KATHERINE PATERSON: CURAR SIGNIFICA COMPLETAR

 

 

 

Katherine Paterson

 

 

Katherine Paterson nació en Qin Jiang, China, el 31 Octubre 1932. Sus padres eran misioneros en China de la Iglesia Presbiteriana. Pasó parte de su infancia en este país pero debido a la guerra entre China y Japón, sus padres decidieron trasladar la familia a los Estados Unidos en 1940. Luego vivió varios años en Japón, donde estudió para misionera en la escuela de lengua japonesa de Kobe y enseñó durante cuatro años en una zona rural de la isla de Shihoku.

 

Debido a que su familia se mudaba con mucha frecuencia, la joven Katherine muchas veces se sintió sola y diferente de las chicas de su edad. Le encantaba leer y escribir historias como una manera de superar la soledad. Ella sentía que era «rara» consecuencia natural de la vida desarraigada que caracterizó su infancia; el gran número de veces que tuvo que mudarse creó en ella un sentimiento de ser diferente, de «no encajar».

 

Está casada con John Paterson, pastor presbiteriano; tiene cuatro hijos: dos biológicos y dos adoptados. Es autora de una vasta producción literaria aunque son sus novelas juveniles las que han llamado más la atención

 

En los años sesenta inició su carrera de escritora en Estados Unidos escribiendo libros de texto religiosos. En sus libros se tratan temas importantes y de vez en cuando temas de peso como las familias deshechas y los niños desprotegidos, pero también encontramos en ellos esperanza y coraje de vivir. En muchos libros el protagonista es el niño vulnerable y singular, una proyección de la niña rara que fue ella misma en otra época. Cree que los libros infantiles deben ocuparse de temas contemporáneos y realistas, por ello su obra se ve caracterizada por temas difíciles como la muerte de un ser querido.

 

Cuando escribió «El signo del crisantemo» (The Sign of the Chrysanthemun) habla de su hija mayor Elizabeth Po Lin, que nació en Hong Kong y cuando era muy pequeña la encontró en la calle un policía y la llevó a un orfanato y llegó a ella cuando tenía dos años. Y ella comenzó a preguntarle, a los seis, muy preocupada por su madre biológica, qué hacía, si estaba viva, si estaba enferma, y por supuesto Katherine no tenía respuestas para darle.

 

Más adelante, escribió «Un puente hacia Terabithia» (Bridge to Terabithia) galardonada con el Premio Newbery en 1978 y que fue llevada al cine por los Estudios Disney en el año 2007, interpretada por Josh Hutcherson y AnnaSophia Robb; la historia fue su intento de sacar sentido de algo que no lo tiene. La mejor amiga de su hijo David Lord se llamaba Lisa Hill. Su amistad fue la fuente de esta historia. El verano después que cumplieron ocho años, ella se fue de vacaciones con su familia a la playa y un rayo la golpeó y la mató.

 

 

 

Terabithia

 

 

Luego tuvo que hacer que eso tuviera sentido frente a su hijo de ocho años. No pudo hacerlo. No pudo recuperar a Lisa, no pudo consolarlo a él. Entonces, hizo lo único que sabía, escribir una historia. Y aunque no estaba plenamente consciente de ello en ese momento, para tratar de entender su propia muerte ya que en esos momento estaba luchando contra un cáncer que le acababan de diagnosticar que afortunadamente resultó operable.

 

«Un puente hacia Terabithia» gira en torno a construir relaciones. El puente representa la conexión que tenemos con la familia, los amigos, nuestro mundo de fantasía y realidad. Puedes encontrar tu lugar en el mundo. No debe ser donde comenzaste. Es desde donde comenzaste y hacia donde te diriges.

 

Lo triste existe. Y el miedo también. El libro trata de la trascendencia. No es sólo tristeza. Sin una historia triste, no hay tristeza en la historia y no tenemos ese momento de trascendencia; no podemos sentir la exaltación y la alegría de llegar a un lugar donde nos hemos sobrepuesto a la tristeza.

