El desarrollo
del hombre está gobernado por leyes, no por artificios, y la ley de causa y
efecto es tan absoluta e inevitable en el reino oculto de los pensamientos
como lo es en el mundo de los objetos visibles y materiales.
El hombre es
siempre el amo y señor, aún en su estado de mayor debilidad y abandono; pero
en su debilidad y degradación es el amo necio que gobierna mal sus asuntos.
Cuando empieza a reflexionar acerca de su condición, y a buscar
diligentemente la Ley que lo llevó a ese estado, se transforma en el amo
sabio, canalizando inteligentemente su energía, y elaborando pensamientos
fructíferos.
Ese es el amo
sabio, y el hombre sólo puede llegar a serlo descubriendo dentro de sí mismo
las leyes del pensamiento; descubrimiento que es resultado de aplicación,
auto-análisis, y experiencia.
Por una
elemental ley, todo hombre llega al punto donde está; los pensamientos que
ha incorporado a su carácter lo han llevado ahí, y
en el concierto de su vida
no existe el azar, sino que todo es resultado de una ley infalible.
Esto es cierto tanto para aquellos que se sienten descontentos con su
entorno como para aquellos que están satisfechos con él.
El hombre
imagina que puede mantener en secreto sus pensamientos, pero no puede;
rápidamente estos se cristalizan en hábitos, y los hábitos toman forma de
circunstancias. Cuando el hombre se considera creación de las condiciones
externas, es vapuleado por las circunstancias; pero cuando se da cuenta de
que él mismo es poder creativo, y que puede estar al mando de la tierra y de
las semillas que, ocultas dentro de su ser, hacen brotar circunstancias,
entonces se convierte en su propio amo.
El que las
circunstancias derivan del pensamiento de cada cual, es sabido por todo
aquel que por algún lapso de tiempo ha practicado el control y la
purificación de sí, pues habrá advertido que el cambio en sus circunstancias
corresponde en exacta proporción al cambio en su condición mental.
¿Cuál es entonces el sentido de «luchar contra las
circunstancias»? Significa que el hombre está continuamente rebelándose
contra el efecto exterior, mientras todo el tiempo está nutriendo y
preservando la causa en su corazón.
Esta causa puede tomar la
forma de un vicio consciente o de una debilidad inconsciente; pero
cualquiera sea, tercamente retarda los esfuerzos de su poseedor, que de ese
modo clama por una cura. El hombre está ansioso de mejorar sus
circunstancias, pero no está tan deseoso de mejorarse a sí mismo; por eso
permanece atado.
El hombre que no se encoge
ante su propia crucifixión nunca fallará en alcanzar el objetivo que se
traza en su corazón, esto es tan cierto en las cosas terrenales como
divinas.
Buenos pensamientos y acciones jamás pueden producir malos
resultados; malos pensamientos y acciones no pueden jamás producir buenos
resultados. Esto no es otra cosa que afirmar que no puede cosecharse más que
trigo del trigo, u ortiga de la ortiga. El hombre entiende esto en el mundo
natural, y trabaja con ese conocimiento; pero pocos lo entienden en el mundo
moral y mental, y por lo mismo no cooperan con esa ley.
Ley, y no confusión, son el
principio dominante del universo; justicia, no injusticia, es el espíritu y
sustancia de la vida; rectitud, y no corrupción, es la fuerza moldeadora y
motivadora que gobierna el espíritu del mundo.
Siendo esto así, el hombre
no tiene opción más que descubrir que el universo funciona correctamente, y
al rectificarse, encontrará que mientras cambia sus pensamientos respecto a
las situaciones y la gente, las situaciones y la gente cambiarán respecto a
él.
James Allen
Se obtiene lo que
se invierte. Es importante tener presente que este principio tiene efecto en
todo lo que hacemos y en todo lo que experimentamos. No podemos transgredir
esta ley. Nuestra salud mental y física, nuestro éxito en los negocios y
nuestras relaciones personales, son gobernadas según la misma fórmula que
nos exige «pagar por adelantado».
Lo fascinante de
esta ley es que nunca sabemos a ciencia cierta cuándo recibiremos nuestra
recompensa, cuándo obtendremos los beneficios del tiempo y esfuerzo que
invertimos. Pero las recompensas siempre llegan, y la incertidumbre con
respecto de su llegada contribuye a hacer la vida más emocionante.
Lo que ahora
tenemos en la vida es resultado de lo que hemos sembrado hasta la fecha. Si
en la actualidad gozamos de excelentes amistades y relaciones afectuosas, se
debe a que hemos preparado el terreno y sembrado la semilla. Si criticamos a
la gente, seremos criticados. Si hablamos bien de los demás, los demás
hablarán bien de nosotros.
Si defraudamos,
seremos defraudados. Si nos alegramos por el éxito de los demás,
probablemente lograremos más triunfos. Si decimos mentiras, nos mentirán. Si
amamos, seremos amados. Los demás te tratarán como tú a ellos. Lo que tú
ofrezcas, eso mismo recibirás.
Lo maravilloso de
la Naturaleza es que nos retribuye mucho más de lo que invertimos. La
Naturaleza es muy generosa. La Creación es justa. Lo que sembramos, eso es
lo que cosechamos.
Andrew Matthews
A toda
acción se opone una reacción equivalente.
Isaac Newton
El primer
hito indiscutible en mi proceso de evolución mental lo constituyó el
descubrimiento del principio aristotélico de la causalidad, que aún hoy se
conoce como ley de causa y efecto. En una época en que la mayoría de la
gente creía que los dioses del monte Olimpo se entretenían jugueteando con
el sino y el destino de los hombres, Aristóteles postuló algo radicalmente
diferente, modificando nuestro punto de vista del mundo.
Brian
Tracy
No hagas
a otros lo que no quieras que te hagan a ti.
Confucio
Debemos
comportarnos con el mundo como desearíamos que el mundo se comportara con
nosotros.
Aristóteles
Los actos de amor
no dependen de cuanto hagamos, sino de cuanto amor ponemos en lo que
hacemos.