ALIVIO A SUS SUFRIMIENTOS

 

 

Una vez me visitó un rabino de Europa Oriental y me contó su historia. Había perdido a su mujer y a sus seis hijos en el campo de concentración de Auschwitz, muertos en la cámara de gas, y ahora le ocurría que su segunda mujer era estéril.

Le hice observar que la vida no tiene como única finalidad la procreación, porque entonces la vida en si misma carecería de finalidad, y algo que en si mismo es insensato no puede hacerse sensato por el solo hecho de su perpetuación.

Ahora bien, el rabino enjuició su difícil situación, como judío ortodoxo que era, aludiendo a la desesperación que le producía el hecho de que a su muerte no habría ningún hijo suyo para rezarle el «Kaddish» u oración mortuoria.

Pero yo no me di por vencido e hice un nuevo intento por ayudarle, preguntándole si no tenía ninguna esperanza de ver a sus hijos de nuevo en el cielo. Más la contestación a mi pregunta fueron sollozos y lágrimas.

Y entonces salió a la luz la verdadera razón de su desesperación: me explicó que sus hijos al morir como mártires inocentes, ocuparían en el cielo los más altos lugares y él no podía ni soñar, como viejo pecador que era, con ser destinado a un puesto tan bueno.

Yo no le contradije, pero repliqué:

-¿No es concebible, rabino, que precisamente sea ésta la finalidad de que usted sobreviviera a su familia, que usted pueda haberse purificado a través de aquellos años de sufrimiento, de suerte que también usted, aun no siendo inocente como lo eran sus hijos, pueda llegar a ser igualmente digno de reunirse con ellos en el cielo? ¿No está escrito en los Salmos que Dios conserva todas nuestras lágrimas? Y así tal vez ninguno de sus sufrimientos haya sido en vano.

Por primera vez en muchos años y, al amparo de aquel nuevo punto de vista que tuve la oportunidad de presentarle, el rabino encontró alivio a sus sufrimientos.

Dr. Viktor Frankl

 

Usted no es del modo en que se mira al espejo. Eso es sólo una habitación temporal. Cuando su vida física acabe, la única cosa que va a suceder es que usted va  a dejar esa casa. Es como ir de un apartamento pequeño a otro más grande. Hacer una mudanza. ¿Qué es lo que sucede? Que usted sale del cuerpo físico y se convierte en una mariposa.

Esto lo aprendí en un campo de concentración de Alemania. Los niños que murieron en los campos de concentración, tallaban mariposas con sus uñas, en las barracas de madera en que vivían. Y yo me preguntaba ¿por qué mariposas? Tenía 19 años. Ellos sabían mucho más que yo. Todos ellos sabían intuitivamente, por causa de la dimensión espiritual, que en breve estarían libres y se convertirían en mariposas. 

Usted está en su cuerpo físico; estando en el cuerpo físico, necesita tener un cerebro, para poder tener conciencia. Está literalmente en el capullo. Si usted muriese en un accidente de auto o de una muerte lenta, de cáncer o de sida, lo que va a suceder simplemente, es que saldrá de su cuerpo físico y se volverá mariposa.

Un hombre en Suiza debía cruzar una montaña para asistir a un partido de fútbol. Era un partido muy famoso, en que todo suizo trató  de entrar en la parte italiana de mi país. Al atravesar la montaña tuvo un accidente automovilístico. Quedó gravemente herido. Tres médicos, de todas las centenas de autos que pasaron, lo declararon clínicamente muerto. Lo cubrieron con una manta.

 La ambulancia tardó horas en llegar hasta ese lugar. Lo que este hombre después compartió con nosotros, fue otra comprobación de esta conciencia normal. Tenía conciencia de que miles de personas, realmente se quejaron de no poder ir al partido, y maldijeron mucho. Miles de personas estaban muertas de rabia.

Y después de mucho tiempo tomó conocimiento de la voz de una mujer que rezaba fervorosamente por él. Ella rezaba desde el fondo de su corazón. Y esa persona golpeada, a la que se había declarado muerta, se sintió conmovida, al ver que, entre los miles de personas que se quejaban por haber perdido un partido de fútbol, una mujer completamente extraña, rezaba por él. Él hizo una promesa a Dios.

Si viviera, de alguna forma, le diría a esa mujer que sus oraciones fueron escuchadas. Se movió en dirección a esa voz, llegó hasta el auto e intentó memorizar la patente del mismo, para poder identificarla después. Después de nueve meses de exámenes, de cirugía, de rehabilitación, se pudo comunicar verbalmente, y le pidió al médico que buscara el auto con esa placa. Y tuvieron el encuentro. Ustedes podrán comprender lo que esto significó para la fe de esa mujer.