 

En esta historia vemos que la incomprensión común de las personas que los rodean, hace que la niña y el niño se sientan entendidos por sí mismos. En medio del bosque cercano a la casa hay un mundo por descubrir, sólo hay que saber cruzar el estrecho curso entre un extremo y otro.

 

El otro lado del río es nuestro propio cosmos, ese lugar que uno usa para evadirse de lo que le agobia, es el reino mágico del otro lado del río. Cuando el mundo soñado es mejor, el vivido comienza a ser más bello, de a poco la amistad y el amor van acompañando la aventura por un reino lleno de sensaciones. Las diferencias con los padres, las peleas en el colegio, los problemas con los profesores son básicos cuando se tiene un reino mágico por qué vivir.

 

Pero todo lo soñado y todo lo vivido puede cambiar, a veces la vida tiene esa dosis de crueldad que nos hace madurar. En la historia los caminos no son más fáciles, la amargura de lo que no se dijo se paga caro, sólo queda mejorar lo que se hace, construir los caminos, allanar el pasado y por sobre todo amar, con todas las ganas, con todos los sueños. Porque no basta una cuerda en medio de un río para separar nuestros mundos, necesitamos construir el puente a lo que soñamos, y no esperar descansar para llegar a los sueños.

 

El recuerdo es el motor de la creación, no hay que rendirse, secarse las lágrimas, limpiarse la cara y levantarse nuevamente. El resto es sólo seguir creyendo en que todo puede suceder.

 

Paterson recibió en 1998 el prestigioso «Premio Hans Christian Andersen», el cual es otorgado por el IBBY (The Internacional Board on Books for Young People), de manos de la Reina de Dinamarca, como reconocimiento a una contribución duradera a la literatura infantil y juvenil.

 

En 1999 el USBBY (U.S. Board on Books for Young People), entusiasmada porque una norteamericana hubiese ganado el Premio Andersen, le dio a Paterson un magnífico regalo: un donativo para ser entregado a un grupo en cualquier parte del mundo que contribuyese a la literatura infantil.

 

Aquel diciembre 1999, cuando aún estaba analizando los candidatos, leyó en un periódico los relatos de una horrenda catástrofe en Venezuela. Una enorme avalancha de lodo y rocas –que se originó después de muchos días de intensas lluvias- en la región del litoral de La Guaira, en el Estado Vargas, causó la muerte a miles de personas y dejó a otros millares desconsolados y sin hogar.

 

Cuando contactó a su amiga Carmen Diana Dearden, –a quien conoció en el IBBY- esta le dijo que la montaña había causado destrucción desde la cumbre hasta la costa. Dearden condujo su vehículo con miembros del personal del «Banco del Libro», llevando comida y suministros básicos. Luego intentaron socorrer a los lastimados espíritus de los sobrevivientes.

 

 

 

Katherine Paterson y Carmen Diana Dearden en Vargas

 

 

El «Banco del libro» es una asociación civil venezolana privada, dedicada a promocionar la lectura entre niños y adolescentes. Un grupo de voluntarios fundó en 1960 un programa de canje de textos escolares para dar apoyo a la gran parte de la población que carecía de recursos. El resultado dio nombre a la institución

 

Paterson y Dearden consideraban los libros como instrumentos de curación capaces de reparar un espíritu confundido, por lo cual Paterson se interesó en el proyecto que Dearden y el «Banco del Libro» -que ella presidía- querían llevar a cabo, llamado «Leer para vivir». Este proyecto está basado en la «biblioterapia».

 

La «biblioterapia» es la sanación a través de los libros, utilizando la lectura como herramienta para aliviar los traumas individuales y sociales que implica una catástrofe natural. La literatura ayuda a reorganizar el pensamiento, a resolver problemas, a recordar el pasado, cuando se necesite hacerlo y mirarlo desde una perspectiva diferente.

