CUANDO SE CURE BIEN MI HERIDA

 

 

 

 

 

 

En el instituto, Michael se distinguió como corredor de pista y ganó toda clase de premios. Se sentía muy orgulloso de sus logros y esto constituía la fuente principal de su autoestima. Pero me dijo que uno de los mayores dolores de su vida había sido que su padre nunca fue a verlo correr. Michael hacía años que soportaba esta herida.

 

Un año tuvo que volver a su ciudad natal para asistir a una reunión de ex compañeros del instituto y se sorprendió al encontrar a su viejo entrenador allí. El entrenador le preguntó cómo estaba su padre. Michael se sorprendió y le dijo:

 

-¡No sabía que conociera a mi padre!

 

El entrenador lo miró dudando y dijo:

 

-¡Por supuesto que lo conozco! Estuvo presente en todas tus carreras.

 

Michael dijo:

 

-Lo siento pero se equivoca. Mi padre nunca vino a verme correr y esto me ha dolido siempre.

 

El entrenador repitió:

 

-Michael, no estoy equivocado. Tu padre era uno de tus admiradores.

 

Aquella noche Michael fue a ver a su padre y le contó la conversación que había tenido con el entrenador.

 

Con lágrimas en los ojos, el padre de Michael le dijo que el entrenador tenía razón y que él había ido a todas sus carreras. Le dijo que estaba muy orgulloso de él pero siempre se quedaba atrás porque no quería avergonzarlo.

 

El padre de Michael llegó a los Estados Unidos en su juventud. Siempre sintió timidez e inseguridad porque hablaba inglés con marcado acento y siempre se consideró un «extranjero». Hasta aquel momento Michael no se había dado cuenta de lo consciente que su padre había sido de aquella situación.

 

Durante años, Michael había creído que su padre era su enemigo, basado en la idea de que nunca había ido a verlo correr; se dio cuenta de que el enemigo no era su padre sino los pensamientos negativos de su propia mente.

 

Dr. Gerald Jampolsky

 

 

Si otra vez pudiera caminar contigo, papá, seguiría tu ritmo y hallaría la paz. Al final de la tarde con el sol de verano, con cosas para hacer, cansados del trabajo. Tus placeres pequeños no me conmocionaban, pero ahora con ellos me siento liberada. Las flores, el jardín, la vida les cuidabas. Y el milagro de Dios: los pájaros, sus alas. Hablábamos muy poco; compartíamos, nada.

 

Pero si camináramos otra vez, te diría que nunca comprendí tu ira y tu dolor; pero eso me obligó a pensar y sentir y me ayudó a encontrar un sentido a la vida, al tiempo y al amor. Fuiste mi jardinero y mi oculto maestro; sin hablar me enseñaste un camino en la vida. Y caminando juntos esta noche te doy mi corazón.

Ya nunca será triste nuestro lazo de unión. El pasado se ha ido; lo he puesto a descansar. Los dos sabemos ya amar y perdonar. Mi mente se despide de ti; sigue tu viaje. Tu familia está aquí y hay amor, paz, perdón acompañándote.

 

Diane Cirincione

 

 

Una vez me hayas clasificado, me negarás.

 

Soren Kierkegaard

 

 

Mi viejo es blanco y mi vieja es negra. Si alguna vez maldije a mi viejo blanco retiro esas maldiciones. Si alguna vez maldije a mi negra madre y en el infierno la quise ver, me arrepiento de ese pensamiento malvado y ahora le deseo el bien. Mi viejo murió en una gran casa y mi madre en una choza. Me pregunto dónde moriré yo al no ser blanco ni negro.

 

Langston Hughes

 

 

Por el amor de una mujer
He dado todo cuanto fui
Lo más hermoso de mi vida,
Mas ese tiempo que perdí
Ha de servirme alguna vez
Cuando se cure bien mi herida

Julio Iglesias

 

 

En el cielo, el único arte de vivir y es olvidar y perdonar.

 

William Blake

 

 

Cultivo una rosa blanca

En Julio como en Enero

Para el amigo sincero

Que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca

El corazón con que vivo

Cardo ni ortiga cultivo;

Cultivo una rosa blanca

 

José Martí

 

 

Lo mejor que puedes dar a tu enemigo es el perdón; a un oponente, tolerancia; a un hijo, un buen ejemplo; a tu padre, deferencia; a tu madre, una conducta de la cual se enorgullezca; a ti mismo, respeto; a todos los hombres, caridad.

 

John Balfour

 

 

Los hombres que no perdonan a las mujeres sus pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes.

 

Khalil Gibran

 

 

Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más.

 

Oscar Wilde

 

 

 

Vengándose, uno iguala a su enemigo; perdonando, uno se muestra superior a él.

 

Francis Bacón

 

 

La verdadera felicidad es capaz de afrontar el desafío de todas las experiencias externas. Cuando puedas soportar que otros te crucifiquen, obrando mal en contra tuya y, no obstante, seas capaz de corresponderles con amor y perdón, y cuando ante los embates de las circunstancias externas te sea posible conservar intacta tu paz interior, entonces conocerás esta auténtica felicidad.

 

Paramahansa Yogananda