Una mujer indioamericana murió a causa de un accidente de auto, por un conductor que huyó. El automovilista la dejó a un costado del camino. Ella no parecía golpeada, pero internamente estaba completamente contusa. Nadie paró. Varias horas después un extraño paró y le preguntó:

 -¿Puedo hacer algo por usted?

Y ella le dijo:

-No.

Pero después de quince o veinte minutos, dijo:

-Tal vez haya una cosa, que usted pueda hacer por mí. Si usted fuera hasta la reserva indígena, déle un mensaje a mi madre. Dígale a mi madre, que yo estaba muy bien. Estoy muy feliz de hecho, porque ya estoy con mi padre.

Y murió en los brazos del extraño. Este hombre se sintió tan conmovido de estar en el lugar indicado y en el instante preciso, que hizo setecientos kilómetros saliéndose de su camino hasta llegar a la reserva indígena.

Halló  a la mujer indígena, y ésta, le dijo que entendió el mensaje, porque una hora antes de la muerte de su hija, su marido, el padre de la víctima, había muerto de un problema coronario a setecientos kilómetros de distancia.

Su ángel de la guarda o guía, que todos nosotros tenemos, también estará esperando por usted, y usted lo reconocerá inmediatamente. Una vez que usted sepa que no está solo y que la muerte es sólo una transición hacia otra forma de vida; esta ligazón se terminará, y entonces será el momento de su muerte. Este es el momento en que cualquier técnica es inútil.

Una vez que sabemos eso, no precisamos prolongar la vida ad infinitum. Una vez que eso fue cortado, usted creará algo, que le dará una sensación de transición: un túnel, un puente.  Así usted ascenderá hacia una esfera espiritual. Y usted verá una luz muy pequeña, pero muy luminosa.

A las personas que tienen miedo a morir yo les digo que focalicen esa luz y no se distraerán con otras cosas. Cuanto más usted se aproxime a esa luz, más estará lleno de paz, amor y de un sentimiento maravilloso. 

Cuando estemos en presencia de esa luz, de la cual todos provenimos, nos fundiremos con ella y no tendremos más conocimiento sino conciencia. Entenderemos que escogimos nuestro camino. Cada pensamiento, cada palabra, cada acto de nuestra vida entera, pasará revista ante nosotros.

 Usted sabrá la consecuencia individual de cada acto y de cada pensamiento. También comprenderá que Dios es amor, comprensión y compasión. Y escogerá como podrá hacer para ayudar a otros, creciendo en compasión y en comprensión.

Hay algunas experiencias místicas que nos ayudan a comprender que la muerte es sólo una transición, y también, a entender el verdadero propósito de la vida. La vida física es una escuela, donde venimos a aprender a dar y a recibir. Y cuando lo hemos hecho debemos prometer enseñar. Entonces no podemos recibir.

La muerte es el examen final de nuestra graduación. Usted tiene que saber eso. Una vez que lo sepa tiene que creerlo. No basta con que lo sepan. Es ahí, cuando se da el salto cuántico hacia la espiritualidad. Esto es sólo el comienzo de todo lo que va  a suceder.

Elisabeth Kübler-Ross 

 

De mi peregrinar llevas tú cuenta: recoge mi pesar en tu redoma, ¿no se halla ya en tu libro?

Salmos 56,9

 

Medí los cielos, ahora mido las sombras. Del cielo era la mente, en la tierra descansa el cuerpo.

Johannes Kepler

 

En mar se convierte cada gota cuando llega al mar, y así el alma se convierte en Dios cuando hasta Dios sube. 

Angelus Silesius

 

El Budismo enseña que todas las cosas llegarán a su fin, y que la muerte es una cuestión que debemos examinar objetivamente. Aún así, el Buda no fue un profeta de la resignación, sino un hombre que llegó a comprender de raíz la Ley de la impermanencia. Enseñó la necesidad de enfrentar la muerte y el cambio sin temor, porque sabía que la Ley inmutable era el origen de todos los valores y expresiones de la vida. Ninguno de nosotros puede escapar a la muerte, pero el Budismo nos permite ver que, atrás de la muerte, está esa vida eterna, invariable y esencial que es la Ley. Con la absoluta convicción de que ésta es la verdad, podemos enfrentar con coraje tanto nuestra propia muerte como la impermanencia de todos los hechos mundanos.

Daisaku Ikeda

 

Página Principal   La muerte