 

 

Katherine Paterson en Quenepe Estado Vargas

 

 

 

La literatura puede ser un poderoso agente de cambio creativo y sano. La lectura de cuentos ofrece un alivio necesario en la lucha diaria de la vida, nos alivia del caos. La buena literatura le da al niño un lugar en el mundo y al mundo un lugar en el niño. Permite observar los grandes beneficios que un contacto afectivo e imaginativo con los libros de cuentos le brinda a los niños; el poder curador que los libros ejercen sobre los adultos que se ven impactados por la pérdida y el duelo.

 

Paterson ofreció la donación del USBBY al «Banco del Libro» y ellos la usaron para comprar libros y conformar las colecciones, con el fin  de comenzar un programa de lecturas. El libro «Un puente hacia Terabithia» encajó adecuadamente en el desarrollo del proyecto.

 

En unas pocas semanas, Dearden y el grupo de voluntarios, en motocicletas y en vehículos todo terreno, volvían al área de Vargas. Informaron por anticipado que los narradores de cuentos estaban viniendo a una pequeña escuela en el barrio de Quenepe, y los asustados, exhaustos habitantes de la comunidad trajeron a los niños para una tarde de alivio.

 

Antes de concluir la tarde, se habían leído libros en voz alta, se habían jugado juegos y cantado canciones.

Posteriormente, las madres pidieron libros prestados, reunieron a familiares y vecinos y comenzaron a tener «la hora de los cuentos» en sus propios hogares; igualmente se sumaron maestros.

 

Como parte de las sesiones de entrenamiento, Dearden leía casi a diario «Un puente hacia Terabithia». En una oportunidad, llegó a la parte donde comienza a llover y pudo sentir la tensión que crecía en la habitación. Dearden preguntó si debía dejar de leer. Alguien le contestó que «sí». Hubo un prolongado silencio y luego alguien dijo que «no», que continuara leyendo. Dearden leyó hasta el final el libro y todos lloraron; luego una madre dijo con tranquilidad que creía que esto significaba que debían comenzar a construir nuevos puentes.

 

En Agosto 2000, Paterson fue a Venezuela para ver de primera mano el trabajo de este programa. El camino hacia Vargas no estaba totalmente abierto. En la montaña eran aún visibles grandes cicatrices. Decenas de miles de sobrevivientes seguían sin casa ni hogar. En una vivienda de Quenepe, donde se había llevado a cabo la primera sesión de lectura de cuentos, se encontró con voluntarios de «Leer para vivir» quienes le señalaron su intención de abrir sus hogares para los vecinos a fin de narrar historias y trabajar con los niños desamparados en la ciudad llena de carpas.

 

Ahí pudo conocer los relatos del impacto que la lectura tuvo en los niños traumatizados conociendo de casos de niños que dejaron las medicinas que tomaban por su estado de alteración, otros que pudieron dormir luego de días sin poder conciliar el sueño. Paterson les contó la historia de Lisa Hill, la chica que inspiró el libro «Un puente hacia Terabithia». Estos nuevos amigos, que habían padecido la muerte de miles de personas, lloraron por la muerte de una pequeña niña que jamás conocieron pero cuya historia aludió al caos de sus vidas.

 

Hay países que valorizan a los niños y a los libros escritos para ser disfrutados por ellos. Usted no puede visitar Suecia sin advertir que es el hogar de Astrid Lindgren, autora de los libros internacionalmente conocidos y amados «Pippi Calzaslargas» (Pippi Longstocking). Lindgren es una heroína de Suecia por una razón primordial: escribió libros que los niños aman.

 

 

 

Astrid Lindgren y Pippi Calzaslargas

 

 

Astrid Lindgren nació el 14 Noviembre 1907 y falleció el 28 Enero 2002. Después de su muerte y para rendir honor a su memoria, el gobierno sueco estableció el Premio ALMA (Astrid Lindgren Memorial Award) y es el mayor premio de literatura infantil y juvenil del mundo.

