EL BRILLO DEL SOL DÁNDOME EN LA CARA

 

 
 
A finales de los años sesenta, en el distrito de la Bahía de San Francisco, tres profesores fueron llamados a principios de curso al despacho del director. Éste les comunicó lo siguiente:
 
 -Hemos observado vuestros estilos docentes y hemos llegado a la conclusión de que sois los tres mejores profesores de la escuela. Como recompensa especial por vuestra excelente profesionalidad, cada uno de vosotros vais a tener en vuestras respectivas clases a los más brillantes alumnos de este centro. Estos alumnos han sido seleccionados en base a las puntuaciones alcanzadas en unos recientes tests de inteligencia y esperamos que durante el curso que comienza experimenten una subida de un veinte a un treinta por ciento en su rendimiento académico. Como no queremos que se nos acuse de discriminación, os ruego deis a este asunto la máxima confidencialidad. No se lo vamos a comunicar a los padres y no deseamos tampoco que le digáis a los interesados que han sido especialmente seleccionados para estas clases avanzadas.
 
Los profesores estaban contentísimos. El sueño de todo educador es enseñar a una clase compuesta de chicos superdotados. Volvieron a sus aulas con renovado entusiasmo.
 
A lo largo de todo el curso escolar hubo un control de las clases y una observación de los profesores. Parecía que éstos estaban más comprometidos con la enseñanza. Se notaba que tenían más paciencia con aquellos alumnos que evidenciaban retraso en la comprensión de una nueva asignatura. Pasaban más tiempo después de las clases ejerciendo funciones de tutoría con alumnos. Cuando un alumno tenía dificultades para asimilar algo, lo achacaban a la enseñanza, no al alumno.
 
A final de curso las tres clases en cuestión no sólo sacaron las más brillantes notas del centro en exámenes tipificados, sino también de todo el distrito escolar en sus correspondientes grados. Experimentaron una subida en su rendimiento académico de un veinte a un treinta por ciento, justo lo que se esperaba de ellos.
 
Cuando se tuvieron los resultados de los exámenes, el director llamó de nuevo a los profesores a su despacho y les pidió que se sentaran. Les felicitó por el curso tan maravilloso que habían desarrollado con sus respectivos alumnos.
 
Los profesores expresaron unánimemente su agradecimiento al director por haberles dado la oportunidad de enseñar a jóvenes tan despiertos. Comentaron que la enseñanza es fácil cuando se tiene buenos estudiantes y que nunca en cursos anteriores habían disfrutado tanto de la docencia como en éste.
 
El director les explicó entonces que todo había sido un experimento. Los estudiantes no tenían nada de excepcionales. Sus nombres habían sido escogidos al azar entre la población escolar y asignados aleatoriamente a las clases de los tres profesores. De hecho, eran alumnos de lo más normal y corriente.
 
Los profesores se quedaron de piedra. ¿A qué se debía entonces que tal como estaba previsto aprovecharan tan bien las clases? Lo único que se les ocurrió es que la razón estaba en que ellos eran unos excelentes profesores; que era su competencia como educadores la responsable de los resultados.
 
El director les dijo entonces que también ellos habían sido seleccionados al azar; que antes de comenzar el curso los nombres de todos los profesores de la escuela habían sido introducidos en un sombrero y que los suyos habían sido los tres primeros extraídos.
 
Dr. Robert Rosenthal «Pygmalión en la escuela»
 
 
¿Alguna vez has conocido a alguien, sea un vecino, un compañero de clases o de trabajo o cualquier otro, que al principio no te caía bien y con el tiempo llegaron a ser buenos amigos?
 
Probablemente, en algún momento comenzaste a fijarte más en sus cualidades y menos en sus defectos y tu opinión sobre ésa persona cambió.
 
Nosotros elegimos cómo vemos a los demás; cuando alguien nos agrada, nos gusta todo en ésa persona. Cuando alguien no nos agrada, nos molesta todo: su físico, su voz, su peinado, su forma de caminar, su risa y hasta su nombre.
 
La forma en que vemos a los demás determina la manera en que los tratamos. Si pensamos que alguien es tonto, le hablaremos en un lenguaje adecuado para un pre-kinder.
 
Si un mes después, nos enteramos que ésa misma persona ganó el Premio Nacional de Literatura, pensaremos que cómo es posible que un tonto haya ganado ése premio y que lo más probable es que haya hecho trampa.
 
