alto.
Henry Wadsworth
Longfellow
Muchos se pasan la vida
pescando sin darse cuenta de que no es el pez
lo que buscan.
Henry David Thoreau
Todos podemos ser
ángeles para el prójimo. Podemos elegir obedecer al todavía pequeño
cosquilleo que llevamos dentro, el pequeño susurro, que dice: «Ven.
Pregunta. Sal de ti mismo. Sé una respuesta a las súplicas de alguien.
Tienes un papel en la obra de la vida. Ten fe». Podemos decidir arriesgarnos
porque Él está allí observándonos, cuidándonos, instándonos a que amemos y a
que aceptemos el amor. El mundo será un lugar mejor por eso. Y, estén donde
estén, los ángeles danzarán.
Joan Wester Anderson
Muchas personas tienen
una idea equivocada de lo que es la felicidad real. Ésta no se alcanza
mediante la gratificación de uno mismo, si no por medio de la dedicación a
una iniciativa que merezca la pena.
Helen Keller
El amor no es
fundamentalmente una relación con una persona específica, si no una actitud,
una orientación de carácter que determina la relación de una persona hacia
el mundo como un todo.
Erich Fromm
No sé cual será vuestro
destino, pero sí que hay algo que sé: los únicos entre ustedes que serán
realmente felices son
aquellos que busquen como
servir.
Albert Schweitzer
Una vida de propósito
revela el propósito de la vida.
Haré
una lista de mis talentos únicos. Luego haré una lista de todas las cosas
que me gusta hacer mientras expreso mis talentos únicos. Cuando expreso mis
talentos únicos y los utilizo para servir a la humanidad, pierdo el sentido
del tiempo y creo abundancia en mi vida como en la vida de los demás. A
diario me preguntaré: ¿Cómo puedo servir? y ¿Cómo puedo ayudar?; la
respuesta a éstas preguntas me permitirán ayudar y servir a mi prójimo con
amor.
Deepak Chopra
La
vida es un lugar de ayuda, y en esa ayuda uno sufre un intercambio que se
hace difícil de soportar, pero con frecuencia dicho intercambio se convierte
en felicidad.