 

Lindgren fue una gran humanista, es la autora más popular de Suecia y una de las más populares del mundo, sus relatos pasarán a la posteridad. Ella declaró que siempre escribía para la niña en su corazón y durante toda su vida defendió los derechos de los niños. Su receta sobre cómo escribir era utilizar palabras comunes y decir cosas poco comunes.

 

En una oportunidad comentó que todo lo que ha ocurrido en el mundo, ha ocurrido primero en la imaginación de alguna persona, y cómo será el mundo del mañana depende en gran medida del poder imaginativo de aquellos que hoy están aprendiendo a leer; por eso los niños necesitan libros.

 

En el año 2006, Katherine Paterson obtuvo el Premio ALMA 2006 por su larga y fructífera trayectoria escribiendo libros para niños y jóvenes; los miembros del jurado indicaron que es una excelente psicóloga, se mete bajo la piel de los jóvenes desprotegidos que crea. Con una sensibilidad estética certera evita las soluciones sencillas y en vez de eso desarrolla la fuerza interior y el coraje de vivir inherentes de sus protagonistas.

 

Al año siguiente los aficionados de todo el mundo se unieron a los suecos para celebrar el centenario del nacimiento de Astrid Lindgren. En este marco de celebración, el 30 Mayo 2007, en el Museo al aire libre Skansen de Estocolmo, Su Alteza Real la Princesa Heredera Victoria hacía entrega a Carmen Diana Dearden, en representación del Banco del Libro, el Premio ALMA 2007.

 

 

Entrega del Premio ALMA 2007

 

 

 

Se reconocía de esta manera el trabajo que durante cuarenta y siete años ha venido desarrollando el «Banco del Libro» en la difusión de la literatura infantil y juvenil, llevando los libros y la lectura hasta los lugares más recónditos de Venezuela.

 

Cuando el jurado del premio ALMA estaba recorriendo las áreas de trabajo de las instituciones nominadas, Dearden y su equipo llevaron a sus miembros al Estado Vargas, a conocer el club de lectura «El Dragón Azul», que todavía existe; esa visita fue decisiva para que el «Banco del Libro» recibiera el galardón.

 

El trabajo de «Leer para vivir» continúa actualmente y se ha difundido por toda Venezuela. Los líderes también han asesorado a quienes atendieron a las víctimas del tsunami de Indonesia y a los bibliotecarios que trabajaron con los evacuados del huracán Katrina en Estados Unidos.

 

Recopilado por Elias Benzadon

 

 

 

Katherine Paterson en Quenepe Estado Vargas

 

 

Terabithia narra la historia de dos niños que forjaran una amistad con valiosas lecciones. Jess Aarons es un niño de diez años que vive en una humilde casa junto a sus padres  Es el único varón de una familia de cinco hijos, que sueña con llegar a ser el niño más rápido de quinto grado, por lo cual entrena todos los días. Además en la escuela debe soportar el abuso de sus compañeros porque siempre está dibujando cosas, sobre todo animales extraños.

 

Leslie Burke por su parte es hija de escritores y acaba de mudarse de la ciudad al campo dejando su lujoso colegio y todas las comodidades citadinas por la austera vida rural. Es una chica amante de los libros con una actitud mucho más positiva y una imaginación hiperactiva que la lleva a inventar historias

 

En la escuela donde los niños suelen ser superficiales y vanidosos, ambos son rechazados por ser diferentes. Eso une aun más su amistad, lo que provoca las burlas de sus compañeros. Juntos crean Terabithia, que es un reino mágico, donde son rey y reina. Construyen un palacio y fundan un bosque sagrado. La imaginación creciente de Leslie da lecciones valiosísimas a su amigo Jess. Para llegar a Terabithia era necesario que ambos se columpiaran en una soga que colgaba de un viejo manzano y cruzaran un arroyo casi seco.