Cuando cambiamos nuestra forma de ver lo que nos rodea, cambia todo lo que observamos y cambian nuestras expectativas, haciendo que las personas se comporten y las situaciones se desarrollen según nuestras previsiones.
 
A finales de los setenta, en la ciudad de San Francisco, el director de un colegio llamó a tres profesores diciéndoles que por ser los tres mejores del colegio, fueron escogidos para tener en sus respectivas aulas a los más brillantes alumnos del colegio.
 
Para evitar que se les acusara de discriminación, no le informarían a los alumnos ni a sus padres. Los profesores estaban muy contentos por la oportunidad de enseñar a chicos superdotados.
 
Durante el curso escolar, los profesores estaban más comprometidos con la enseñanza, tenían más paciencia con aquellos alumnos que no entendían una nueva asignatura, pasaban más tiempo con ellos después de las clases y las dificultades de los alumnos las achacaban a la enseñanza y no al alumno.
 
Estos alumnos sacaron las más brillantes notas del centro y de todo el distrito escolar y experimentaron la subida del rendimiento escolar que se esperaba de ellos.
 
El director felicitó a los profesores y les explicó que se trató de un experimento ya que los alumnos no tenían nada de excepcionales ya que habían sido escogidos al azar y en realidad eran alumnos normales y corrientes.
 
Los profesores se asombraron pero atribuyeron el resultado obtenido a que ellos eran excelentes docentes. El director les explicó que ellos igualmente habían sido seleccionados al azar al inicio del curso escolar al haber colocado en un sombrero los nombres de todos los profesores de la escuela y ellos fueron los tres primeros extraídos.
 
Recuerdo una película titulada «Máscara» basada en la vida de Rocky Dennis, un adolescente norteamericano que sufría de leonitis, una enfermedad degenerativa en el rostro.
 
Gozaba del cariño de su madre y de los amigos de la comunidad de motociclistas donde vivía pero era rechazado por el resto de la sociedad debido a su aspecto.
 
Dotado de gran inteligencia, ganó el concurso de poesía de su clase y le explicaba cómo eran los colores a una muchacha ciega de nacimiento, mediante el uso de objetos que ella podía tocar. Su mayor sueño era recorrer Europa en motocicleta con su mejor amigo.
 
Murió joven sin poder llevar a cabo su sueño y el día de su entierro, su madre -interpretada por Cher- rememoró el poema que le valió el premio escolar donde Rocky, de una manera sencilla, muestra que escogemos cómo vemos lo que nos rodea.
 
 
Éstas cosas son buenas
Comer helado y tarta
Ir montado en una moto Harley
Quedarse viendo a los chimpancés en los árboles
Sentir la lluvia en la lengua
Y el brillo del sol dándome en la cara.
 
Éstas cosas son un fastidio
Tener el cabello lleno de polvo
Llevar los zapatos con agujeros
No portar dinero en el bolsillo
Y el brillo del sol dándome en la cara.
 
 
Elias Benzadon
 
 
 
Toma a cualquier persona de tu vida y fíjate en lo que te agrada de ella. Tus relaciones van a mejorar. Puede ser difícil y a veces incluso intimidante, pero funciona.
 
Andrew Matthews
 
 
Cada persona mira la vida a través de una visión distinta. Tres hombres pueden mirar un árbol. Uno verá en él un número dado de tablones de madera valiosa de un precio determinado. El segundo lo verá como una cantidad de madera para hacer fuego y dar calor a su familia en invierno. El tercero lo verá como una obra magistral del arte creativo de Dios, dado al hombre como manifestación del amor y poder duradero de Dios, de un valor que supera en mucho al que tiene en dinero o como material para hacer fuego. Aquello para lo que vivimos decide lo que vemos en la vida y da un centro a nuestra visión interior.
 
Joseph F. Girzone
 
 
Mediante la comprensión del otro es que podemos hallar la verdad. La gente sabe únicamente lo que tiene ante sus ojos, lo que puede entender, y eso limita la comprensión de la persona acerca de lo que está ocurriendo.
 
Barry Levy
 
 
Toda la vida es un experimento. Cuantos más experimentos realicemos mejor.
 
Ralph Waldo Emerson
 
 
No podemos cambiar nada que no hayamos aceptado previamente.
 
Carl Jung
 
 
 

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