El rabino
Zusya, un sabio piadoso y respetado, se encontraba en el lecho de muerte y
sollozaba. Los estudiantes que lo rodeaban estaban perplejos.
-Rabino,
¿por qué lloras? –se aventuró a preguntar uno de ellos-. ¡Si alguien tiene
reservado un lugar en el Reino de los Cielos, eres tú!
El sabio
giró la cabeza hacia sus amados estudiantes y empezó a hablar con suavidad:
-Si cuando
esté delante del jurado Divino me preguntan: «Zusya, ¿por qué no fuiste un
Moisés?¡», no vacilaré en contestar: «No nací un Moisés». Si me preguntan:
«¿Por qué no fuiste un Elías?», hablaré con seguridad y contestaré: «Porque
no soy Elías». Lloro, amigos, porque hay una pregunta que temo que me hagan:
«¿Por qué no fuiste un Zusya?»
Relato jasídico
En todo ser
humano hay un óptimo de lo que puede llegar a ser y hay cosas que este ser
humano no podrá ser nunca. Muchos hombres malgastan su vida en querer
convertirse en lo que no pueden ser y en rechazar lo que pueden ser. Por
esta razón hay que tener en primer lugar una idea clara de lo que puede y no
puede llegar a ser alguien, cuáles son los propios límites y cuáles las
posibilidades.
El objetivo del
arte de vivir consiste en relacionarse de tal modo con la realidad exterior
e interior, con las propias fuerzas espirituales y físicas, que pueda
desarrollarse el amor a la vida.
Sorprendentemente la mayoría de las personas creen que para vivir una buena
vida no es necesario ejercitarla.
El amor sólo es
posible cuando dos personas se vinculan desde el núcleo central de su
existencia , cuando cada uno se experimenta a sí mismo partiendo de ese
núcleo. Sólo este «vivir desde el núcleo central» es realidad humana, sólo
aquí se encuentra la energía vital, sólo aquí se halla la base para el amor.
El amor así vivido
es un reto constante, no es un lugar de descanso, sino que significa
moverse, crecer, trabajar conjuntamente. El que al hacerlo se experimente
armonía o si se producen conflictos, si reina la alegría o la tristeza,
tiene sólo una importancia secundaria frente al hecho fundamental de que dos
personas se viven desde la esencia de su existencia, de que se unifican
entre sí, en lugar de huir de sí mismos.
Erich Fromm
Muchas veces te
dije que antes de hacerlo había que pensarlo muy bien,
que a esta
unión de nosotros le hacía falta carne y deseo, también;
que no bastaba
que me entendieras y que murieras por mí,
que no bastaba
que en mis fracasos yo me refugiara en ti
Y ahora ya ves,
lo que pasó, al fin nació:
al pasar de los
años, el tremendo cansancio que provoco yo en ti
Y aunque es
penoso lo tienes que decir.
Por mi parte
esperaba que un día el tiempo se hiciera cargo del fin
Si así no
hubiera sido yo habría seguido jugando a hacerte feliz
Y aunque el
llanto es amargo piensa en los años que tienes para vivir
Que mi dolor no
es menos y lo peor es que ya no puedo sentir
Y ahora tratar
de conquistar con vano afán este tiempo perdido
que nos deja
vencidos sin poder conocer
eso que llaman
«amor» para vivir...
Pablo Milanes
El amor sabrá
abrir la mente, levantar el ánimo, apuntalar la autoestima, ablandar el
corazón, despertar el alma, renovar la esperanza, arrojar luz, revelar la
verdad, develar el significado, agregar seguridad, ofrecer consuelo, liberar
la risa, fomentar el entusiasmo, suscitar misericordia, equilibrar acciones,
integrar partes, zanjar diferencias, superar dificultades, resolver
conflictos, otorgar poder, curar enfermedades, poner fin a la desesperación
echar abajo murallas, desenredar problemas, redimir errores, crear
cooperación, armonizar voces, borrar el odio, descubrir la satisfacción,
brindar confianza, hallar alegría, hacer la paz, unir a todos los seres.
Kathleen
Keating
El
pianista Arthur Rubinstein se retrasó para la comida en un importante
restaurante de Nueva York. Sus amigos empezaron a preocuparse, pero
Rubinstein finalmente apareció, acompañado de una rubia espectacular a la
que doblaba la edad. Aunque conocido por su tacañería, esa tarde pidió los
platos más caros, y los vinos más raros y sofisticados. Al final, pagó la
cuenta con una sonrisa en los labios.
-Sé que
debe de extrañaros –dijo Rubinstein-, pero hoy fui al abogado a hacer mi
testamento. Le dejé una buena cantidad a mi hija, a mis parientes, hice
generosas donaciones a obras de caridad. De repente, me di cuenta de que yo
no estaba incluido en mi testamento: ¡todo era para los demás! A partir de
ese momento decidí tratarme con más generosidad.
Paulo
Coelho
Cuando
era niño, una mujer iba de vez en cuando a mi casa a cocinar y limpiar. Yo
la quería mucho y seguí tratándola de adulto, hasta que falleció. De pequeño
no me gustaba comer, pero ella se daba sus mañas para convencerme. Me servía
un plato y yo lo probaba y decía:
-¡Qué
rico! ¿Qué tiene?
-Humm
humm -contestaba ella
Nunca me
explicó qué era eso, pero supongo que cariño. Así que el ingrediente secreto
quizá sea «humm humm».
Dustin Hoffman, actor
No es lo que
damos o lo que hacemos lo que cuenta. Lo que cuenta es lo ponemos en lo que
damos o lo que hacemos.