 

En éste mundo fantástico donde ellos eran los amos absolutos, descargan todos sus sueños y frustraciones, reflejando los problemas que no podían enfrentar en la realidad. Mientras la amistad entre ambos niños se va fortaleciendo, Leslie le enseñará a Jess una nueva manera de ver la vida.

 

Jess está secretamente enamorado de su maestra de música, una preciosa joven de ojos azules y tendencias liberales que además admira sus dibujos. Durante la época de lluvias el arroyo que separa el mundo real de Terabithia crece y esto crea cierto recelo en Jess quien no desea cruzar, sin embargo Leslie lo convence una y otra vez.

 

El día que Jess está decidido a decirle a Leslie de su temor por cruzar el arroyo tan crecido por las lluvias, es invitado por su maestra de música a conocer una galería de arte en Washington. Jess acepta y conoce de cerca el mundo maravilloso del arte y las pinturas.

 

Al regresar a casa se da cuenta que algo no marcha bien, es recibido con la noticia de que Leslie ha muerto luego de caer de la soga que colgaba del árbol de manzanas. Su mundo es estremecido, su mejor amiga estaba muerta, lo cual le enseñará valiosas lecciones sobre la vida, la muerte, la amistad y el valor de tener otras personas de quienes aprender en la vida, que nos ayuden a definirnos como tales.

 

Después de pasar por un periodo de intenso dolor y negación, Jess aprende que la vida sigue a pesar de su inmensa e incomprensible pérdida.

 

Al final Jess construye un puente de madera para llegar a Terabithia e invita a su hermana May Belle a ser la nueva reina de aquel lugar, tomando en la vida de ella el rol que jugó Leslie en la de él.

 

Sinópsis del libro «Un puente hacia Terabithia»

 

 

 

Un puente hacia Terabithia

 

 

Al día siguiente, después de las clases, Jess fue a recoger la madera que necesitaba, llevando un par de tablas cada vez a la orilla del arroyo. Colocó las dos más largas sobre el arroyo, un poco más arriba del manzano, donde era más estrecho, y cuando estuvo seguro de su solidez y estabilidad, comenzó a clavar

las piezas transversales.

-Jess, ¿qué haces? -May Belle le había seguido, como él sospechaba.

-Es un secreto, May Belle.

-Cuéntamelo.

-Cuando termine, ¿vale?

-Juro sobre la Biblia que no se lo diré a nadie. Ni siquiera a Billy Jean ni a Joyce Ann, ni a mamá. Movió la cabeza de un lado a otro para darle mayor solemnidad.

-Oh, no estoy seguro en cuanto a Joyce Ann. Tal vez se lo contarás a Joyce Ann alguna vez.

-¿Contar a Joyce Ann algo que es un secreto entre tú y yo? -La idea parecía horrorizarla.

-Bueno, en eso estaba pensando.

La cara de ella pareció ablandarse.

-Joyce Ann es sólo un bebé.

-Pues no es probable que sea reina al principio. Tendría que enseñarle y todo eso.

-¿Reina? ¿Quién va a ser reina?

-Te lo explicaré cuando termine, ¿de acuerdo?

Al terminar le puso unas flores en el pelo y la llevó por el puente —el puente mágico a Terabithia—, que a alguien le podría parecer poco mágico con sus cuatro tablas sobre un barranco.

-Ssssss -hizo él-. Mira.

-¿Dónde?

-¿No lo ves? -susurró-. Todos los de Terabithia se han puesto de puntillas para verte.

-¿A mí?

-Ssssss, sí. Hay rumores de que hoy llega una hermosa niña que tal vez sea la reina que han estado esperando.

