En medio
de la vida moderna y sus interminables prisas, es prácticamente cosa de
simple supervivencia el poder salirnos de la carrera en la que solemos andar
y, establecer una comunicación con
la parte divina que todos tenemos dentro.
Basta
proponérselo e implementar algunos cambios en la vida de todos los días. Tu
dimensión de luz, ese lado divino y bello es esencialmente amor.
Cada día, al
despertar, cuando tomes el primer aliento consciente, da gracias a la vida.
Mira el sol, busca un rayo de luz y báñate en él, siente la vida que
contiene.
Cuando veas
las plantas, míralas diferente, disfruta su verde, siente la vida. Mira el
cielo e imagínate que al respirar todo ese azul te penetra y te llena de
vida.
Si te
encuentras una flor en tu camino, no te pierdas su aroma, disfrútalo y sé
consciente de que es un regalo de la naturaleza que muchas veces se pierde
porque no hay quien lo aprecie.
No importa
las circunstancias en que te encuentres, si haces estas pequeñas cosas,
comenzarás a encontrar una nueva dimensión en tu vida. Empieza como si fuera
un juego y luego será un pasatiempo del que nunca querrás salir.
Esto te va
a colocar en un lugar desde donde puedes mirar mejor tu vida porque, al
ponerte en comunicación con la vida que te rodea, te estás poniendo en
contacto con lo divino que hay en ti.
Entonces,
una hermosa mañana, cierra tus ojos y te dedicas a observar tu respiración:
su movimiento es el movimiento de la vida. Si entras en la magia del
respirar consciente, estarás acercándote a una dimensión muy especial de tu
conciencia. Vas a encontrar por el camino corto esa parte divina que tienes
y que también poseen todos los seres humanos.
Y este
contacto puede cambiar tu vida porque irás descubriendo por ti mismo, una
luz, una amor, una verdad. Te estarás preparando para la meditación, para la
gran aventura interna.
La
meditación es simplemente hacer que tus emociones y tus pensamientos se
callen por un instante para que puedas escuchar la voz de tu alma, de ese
maravilloso y divino ser que eres en verdad.
El
objetivo de toda meditación es hacer contacto con el alma, allí están la
fortaleza, el poder y la voluntad; allí está el amor que se da sin pedir
nada a cambio; allí está de la fuente de toda bondad.
Cuando a
través de la meditación te pones en contacto con tu alma, tu vida comienza a
cambiar, es como una llave por donde fluye una energía muy especial que
tiene el poder de hacer nuevas todas las cosas.
Sucede algo
parecido cuando te enamoras. Tú sabes lo especial que es estar enamorado: la
vieja calle de repente es la más bonita, porque te conduce a la reunión con
el ser amado; el sol parece que alumbra mucho más y las estrellas toman un
nuevo brillo, nos inspiramos y sorpresivamente nos hacemos poetas.
Si
observas bien, te darás cuenta que el amor tiene el poder de hacer nuevas
todas las cosas. Esta misma transformación ocurre cuando por medio de la
meditación hacemos contacto con el alma; es tan visible que si tienes un
espejo cerca y te observas al salir de la meditación, lo vas a notar, y se
van a dar cuenta también tus familiares y amigos, porque, como el amor, el
contacto con el alma no se puede esconder, se nota, ya que hacer contacto
con el alma es hacer contacto con tu otra mitad, con eso que te hace falta
para sentirte completo.
Dios es
amor y el alma es un pedacito de Dios. Con la meditación comienzas a
descubrir tu verdadero mundo, un mundo de armonía y belleza, de luz y de
amor, de fuerza y sabiduría. Un mundo que es tuyo, al que sólo tienes
simplemente que acceder a entrar y poco a poco, los esplendores de tu alma
comenzarán a introducirse a tu vida diaria.
Observa la
vida que te rodea y ella se introducirá en ti, luego tomas conciencia de tu
respiración y desarrollas el arte de respirar consciente, entonces te
sumerges en tu mundo interno a través de la meditación y lentamente vas
haciendo contacto con tu alma, tu Ser real, tu Divina Presencia, tu Yo
Superior o como lo quieras llamar.
Así de
sencillo, todo es cuestión de decisión. Tú puedes
cambiar tu vida. No esperes más. La felicidad espera por ti.
Fernando Latouche
Silencia tu
mente.
El silencio es
un sabio mudo.
Un inquilino
irrespetado
La entrada al
otro mundo.
Un mar que
espera a que lo naden,
listo para
abrirnos sus secretos.
El silencio es
el principio de la salvación del hombre.
Un mensajero de
la paz
Comienza poco a
poco a meditar.
Así te harás un
ser equilibrado.
Comenzarás a
ser tu verdadero sueño.
Domarás el
potrillo salvaje que te agita.
Conocerás el
paraíso de la Nada.
Vivirás más
quieto, más abierto, más dispuesto.
Pondrás fin al
remolino interno.
Deja de hablar
durante un rato.
Detén el hábito
del juicio.
Olvídate de
agradar y convencer.
Permite que
otros ganen y figuren.
Que jueguen al
mejor, que obtengan premios.
Que se pierdan
el trozo florido del camino.
Que se hagan
esclavos de sus pensamientos.
Que terminen
arrasados por sus propias tormentas.
Si logras ese
estado, sin pensamientos, sin ruidos, sin anhelos.
Te colgarás
como eslabón al gran hilo dorado.
Renny Yagosesky
¡Si no
puedes meditar en la habitación de las calderas, no sabes meditar!
Alan
Watts
Procurad hacer
un poco de silencio también vosotros en vuestra vida para poder pensar,
reflexionar y orar con mayor fervor y hacer propósitos con más decisión. Hoy
resulta difícil crearse «zonas de desierto y silencio», porque estamos
continuamente envueltos en el engranaje de las ocupaciones, en el fragor de
los acontecimientos y en el reclamo de los medios de comunicación, de modo
que la paz interior corre peligro y encuentran obstáculos los pensamientos
elevados que deben cualificar la existencia del hombre. Es difícil, pero es
importante saberlo.
Juan Pablo II
En una
ocasión estaba respondiendo por teléfono a las preguntas que me hacían los
oyentes de un programa de radio. Me llamó la atención la reacción tan fuerte
que algunas personas tenían ante su forma de hablar de Dios. La gente
llamaba y decía:
«¿Y que
me dice de la guerra?»
«¡Hay
demasiada delincuencia y crimen como para perder el tiempo rezando!»
«¿Por qué
en vez de meditar, no sale a la calle y hace algo por la gente?»
Respondí
a cada una de ella dándole primero la razón a mi interlocutor:
-Tiene
usted toda la razón: es hora de actuar y de servir al mundo. El mejor modo
de ayudar a los demás es mantenernos centrados. Si estamos en contacto con
la paz interna, estaremos en una posición perfecta para salir a la calle y
cambiar las cosas, pero hasta que llegue ese momento sólo contribuiremos a
crear más confusión. La meditación sin acción es escapismo, pero la acción
sin meditación es inútil.
Hilda
Charlton
El propio
fenómeno de observar lo cambia todo. Poco a poco la locura desaparece, poco
a poco los pensamientos empiezan a encajar dentro de una pauta, ya no hay
más caos, se convierte en un cosmos. Entonces, prevalece una paz más
profunda. Cuando tu cuerpo y tu mente estén en paz, verás que están en
armonía el uno con el otro, que hay un puente. Ya no corren en direcciones
distintas, no cabalgan sobre caballos distintos.
Osho
El
silencio interior es un lugar inherente a todo. Está dentro del corazón,
donde todo es presencia y, a la vez, no hay nada. En el silencio, sólo
existe la unidad y no entra en conflicto con nada más. Cuando estás en el
silencio, observas y atestiguas todo lo que de él emerge.
Isha
La observación
de la naturaleza y la meditación han generado el arte.
Cicerón
Antes de
embarcarte en una misión importante, siéntate en silencio, calma los
sentidos y pensamientos, y medita. Así encontrarás la guía del poder
creativo del Espíritu. Después, haz uso de todos los medios necesarios para
lograr tu meta.
Paramahansa Yogananda
El silencio es
la gran revelación.
Lao-Tsé
Soy tan
partidario de la disciplina del silencio que podría hablar horas enteras
sobre ella.
George Bernard
Shaw
El silencio es
la primera piedra del templo de la filosofía.
Pitágoras
Comprendí el
silencio de los cielos; las palabras humanas jamás las entendí.
Friedrich
Holderlin
Nada fortifica
tanto las almas como el silencio; que es como una oración íntima en que
ofrecemos a Dios nuestros tristezas.
Jacinto
Benavente
El silencio es
el elemento en el que se forman todas las cosas grandes.
Thomas Carlyle
El signo más
cierto de la sabiduría es la serenidad constante.