 

Katherine Paterson, fragmento de «Un puente hacia Terabithia»

 

 

 

Un puente hacia Terabithia

 

 

Mi primera alegría es estar viva y ser una personal real. Conservo el recuerdo de los sentimientos tan fuertes que tenía de niña, entiendo que los niños tienen sentimientos muy fuertes y creo que si escribo para los niños, esa parte interna de niña es la parte más importante, la parte que muchos adultos dejan de lado y piensan que un niño no puede tener sentimientos. Y están totalmente equivocados.

 

La persona que uno siempre va metiendo en los libros es uno mismo. La gente siempre dice que el escritor introduce personajes reales en sus libros. No se puede hacer esto. Uno siempre tiene que poner gente creíble en los libros y la gente real no es creíble, somos demasiado complejos. La única persona cuyos sentimientos realmente uno conoce es uno mismo; uno siempre se pone a sí mismo. Los sentimientos son siempre muchos más reveladores que los acontecimientos.

 

Es muy emocionante saber que hay niños en todas las partes del mundo que me han leído. Me hacen sentir muy humilde, porque cuando uno escribe para ese niño que está dentro de uno, ese niño malentendido, ese niño que no fue amado, luego uno entiende que hay niños en otros países que están leyendo ese libro y están amando a ese niño. Eso es maravilloso.

 

Me di cuenta que si uno no se atreve a ser mediocre, entonces nunca será nada. No me importaba ser un fracaso, simplemente no quería ser mediocre.

 

Este es un mundo, en el que vivimos, que mete miedo. Pero para no ser derrotados ante el temor debemos mirar las cosas que dan vida, como los cuentos, la música, el arte, la danza. Todas las cosas que la gente nos cuenta que son las emociones de la vida, las emociones más profundas del ser humano. Yo creo que el arte cura y sana y quiero que los niños sepan esto.

 

Muchas personas han tenido una gran influencia en mí, pero supongo que debería decir que mi marido ha tenido la mayor influencia. Él creyó que yo podía escribir durante todo esos años en que nadie quería publicar algo de lo que yo había escrito. Él fue quien hizo que yo colocara «escritora» en el formulario de impuestos, en lugar de «ama de casa». Él es mi primer editor y mi mejor promotor. Y no importa lo que yo diga, él siempre piensa que yo puedo escribir otro libro.

 

El nombre que le ponemos a algo condiciona la actitud hacia ello.

 

El mejor premio que la vida puede ofrecer es trabajar duro en un trabajo que vale la pena.

 

Cierra los ojos y mantén tu mente bien abierta.

 

Si comienzas a leer el libro y se vuelve difícil, déjalo. Es lo maravilloso de los libros. Ellos esperan.

 

En ocasiones me veía obligada a defender mi elección de audiencia ante el mundo adulto que suele despreciar a quienes escribimos para los niños. Pero luego advertí que son ellos quienes deben explicar su falta de respeto no solamente con los niños en general sino con el niño que seguramente cada uno de ellos alguna vez fue

 

Los lectores no surgen súbitamente totalmente formados. Generalmente comienzan como los infantes afortunados que escuchan canciones de cuna de sus progenitores, o los niños de cinco años de edad que se quedan dormidos escuchando cuentos de hadas. Esos niños viven en un mundo de libros y se emocionan al descubrir que han roto el código secreto y pueden leer por sí mismos. Son esos niños los que encuentran las llaves para jardines secretos y navegan en barcos, buscando los tesoros de los piratas.

 

Curar significa completar. Esto es más que poner una venda en una herida, más que una simple catarsis. Curar aquí está ligado con crecer, con transformarse. Y es por eso que los libros infantiles son tan importantes. No llegamos a este mundo totalmente humanos. Llegamos a ser humanos; llegamos a ser completos. Y las historias que escuchamos y leemos cuando somos niños son un alimento vital en este proceso.

 

Katherine Paterson

 

 

Katherine Paterson y su hijo David Lord Paterson

 

 

 

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